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Incertidumbre por el rumbo de Brasil

En medio de una profunda crisis, los militares también toman distancia de Bolsonaro

Jair Messias Bolsonaro, presidente del Brasil/ Telam

Eleonora Gosman. San Pablo, especial para elDiarioAr

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La renuncia del canciller brasileño Ernesto Araújo, anunciada el lunes, se convirtió en una anécdota dentro de la profunda crisis de gobierno de Jair Bolsonaro. El alejamiento del ministro de Defensa Fernando Azevedo e Silva adquirió en cambio un protagonismo central. Para empeorar el escenario, su dimisión fue seguida por la salida, abrupta y nada elegante, de los comandantes en jefe del Ejército, la Marina y la Aeronáutica, concretada la tarde del martes. Lo que parecía ser apenas una “renovación” del gabinete ministerial empujada por el presidente, mostró un semblante bien diferente. Reveló las desinteligencias entre distintos sectores de las Fuerzas Armadas, y de éstas con el jefe de Estado.

Pero ese hecho inédito en la historia brasileña no implica una ruptura de los militares con el presidente. Sus ministros principales: los generales Walter Braga Netto, flamante conductor de Defensa; Luiz Eduardo Ramos, ministro-jefe de la Casa Civil y Augusto Heleno, de Seguridad Institucional, continúan firmes en el más exclusivo entorno presidencial. Del mismo modo, nadie habló de remover a los 6.000 uniformados que ocupan desde puestos altos a intermedios y bajos, en el gobierno.

Braga Netto mantuvo, el martes al mediodía, una prolongada reunión con el ex ministro Azevedo e Silva y los tres ex jefes de las fuerzas. Participaron Edson Pujol que hasta ayer comandó el Ejército; Ilques Barbosa, el almirante que conducía la Marina y el brigadier general Antonio Carlos Moretti. El terceto, ahora reemplazado, se había encontrado un día antes por la noche “en un lugar secreto” según confirmaron fuentes oficiales.

En esa cita nocturna se juramentaron solidaridad entre ellos y decidieron presentar una renuncia conjunta, para demostrar en forma contundente su “desagrado” por el caso del general Azevedo que Bolsonaro acababa de despedir. Pero esa estrategia no dio resultados: el presidente se les anticipó y le pidió a Braga Netto que destituyera a los comandantes. Funcionarios de Bolsonaro indicaron que el desplazamiento de Azevedo se produjo porque este militar “nunca se alineó completamente al presidente”.

Es lo que advertía ayer Rafael Cortez, doctor en ciencias políticas y socio de la consultora Tendencias. Para el especialista “todo indica que la reforma ministerial fue una respuesta diseñada por el presidente para navegar en mares turbulentos”. Concluyó que “los cambios” reflejan la necesidad presidencial de protegerse de los riesgos que avizora para su mandato, como también sobre su apuesta por la reelección en 2022. Se trata, añadió, “de mantener el poder frente a una crisis institucional, así como de minimizar la perversa realidad de la pandemia”.

El colapso sanitario, por la tragedia del Covid, un escenario económico muy frágil, la inflación y los conflictos con los gobernadores de los estados brasileños, irrumpieron en 2021 con una fuerza tal que deterioró la propia base política de Bolsonaro. El presidente no cuenta ya con el piso de 30% que mostraba el año pasado. A esto se suma un subsidio otorgado a los sectores más vulnerables a partir de abril, que representa una media de 44 dólares (250 reales), y que no se aproxima ni a la mitad del beneficio que se había otorgado en el segundo semestre del año pasado.

En ese ambiente, retroalimentado por cifras terribles de la pandemia, para un sector importante de los militares se impone la necesidad de despegar de la figura presidencial, para impedir que las Fuerzas Armadas sufran el mismo desgaste. Es que el Covid-19 no deja de producir estragos dramáticos. En las últimas 24 horas Brasil volvió a batir un récord de muertes por la pandemia: 3.668 brasileños perdieron la vida.

Resentimientos

En ese contexto nada auspicioso, los medios periodísticos brasileños coincidieron en destacar un punto en el relato de la crisis política actual: el resentimiento del presidente Bolsonaro frente a lo que juzga como un “desmerecimiento” de su figura y de su rol. Los grandes diarios citan “una fuente” oficial que habría indicado el motivo de la animosidad presidencial contra los generales Azevedo y Pujol. “El sentía que todavía lo trataban como capitán”. Ese fue el grado que alcanzó el jefe de Estado al salir del Ejército, luego de haber impulsado una huelga entre jóvenes oficiales. Después de esa etapa, Bolsonaro ingresó en la carrera política, primero como concejal y luego, en 1991, como diputado federal.

Lo que se afirma ahora es que el ex capitán no está dispuesto a admitir en su gobierno militares que no comulguen totalmente con su visión. Y les exigirá a los nuevos cuadros de las Fuerzas Armadas que lo reconozcan como el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Brasil, tal como lo establece la Constitución del país. Todo indica que el ahora ex jefe del Ejército, Pujol, entró en colisión con Bolsonaro el año pasado, por divergencias sobre el combate al coronavirus. No suscribió la estrategia “negacionista” llevada adelante por el gobernante.

Más compleja aún fue la postura de este general, al negarse a presionar a la Corte Suprema para que anulara el reconocimiento de los derechos políticos del ex presidente Lula da Silva; el 10 de marzo último. En esta neutralidad coincidió, además, con el ex ministro de Defensa. Más aún Pujol fue explícito en esta decisión: “No debemos permitir que la política entre en los cuarteles”. Desde luego, la figura de Lula volvió a tomar cuerpo este mes como el adversario con popularidad suficiente como para vencer a Bolsonaro en las presidenciales del próximo año.

Justifica, inclusive, la posición del Partido de los Trabajadores frente a la reforma ministerial que buscó el presidente brasileño. “Él procedió a despedir al ministro de Defensa sin pensar en las consecuencias y ahora está en jaque” advirtió el senador Jean Paul Prates, líder de la minoría en el Senado. Y añadió: “Por suerte percibo que los jefes de las Fuerzas Armadas no están dispuestos a jugar el papel de peones en el tablero del Bolsonaro”.

WC

 

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