Panorama Político

Un Gobierno arrinconado por sus propias trampas y una reacción conservadora que aún tiene resto

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No hay motivos para suponer que la ola de ultraderecha comenzó a extinguirse en Argentina, donde tiene a uno de sus exponentes más radicalizados. Ha sido de tal magnitud la exaltación de valores y odios que supo interpretar Javier Milei, que un severo fracaso en una cita electoral tan importante como la bonaerense del domingo pasado es un dato a tener en cuenta, pero no debería precipitar conclusiones. La llama del individualismo extremo y la reacción antiprogresista se encendió hace años en el país. No se apagará fácilmente.

La fuerza de ese fenómeno local y global combina con un comportamiento electoral evidenciado al menos en la última década que invita a pensar que puede haber vuelcos y correcciones de cara a las legislativas del 26 de octubre. La experiencia reciente fue pródiga en giros inesperados entre elecciones primarias, generales y segundas vueltas.

Sin embargo, la presunción de que el Gobierno está arrinconado, con pocas cartas en el mazo y riesgo de desbande recorre el sistema de poder en Argentina.

El diagnóstico descarnado y el agobio penetraron incluso en sectores empresariales y financieros que hasta hace semanas celebraban un cambio definitivo de paradigma en citas endogámicas hasta lo inverosímil. Luis Caputo explicaba en convenciones y cócteles que “la gente se dio cuenta y no le cree al populismo”, mientras arengaba, “comprá, campeón”, para el aplauso de la concurrencia. Las groserías de Milei disparaban risotadas o alguna mueca incómoda, nunca la desaprobación, y la expectativa de un éxito electoral para La Libertad Avanza (LLA) era transmitida con convicción. “La oposición me da asquito”, llegó a decir un representante empresarial en el Council of the Americas, tres semanas atrás. No hubo decoro. “Milei es lo que Argentina necesita hoy”, apostilló la estadounidense que preside ese foro.

En la semana que pasó, parte de la concurrencia del Council se dio cita en la exposición de Argentina Oil&Gas en la Rural. Hubo de todo. Desde comentarios despectivos sobre votantes que prefieren la fácil y se dejan tentar por espejitos de colores, cierta negación como si nada hubiera pasado, a la aceptación de que la apuesta a “la eliminación del riesgo kuka” con Milei a la cabeza es una irresponsabilidad temeraria.

Mauricio Macri, buen lector de escenarios electorales —al menos hasta hace poco—, transmite un pronóstico reservado para el Gobierno, tanto en las urnas como en el horizonte político.

Para el expresidente, la derrota de LLA y la consolidación autónoma de Axel Kicillof en la primera línea política tuvo un sabor agridulce, según transmiten quienes lo escucharon en estos días. El resultado bonaerense no dejó de ser una derrota propia para Macri, por lo que se jugaba el PRO, porque nunca le causará gracia ver a un kirchnerista festejar y porque sigue concibiendo que Milei lleva adelante su propia agenda. Pero también, el desplome de LLA fue una luz de esperanza para la vigencia del PRO y del exmandatario. Un partido que prácticamente había bajado los brazos encuentra ahora que no todo está perdido.

Mauricio Macri, buen lector de escenarios electorales —al menos hasta hace poco—, transmite un pronóstico reservado para el Gobierno, tanto en las urnas como en el horizonte político

El conductor de la fuerza conservadora-liberal más exitosa de la historia electoral argentina, con un estilo de construcción sofisticado, se siente intelectual y políticamente absorto ante ese liderazgo primitivo que conforman los Hermanos. No comparte el mecanismo de decisión, ni la mirada táctica, ni las formas. Una victoria rotunda del armado pergeñado por Karina y los Menem habría extinguido la posibilidad de otra identidad que no fuera la de LLA en el espacio de derecha. Ahora, Macri puede cobrarse tarde o temprano el “yo te avisé”, mientras goza que Patricia Bullrich, incombustible como es, trata de desandar el desprecio reciente.  

Ocurre que el Ejecutivo quemó todos los incentivos para atraer hipotéticos aliados, ahora que las aguas bajan. ¿Qué ganaría Macri o cualquier desamparado del PRO de subirse a la campaña para defender listas que armó el tándem Milei-Menem con métodos sórdidos, ante la perspectiva de una victoria mezquina para lo que se preveía o, directamente, una derrota?

