Periodismo en riesgo

Trump amenaza la libertad de expresión en EEUU con su acoso a las voces críticas

Andrés Gil

Corresponsal en Washington —

0

Donald Trump no está haciendo América -como acá llaman a EEUU- más grande. La América de Trump es cada vez más estrecha y oscura. La suspensión por parte de la ABC -propiedad de Disney- este miércoles del programa del cómico Jimmy Kimmel es el último episodio de los retrocesos en la libertad de expresión en EEUU desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, situación se aceleró desde el asesinato del activista y comentarista ultra afín a la Casa Blanca Charlie Kirk, el pasado 10 de septiembre.

Como ocurrió con la cancelación del programa de Stephen Colbert por parte de la CBS, la “suspensión indefinida” del programa de Kimmel vino precedida de presiones directas y públicas por parte de Trump -quien en su celebración del despido de Colbert pidió los de Jimmy Kimmel y Jimmy Fallon- pero, también, por parte del organismo regulador FCC -Comisión Federal de Comunicaciones-.

Pero no solo precedida de amenazas. Las amanezas se redoblaron tras el anuncio de la ABC. Este jueves, el presidente de EEUU, en el vuelo de vuelta desde Reino Unido, amagaba con retirar las licencias de emisión a las grandes televisiones por tener una línea editorial poco trumpista: “Esto también debería discutirse en cuanto a las licencias. Cuando tenés una cadena, tenés programas nocturnos y lo único que hacen es atacar a Trump.... Si mirás, no tuvieron un comentarista conservador en años. Lo único que hacen es atacar, no pueden hacer eso, son una rama del Partido Demócrata. Leí en alguna parte que las cadenas estaban en mi contra en un 97%, y aun así gané fácilmente las elecciones. Solo me dan mala publicidad o mala prensa. Y están operando con una licencia. Creo que tal vez deberían revocarles la licencia. Dependerá de Brendan Carr, es excepcional, es un patriota, ama a nuestro país y es un tipo duro. Así que ya veremos”.

En el caso de Colbert, la FCC, organismo cada vez más politizado a raíz del presidente nombrado por Trump, Brendan Carr, tenía bloqueada una fusión entre Paramount, la matriz de CBS, y Skydance. Y lo que consiguió Trump fue un acuerdo extrajudicial de más de 30 millones de dólares con CBS para que retirara una demanda por la edición en '60 Minutos' de una entrevista electoral a Kamala Harris. Y, además, la cancelación de Colbert. Una vez que Trump tuvo el dinero en el bolsillo y la cabeza de Colbert en bandeja, la FCC dio el visto bueno a la fusión entre Skydance y Paramount.

En el caso de Kimmel, la reacción fue todavía más fulminante. Porque de la FCC depende el visto bueno para movimientos empresariales de Disney, matriz de ABC, pero también de las cadenas de emisoras asociadas a ABC y que le dan cobertura por el país.

En efecto, pocas horas antes del anuncio de ABC sobre Kimmel, Carr se dedicaba a lanzar amenazas en el podcast del activista ultra Benny Johnson sobre posibles acciones contra Jimmy Kimmel, ABC y Disney por los comentarios del cómico sobre el supuesto asesino de Charlie Kirk: “Es un problema muy grave para Disney. Podemos hacerlo por las buenas o por las malas. Estas empresas [Disney y ABC] pueden encontrar la manera de tomar medidas contra Kimmel, o la FCC tendrá trabajo por delante. Tienen una licencia otorgada por nosotros, lo que conlleva la obligación de actuar en beneficio del interés público. Hay quienes piden el despido de Kimmel. Creo que, sin duda, se podría vislumbrar una posible suspensión por este asunto”.

Apenas unas horas después llegaba la suspensión indefinida que había reclamado el delegado de Trump en la Comisión de Federal de Comunicaciones. “Otro medio de comunicación se ablanda bajo la presión del gobierno, lo que es una garantía de que la administración continuará extorsionando y tomando represalias contra los locutores y editores que lo critican”, respondía Ari Cohn de la Fundación para los Derechos Individuales y la Expresión en la CNN.

Por el camino, Nexstar, uno de los mayores grupos de emisoras locales asociado a la ABC, había anunciado que prescindiría del programa de Jimmy Kimmel. Hace apenas unas semanas, Nexstar anunció un acuerdo de 6.200 millones de dólares para adquirir Tegna, otro grupo que gestiona emisoras locales de varias cadenas, que está pendiente de la aprobación regulatoria de la FCC. Es decir, de Barr, el alto cargo que amenazó a la ABC por Kimmel.

