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“Nakba, 2023”: el desplazamiento forzado de población palestina en Gaza

Éxodo de palestinos del norte al sur de Gaza obligados por las órdenes y bombardeos israelíes

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Las fotos del desplazamiento forzado de la población en Gaza rememoran las de otra época para la mirada del pueblo palestino: las de los éxodos de 1948 (con la expulsión de más de 700.000 palestinos, conocida como Nakba) y de 1967 (Naksa). Estas semanas más de un millón y medio de personas se vieron forzadas a abandonar sus hogares o los lugares donde estaban refugiadas. Los bombardeos israelíes y las propias octavillas en las que Israel ordena la huida al sur obligan a la población a irse sin saber cuándo tendrá permiso para regresar, o si podrá hacerlo. Esa incertidumbre es mayor aún para las decenas de miles de palestinos cuyas viviendas han sido destruidas o dañadas.

Las órdenes israelíes de desplazamiento advierten de que, si no son cumplidas, los civiles se arriesgan a ser bombardeados. La gente se ve obligada a caminar durante horas La crisis humanitaria se agrava en el sur a medida que van llegando nuevos grupos de personas desplazadas sin hogar y sin acceso a productos básicos.

El primer ministro Benjamin Netanyahu dijo este fin de semana que “tras la guerra, Israel mantendrá el control total de la seguridad en Gaza, incluida la capacidad de entrar cuando queramos para eliminar a los terroristas que puedan surgir otra vez”, lo que contradice la posibilidad de la gestión completa del territorio por una autoridad palestina.

Gaza Nakba 2023. Así es como terminará, ha dicho uno de los ministros de Netanyahu

Varios ministros de su Gobierno han ido más allá, expresando la voluntad de una expulsión de población -en palabras del viceministro de Exteriores israelí y de un informe del ministerio de Inteligencia- o empleando incluso la palabra Nakba: “Ahora estamos, de hecho, desplegando la Nakba en Gaza”, aseguró este fin de semana el ministro de Agricultura y exjefe del Shin Bet, Avi Dichter, del partido de Netanyahu. “Gaza Nakba 2023. Así es como terminará”, remarcó.

Gaza está dividida en dos a través de un gran puesto de control militar israelí que impide a los vehículos trasladar a alguien al sur y volver después al norte. Quien se va, no puede regresar. Los taxis dejan a familias enteras en esa línea de separación.

Manos en alto, banderas blancas, cadáveres

A partir de ahí los palestinos se ven obligados a caminar durante varias horas, algunos con menores o ancianos a cuestas. Una palestina que cruzó hacia el sur hace dos días lo narra así a elDiario.es:

“Nos pidieron que apagáramos los móviles, que sacáramos nuestras identificaciones y que nos bajáramos del taxi. Empezamos a caminar bajo el sol, con otra mucha gente con nosotros. A los lados, vigilándonos, tanques israelíes y soldados mirándonos tras sacos de arena, con cámaras y armas apuntándonos”.

“Íbamos en silencio, con las manos en alto, nuestras identificaciones visibles. Ese trayecto fue aterrador. Alguna gente mostraba pañuelos blancos o trozos de sábana blancas”, cuenta Jamilah, de veintitrés años, en conversación telefónica.

Íbamos con las manos en alto, había tanques y soldados israelíes vigilándonos, apuntándonos con sus armas.

Tras ese tramo flanqueado por tropas israelíes los desplazados palestinos deben proseguir su caminata hacia la zona del sur establecida por Israel como presuntamente segura, a pesar de que también fue bombardeada.

“No quería irme del norte porque allí está mi casa, mis cosas, mi vida. Tengo niñas muy pequeñas y no puedo llevarlas a las tres en brazos, pero el ejército israelí bombardea duramente el norte y lanza esos mensajes diciéndonos que nos vayamos. Al final un vecino me consiguió una silla con ruedas en la que pude llevar a dos de las niñas”, relata otra mujer palestina ya desde el sur.

“En el trayecto vimos tanques israelíes, coches quemados, cadáveres destrozados, algunos en pedazos y en estado de descomposición. Eso han tenido que ver nuestros hijos. Dejamos todo lo que tenemos allí, hemos salido con lo puesto y una pequeña bolsa con ropa. Esto es una Nakba en 2023”, cuenta otro palestino llegado del norte.

Esto es la ley de la selva, crímenes contra civiles sin precedentes, indica el abogado Raji Sourani

El abogado Raji Sourani, director del Centro Palestino de Derechos Humanos -personado ante la Corte Penal Internacional como denunciante contra Israel por crímenes de guerra de años pasados- también se vio obligado a desplazarse hacia el sur:

“Aún respiro. Esto está siendo duro, sangriento, mucha muerte y destrucción, es el dominio de la ley de la selva, ausencia absoluta, crímenes sin precedentes contra civiles. Pero estamos en el lado correcto de la historia”, escribió a través de un mensaje telefónico, informa Javier Biosca.

