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Las mujeres afganas temen el regreso talibán con la retirada de EEUU: “Se avecinan días terribles”

Dos mujeres afganas contemplan el paisaje en Kabul, capital de Afganistán

Michael Safi / Akhtar Mohammad Makoii

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A las puertas de la universidad a la que sus madres tuvieron prohibido ingresar, un grupo de mujeres espera a que sus amigas terminen los que temen que podrían ser sus últimos exámenes. “Los estadounidenses se están yendo”, dice Basireh Heydari, estudiante en la Universidad de Herat. “Se avecinan días terribles con los talibán. Me preocupa que no me dejen salir de casa y mucho menos hacer lo que estoy haciendo ahora”. 

La decisión del gobierno de Biden de retirar todas las tropas estadounidenses de Afganistan antes del próximo 11 de septiembre pondrá fin a la guerra más larga para Estados Unidos. Aliados de la OTAN como Alemania anunciaron el pasado miércoles que seguirán los pasos de Washington y se marcharán del país. Frente a esto, los afganos temen que se intensifique el conflicto entre el gobierno nacional y los talibán, que fueron expulsados del poder hace dos décadas por la intervención liderada por EEUU.

Según estadísticas de la ONU publicadas el miércoles, el año pasado se disparó la violencia contra la población civil, especialmente mujeres y niños, y el control que tienen los talibán en el país es el mayor de las últimas dos décadas. Pese a esto, no están claros los beneficios de la actual presencia militar extranjera. 

Pero el regreso a un gobierno extremista islamista podría deshacer uno de los logros menos controvertidos de la intervención: el levantamiento de la prohibición a la educación de niñas y mujeres. 

La educación de las mujeres, en riesgo

Este miércoles, Heydari y sus amigas intentaban digerir las noticias sentadas en un bicitaxi en la entrada de la universidad. “Deseo una sola cosa, y es acabar mis estudios y, por supuesto, trabajar. Pero si vuelven los talibán, no creo que pueda hacerlo”, dice. 

No es seguro que el grupo fundamentalista tome el poder, y ellos han sugerido –quizá con intenciones oportunistas– que si gobernaran en el futuro, serían más flexibles respecto a la cuestión de la educación de las mujeres. Heydari espera que, si no cambian totalmente de opinión, al menos que se llegue un punto medio. “Si tienen problemas con la educación mixta, estoy dispuesta a estudiar en clases solo para chicas”, dice. 

A su lado, Salma Ehrari, estudiante de Economía, es más escéptica. “Quiero que el mundo sepa que los talibán os están engañando. No han cambiado”, dice. “Usan la tecnología y tienen Twitter, pero piensan igual que hace 20 años. Me quedaré sin educación y por supuesto que responsabilizo a los estadounidenses por ello, no a los talibán. Los talibán son como son”.

En las provincias, donde los talibán controlan algunos distritos, se dice que el empeoramiento de la seguridad ya ha generado restricciones a sus libertades. “El medio para el que trabajo ha restringido los movimientos de mis compañeras por razones de seguridad y hace poco mi padre me pidió que dejase de trabajar por un tiempo”, dice Atifa Alizadeh, periodista y parte de la generación de mujeres afganas que ha estudiado y comenzado a trabajar tras la caída de los fundamentalistas en 2001. 

En los últimos seis meses, han sido asesinados al menos ocho periodistas en el país como parte de una ola de ataques contra trabajadores de los medios de comunicación, activistas y otras figuras de la sociedad civil.

Basireh Safa Theri, una activista social, abrió una escuela para niñas tras la invasión liderada por EEUU y dice que está siguiendo muy de cerca las negociaciones entre el gobierno nacional y los talibán sobre qué pasará una vez se hayan marchado las fuerzas internacionales. “Están negociando todos los días, pero lamentablemente no han dicho nada respecto a la educación femenina. Solo hablan de poder”, dice.

Mientras tanto, las niñas de su escuela han comenzado a estudiar más. “Sienten que estos son los últimos días de educación que tienen”, dice. “Muchas alumnas y sus familias me dicen que solo podrán venir a la escuela algunas semanas o meses y quieren aprender lo máximo posible en ese tiempo”. 

“Las alumnas vienen a mi despacho y me preguntan ‘¿Vienen los talibán? ¿Podremos venir a la escuela o no? Queremos aprovechar hasta los últimos segundos”.

Traducido por Lucía Balducci.

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