Pero esta no era la primera vez que Trump torcía el brazo a la ABC desde que ganó las elecciones en noviembre pasado.

En efecto, en diciembre de 2024 se firmó un acuerdo extrajudicial por el que la cadena de televisión se comprometía a pagar 15 millones de dólares al entonces presidente electo tras presentar una demanda por difamación porque un presentador de la cadena, George Stephanopoulos, acusó a Trump de violador cuando la condena fue por abuso sexual.

Trump, que no pierde oportunidad de atacar públicamente a periodistas y medios de comunicación en cada comparecencia pública, arrancó esta semana mandando callar a un periodista australiano y amenazando con perseguir al corresponsal en la Casa Blanca de la cadena ABC. “Probablemente, persigamos a gente como vos porque me tratás muy injustamente y tenés mucho odio en tu corazón”, le dijo al periodista de la ABC; “estás perjudicando a Australia, y quieren llevarse bien conmigo. ¿Sabés que tu líder vendrá a verme muy pronto? Les voy a hablar de vos”, le advirtió al corresponsal australiano.

Este jueves, también, se encaró con la periodista de la cadena pública NPR que viajaba en el avión presidencial cuando ésta le preguntó cómo piensa declarar organización terrorrista a Antifa, que no es una organización: “¿Con quién estás?”, preguntó. “Con NPR”, contestó ella. “¿Siguen aquí?”, preguntó Trump sorprendido de que el medio formara parte de los periodistas que viajan con él, en tanto que cortó la financiación de NPR radicalmente entre acusaciones de izquierdismo. “Sí”, contestó la corresponsal, que repetió la pregunta sobre Antifa, a lo que dijo el presidente de EEUU: “¿Tienen algo que ver con su medio?”. A lo que contestó la periodista: “No”.

Trump no ve límites cuando se trata de acosar y amenazar a los medios que no lo alaban permanentemente. Ya sea a sus periodistas individuales como a sus empresas. Así, esta semana, también, anunciaba una demanda de 15.000 millones de dólares contra The New York Times, “uno de los peores y más degenerados periódicos de la historia de nuestro país, que mintió sistemáticamente sobre su presidente favorito (¡YO!), mi familia, mi negocio, el movimiento, MAGA y nuestra nación en su conjunto”.

La demanda al Times llega después de otra también millonaria contra el Wall Street Journal por publicar la felicitación de 50 cumpleaños de Trump a Epstein. Trump pidió en julio pasado 10.000 millones de dólares al periódico y su editor, Rupert Murdoch, quien asistió este miércoles al banquete en el palacio de Windsor organizado por la casa real británica por la visita de Estado de Trump a Reino Unido.

“Existe un manual antiprensa en este momento… Si observamos países como Turquía, Hungría e India, esos países tienen elecciones, pero también se esfuerzan por reprimir la oposición al régimen”, decía la CEO de NYT, Meredith Kopit Levien, en una conferencia del Financial Times: “¿Cómo se manifestó ese manual antiprensa en esos lugares? Con acoso a periodistas y descrédito del periodismo independiente. Y se parece a lo que estamos viendo aquí. El New York Times no se dejará intimidar por esto”.

Por contra, Trump no pierde la ocasión de alabar a los periodistas afines, como cuando en junio pasado aplaudió a Monica Paige, corresponsal de TPUSA, el medio de Charlie Kirk, por preguntarle por el cierre de fronteras. Tanto Paige como Kirk mostraron públicamente su orgullo por recibir el sello de aprobación de Trump. “I like you [me gustas]”, le dijo Trump a Paige.

A Trump, también, lo puede la impaciencia y la pulsión por estar en el centro de todos los debates. Así, este jueves, de madrugada, quiso opinar públicamente sobre la suspensión de Kimmel. Y en su aplauso por la decisión, volvió a pedir el despido de los dos cómicos que quedan en antena, en la NBC en este caso: Jimmy Fallon, a quien ya mencionó en el despido de Colbert, y Seth Meyers.

“En conjunto, los ataques a nuestras instituciones mediáticas no tienen precedentes en la historia moderna de Estados Unidos”, afirma Victor Pickard, profesor de política mediática de la Universidad de Pensilvania, en The New York Times. “No se me ocurre ningún paralelismo”.

Trump está amenazando la libertad de expresión en EEUU con una ofensiva que persigue las voces y opiniones críticas, que está consiguiendo acallar a través de la presión sobre sus empresas: ya sea con los órganos reguladores o con demandas multimillonarias en los tribunales.