“Dejé mi casa bombardeada a las dos y cuarto, me trasladé a otra vivienda cerca del hospital Shifa y junto a mí lanzaron un ataque contra la policía y otro contra una mezquita al día siguiente. Ayer jueves nos trasladamos a Jan Yunis de milagro”, añade Sourani.

En las pasadas semanas desde Naciones Unidas y varias organizaciones de derechos humanos se indicó que la orden israelí de desplazamiento al sur, combinada con el asedio a Gaza, podría suponer un crimen de guerra y la violación del derecho internacional.

Hospitales atacados, cirugías sin anestesia

El Ejército israelí sigue bombardeando el norte y lanzó varios ataques contra siete hospitales este fin de semana, entre ellos el Al-Shifa, que sigue asediado y del que varios civiles han intentado escapar sin éxito. En las últimas horas han muerto otros tres médicos en la ciudad de Gaza: el nefrólogo Hamam Allouh y los ginecólogos Basel Mehdi y Raed Mahdi.

Poco antes de su muerte, el doctor Allouh decía en una entrevista con el canal estadounidense Democracy Now que “si me voy al sur, ¿quién tratará a mis pacientes? No somos animales. Tenemos derecho a recibir atención médica apropiada. ¿Cree que porque estudié medicina con estudios de posgrado [en países occidentales] durante catorce años en total voy a pensar solo en mi vida y no en la de mis pacientes? No estudié medicina para eso”.

Días antes de morir en un ataque israelí en el norte, el doctor Allouh dijo: Si me voy al sur, ¿quién tratará a mis pacientes?

Según testimonios locales, la falta de electricidad en el hospital Al-Shifa ha provocado la muerte de al menos dos bebés prematuros que estaban en incubadoras, según relatan los doctores. “Denunciamos la sentencia a muerte de civiles atrapados en el hospital Al Shifa, firmada por el ejército israelí”, aseguran desde Médicos Sin Fronteras.

“La situación es imposible de describir. Los pasillos de los hospitales están atestados de heridos, enfermos y moribundos. Las morgues, a rebosar. Cirugías sin anestesia. Decenas de miles de personas desplazadas se refugian en hospitales”, denunció este fin de semana el director general de la Organización Mundial de la Salud ante el Consejo de Seguridad de la ONU. “Esto es la zona de la muerte”, indica a elDiario.es un palestino que permanece en la ciudad de Gaza.

El Comité Internacional de la Cruz Roja volvió a pedir que “se respeten y protejan las instalaciones sanitarias” no solo como “obligación legal sino como imperativo moral para preservar la vida humana”. También denuncia que “el sistema sanitario de Gaza llegó a un punto de no retorno. Las reglas de la guerra son claras. Los hospitales deben ser protegidos bajo la ley internacional”.

De los más de once mil muertos en Gaza el 74% son ancianos, mujeres y menores de edad, según datos facilitados por la Oficina de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas.

“Atrocidades masivas”

Miles de palestinos que siguen en el norte de Gaza no disponen de capacidad para desplazarse al sur por tener niños pequeños o ancianos a su cargo o limitaciones físicas. Human Rights Watch advierte a Israel de que “los civiles que permanecen en un lugar después de una advertencia de evacuación -incluidos aquellos que no pueden irse, temen moverse o no quieren ser desplazados- no pierden sus protecciones como civiles bajo las leyes de la guerra. Ningún área es zona de fuego libre. Los líderes mundiales deberían actuar urgentemente para evitar nuevas atrocidades masivas”.

Pero la mayoría de la comunidad internacional occidental sigue respaldando las acciones de Israel o manteniendo silencio ante la masacre y el desplazamiento forzado. Mientras tanto, representantes de diferentes agencias de Naciones Unidas han firmado un comunicado exigiendo un alto el fuego inmediato con la advertencia de que “basta es basta”. El presidente de Estados Unidos Joe Biden, por su parte, sigue apoyando la operación militar israelí y ha celebrado la apertura del corredor por el que la población del norte debe desplazarse al sur.

El castigo colectivo

El Secretario General de la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) recordó que “expulsar a un millón de personas de sus hogares y concentrarlas en zonas sin infraestructura adecuada es un desplazamiento forzado. Limitar severamente los alimentos, el agua y las medicinas es un castigo colectivo. La muerte de miles de niños no puede ser un daño colateral”.

Por su parte la relatora de la ONU para los territorios palestinos, Francesca Albanese, calificó las llamadas “pausas humanitarias” de “cínicas y crueles” y explicó que sirven “para dejar que la gente respire y recuerde cómo es la vida sin bombardeos, antes de comenzar a bombardearlos de nuevo”.

Expulsar a un millón de personas de sus hogares y concentrarlas en zonas sin infraestructura adecuada es un desplazamiento forzado

Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos

Save The Children señaló que en Gaza murieron más niños que el número anual de niños asesinados en todas las zonas de conflicto desde 2019. La ONU recordó que han muerto más trabajadores de Naciones Unidas que en cualquier otro periodo similar en la historia y el Comité Internacional para la Protección de Periodistas advierte de que murieron más periodistas en Gaza que en cualquier otro conflicto desde 1992.

