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BORCEGOS Y TACOS AGUJA

Gas pimienta y un protocolo de bordes difusos

La Policía reprimió a jubilados y docentes que protestaban en la Plaza del Congreso.

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Soy madre por dos. Mi hijo mayor, Juan Marino, es diputado nacional por Unión por la Patria. Soy, además, una madre orgullosa de sus hijos. Me inflo toda cuando hablo de ellos. No necesito decir lo que puede sentir una madre cuando atacan a sus hijos, cuando los agreden, cuando los lastiman. Algo en mí se rompe.

Eso pasó ayer. Lastimaron a mi hijo. Lo quemaron. Él es militante político desde hace veinte años y no es la primera vez que está expuesto al peligro. Va al frente, pone el cuerpo, no se calla. Entonces lo atacan. Por redes, en la tele, en la calle. También lo quieren. Tiene cantidad de fans y seguidores que aprecian, valoran y confían en él y en su lucha. En pandemia, por ejemplo, puso el cuerpo en los barrios carenciados. Hizo y hace un montón de cosas por los demás. Es también un excelente orador y sabe transmitir sus ideas de manera clara y segura. Lo que quiere Juan es un mundo donde no haya algunos pocos que concentren toda la riqueza y otros muchísimos que tengan hambre.

Juan viene repitiendo hace tiempo que comer es un derecho. Y hoy habla de genocidio económico cuando se refiere a las políticas de la motosierra y la licuadora del gobierno nacional. Así lo desarrolló en su Tesis de abril (en homenaje a un libro de Lenin) donde plantea su postura, hace un análisis detallado de la realidad y del presente y busca soluciones.

Ayer a la mañana, Juan bajó las escalinatas del Congreso con otra diputada de Unión por la Patria, Lorena Pokoik, para apoyar a jubilados y docentes que protestaban de manera pacífica. Es bastante difícil para un cerebro entender que se reprima a esos dos grupos de la sociedad. Lo han hecho las dictaduras. Lo vuelve a hacer el gobierno amparado en un protocolo de bordes difusos (si estás en la calle puedo tirarte, pero te tiro también si estás en la vereda). No importa la fragilidad ni la inmunidad parlamentaria. Un presidente que juró de espaldas al Congreso, un diputado herido por la fuerza que representa la ley. Cómo no volvernos locos. Cómo, siendo una madre, puedo estar tranquila.

Entonces, pasó lo que pasó. Así lo cuenta él:

“Nos acercamos, con nuestros carnets de diputados, pidiendo que el responsable del operativo nos explicara por qué estaban reprimiendo una marcha de docentes y jubilados. Un policía de la Ciudad sin identificación nos tiró el nuevo gas directamente al rostro.”

Aclaro que está demostrado que “el nuevo gas” tiene efectos muy graves en la salud. El resultado fueron quemaduras severas en rostro y cuello.

¿Es casualidad?

¿Qué pasaba adentro del Congreso mientras afuera reprimían con una exhibición de fuerza desproporcionada a dos grupos sensibles de la población y a sus representantes?

Ricardo Herrera (Unión por la Patria) es el vicepresidente de la Comisión de Previsión Social. Explica que entre las 11.00 y las 17.00 se realizaba en el interior del recinto una “charla con especialistas, periodistas, gente interiorizada en el derecho previsional para hacerle observaciones al DNU, defendiendo las distintas propuestas de una nueva fórmula jubilatoria. Se recibió al titular de ANSES. Juan iba a acompañar a jubilados que iban a venir a manifestarse, en este caso se juntaron docentes y empezó a ver se armaba un protocolo antipiquetes y empezaron a reprimir a los jubilados que iban caminando por Entre Ríos entre Rivadavia e Hipólito Yrigoyen. Pero nada podía haber cambiado el destino de los jubilados ni del gobierno dentro del Congreso, donde se estaban exponiendo ideas y propuestas. Nada que hiciera que el gobierno pudiera sentirse perjudicado. Es desproporcionado el ataque y la represión con la que se manejó la policía de la Ciudad y la Policía Federal al momento de reprimir a los compañeros y compañeras abajo. Acá arriba no había nada que pudiera cambiar el rumbo de las cosas”.

Con respecto a los proyectos que están barajando los distintos bloques, Herrera señala: “La idea nuestra es sacar una propuesta superadora a la del gobierno, que va a congelar la jubilación, porque supuestamente en un gobierno al que le va a ir bien y va a bajar la inflación, atarla solamente al índice inflacionario es condenar a los jubilados al ajuste permanente. Eso es lo que estamos discutiendo en el Congreso y es lo que queremos pasar del DNU a una ley”.

Los jubilados, afuera, marchaban contra el DNU con el lema: “Genocidio silencioso. Jubilados de luto”. Hablo para comprender el concepto con el radical Eduardo Santin, uno de los voceros de la Multisectorial de Jubiladas y Jubilados, que participó de la reunión. “La jubilación está muy por debajo en la línea de pobreza y hace muy complicada la subsistencia. En el mejor de los casos van a ganar 240 mil pesos, eso hacen que no tengan solucionado su nivel de vida. No todos los jubilados tienen PAMI y la baja en los medicamentos cayó a niveles históricos. Los viejos se van a terminar muriendo, como dice la canciller: como se van a morir, para qué los vamos a cuidar. Cuidemos a quienes tengan fuerza de trabajo. La Legrand dice: No nos cuidan. Quieren disminuir los impuestos que van al sistema previsional para repartir entre otros. Se van a salvar los que tienen mucha plata. Una forma de achicar el padrón de jubilados y que se mueran”.

Yo también, como Juan y como millones de argentinos, quiero un país donde la muerte llegue cuando tenga que llegar, no antes. No por hambre, ni por frío, ni por las balas de la represión cuando salimos a las calles a protestar. El Estado debería cuidar a los jubilados y los docentes, a sus representantes y a nuestros hijos. Debería cuidarnos, no lastimarnos. Tenemos derecho a no ser motoserrados, ni el Estado, ni nosotros, por el gobierno del nuevo gas pimienta. 

GS/MF

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