Éxodos aparentemente temporales que fueron definitivos

Las imágenes de hileras de personas huyendo hacia el sur fueron una crónica anunciada por el propio Gobierno de Tel Aviv. Cuando comenzó la ofensiva israelí hace más de un mes la relatora especial de la ONU para los Territorios Ocupados, Francesca Albanese, advirtió de que “existe un grave peligro de que lo que estamos presenciando pueda ser una repetición de la Nakba de 1948 y de la Naksa de 1967, aunque a mayor escala”.

Con la Nakba de 1948 cientos de miles de palestinos tuvieron que huir de sus hogares tras una serie de matanzas perpetradas por tropas israelíes a través del llamado Plan Dalet -diseñado para ocupar territorio palestino- e instalarse temporalmente en campos de refugiados en Jordania, Siria, Gaza y Líbano, principalmente. Lo temporal se prolongó y se convirtió en definitivo a través de la habitual política israelí de hechos consumados.

De ese modo Israel se hizo con nuevos territorios, ocupados no solo durante la guerra del 48, sino también antes de ella, a través del Plan Dalet. Aquellos refugiados palestinos no pudieron regresar nunca y sus casas fueron requisadas por Israel, que las repartió a través de la ley de bienes ausentes. En 1967, tras la ocupación ilegal israelí de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, otros 350.000 palestinos se vieron forzados a huir e instalarse en campos de refugiados, hasta hoy.

Ahora el éxodo masivo de palestinos hacia el sur de la Franja invita a temer que algo aparentemente temporal pueda tornarse en definitivo. La propia destrucción de infraestructuras y decenas de miles de viviendas impedirá al menos durante algún tiempo el regreso de parte de la población palestina a sus hogares y a su vida anterior.

Expertos en Oriente Medio y juristas especializados en derecho internacional advierten de que en las propias palabras de los mandatarios israelíes se muestra una intención que -en vista de que posteriormente el anuncio de la misma se ha ejecutado- puede constituir crímenes de guerra y de lesa humanidad.

Pruebas de intención de crímenes

En ese sentido, más allá de la filtración de un informe del Gobierno israelí proponiendo la expulsión de población, las palabras del viceministro de Exteriores israelí Danny Ayalon, del ministro Avi Dichter o del diputado Ariel Kallner -del partido Likud al que pertenece Netanyahu- llamando a una segunda Nakba muestran que la prolongación del desplazamiento forzado es uno de los planes que se han barajado.

Desde el Gobierno o el Ejército israelí también se ha dicho, sobre los bombardeos, que “el énfasis está en el daño, no en la precisión” (Daniel Hagari, portavoz militar), “abordamos una poderosa venganza” (Netanyahu) o “tenemos que ser crueles ahora y no considerar demasiado a los cautivos” (el ministro Smotrich).

Sobre si el gobierno israelí está cometiendo genocidio en Gaza, la cita de Netanyahu sobre Amalek se nombrará como prueba de intención

Keneth Roth, abogado y exdirector de HRW

Otra expresión de una intención que puede constituir un crimen de guerra son las palabras del primer ministro Netanyahu pronunciadas hace una semana, en las que apeló a una “guerra santa de aniquilación” y en las que mencionó el pasaje de la Biblia referido a Amalek. Así lo ha indicado el abogado de derechos humanos Keneth Roth, director de Human Right Watch hasta el pasado año:

“Ha habido mucha discusión sobre si el gobierno israelí está cometiendo genocidio en Gaza. La cita de Netanyahu de Amalek, mandato bíblico de ”matar tanto al hombre como a la mujer, al niño y al lactante“ se citará como prueba de intención”.

Las palabras exactas de Netanyahu fueron: 

“Debes recordar lo que Amalek os ha hecho, dice la Biblia Sagrada. Y lo recordamos y estamos luchando. Nuestras grandes tropas que están en Gaza y alrededores y en todas las otras regiones de Israel se están uniendo a esta cadena de héroes judíos, una cadena que empezó hace 3.000 años, desde Joshua ben Nun hasta los héroes de 1948, 1967, de la guerra de octubre de 1973 y todas las guerras en este país. Nuestras tropas heroicas tienen un objetivo principal supremo para derrotar completamente al enemigo asesino y garantizar nuestra existencia en este país. Siempre hemos dicho nunca más. Nunca más es ahora”.

Joshua ben Nun lideró las primeras batallas decisivas contra Amalek, y venció. Amalek es en el Antiguo Testamento la nación enemiga del pueblo judío, cuyo exterminio se presenta como ley divina en el pasaje de Samuel 15:3:

“Ahora vayan y atáquenlos y destruyan absolutamente todo lo que tengan y no los perdonen, pero mátenlos, tanto a hombres como a mujeres, infantes y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y burros”.

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