Mercado en crisis

La misma pregunta cabe para varios gobernadores amigables que caminan hacia octubre con su propia lista, en competencia con el sello de LLA. El cordobés Martín Llaryora, el santafesino Maximiliano Pullaro, el correntino Gustavo Valdés y otros por el estilo tardaron horas en releer su lugar en el mundo. Llegaron a la campana de largada del largo año electoral con la presunción de que compartían mercado de votos con la ultraderecha gobernante. De buenas a primeras, se encuentran con que no hay espacio para dos en ese núcleo en crisis e improvisan un discurso opositor.

Los gobernadores (ex) amigables no están en el mejor de los mundos. El registro de votaciones de senadores y diputados aliados de los Hermanos los encuentra “dándole las herramientas al Presidente” hasta para desactivar la investigación parlamentaria por la estafa $LIBRA y proteger al entrerriano comprado Edgardo Kueider, quien era considerado tropa propia por cordobesistas y santafesinistas. Llaryora y Pullaro funcionaron hasta meses atrás como invitados estelares de las convenciones empresariales que celebraban “el cambio de raíz” que significaba la era Milei. Con esas credenciales, deben buscar votos en el revalorizado antimileísmo, que encuentra expresiones más genuinas en variantes del peronismo y la izquierda.

El Ejecutivo no mostró ninguna reacción destacable en cuanto a cambio de nombres y oxígeno provisto por aliados. Apenas recategorizó el papel de Lisandro Catalán de secretario a ministro del Interior y convocó a Casa Rosada a los gobernadores de Mendoza, Entre Ríos y Chaco. Esos mandatarios son los que aceptaron las condiciones impuestas por Karina-Lule Menem para octubre, resignando nombre del partido, color de la boleta y candidatos, como quien cierra el candado, se queda del lado de adentro y tira la llave. De haber podido elegir, la foto que menos hubieran buscado esta semana Alfredo Cornejo, Rogelio Frigerio y Leandro Zdero habría sido la de la mesa del despacho presidencial junto al Presidente y Caputo. Como quien trata de tener un plan B, dos de ellos whatsappearon a Kicillof para transmitirle felicitaciones por el resultado de los comicios bonaerenses.

Nudo

El nudo de la ola de escepticismo que atraviesa estamentos económicos “promercado” y el espectro político del centro a la derecha, y que incluso se dejó traslucir en la comunicación del Fondo Monetario Internacional, es que el Gobierno de los Hermanos Milei encuentra impedimentos estructurales para fomentar el giro electoral que le permita una victoria nítida en octubre.

La decisión de —lejos de desarticular— potenciar el papel de los Menem en la mesa política está fundamentada mucho más allá de la supuesta impericia superlativa de Karina para pensar, contar y ejecutar la política. La explicación está puesta negro sobre blanco en los audios atribuidos a Diego Spagnuolo y en el testimonio del consultor Fernando Cerimedo ante el fiscal Franco Picardi el jueves por la noche.

El extitular de la Agencia de Discapacidad (ANDIS) y el estratega político de ultraderecha, exaccionista mayoritario de la usina La Derecha Diario, describieron una presunta ruta de corrupción que comienza con hombres grises puestos en oficinas públicas para organizar las coimas y termina en los Menem y Karina —según Spagnuolo— y “Casa Rosada” —Cerimedo—. Como difícilmente la trama descripta termine en un granadero, cabe inferir que Javier Milei estaría implicado.

La pista del soborno hacia la Casa Rosada que investiga Picardi, reforzada por el testimonio de Cerimedo, no fue desmentida con argumentos razonables por ningún funcionario ni por sus múltiples voceros en las pantallas de Clarín, La Nación y América. Milei gritó que denunciaría a su examigo íntimo Spagnuolo durante una visita tormentosa a Lomas de Zamora hace veinte días. No lo hizo. Algún gentil de los que escuchan ópera en Olivos esboza que es imposible que Milei robe porque no le interesa la plata. Piden un escarmiento contra Spagnuolo, pero frenan a tiempo, porque conviene no abundar. Bullrich, el fiscal Carlos Stornelli y estamentos de Clarín reconstruyen una alianza chamuscada para denunciar una operación de Inteligencia. La causa da dos pasos y tropieza consigo misma. En un Gobierno en el que funcionarios y diputados oficialistas se filman, se graban y se traicionan a diario y a la luz pública, ni la inventiva de Bullrich es útil para lanzar versiones al vuelo sobre conspiraciones de rusos, iraníes y venezolanos.   

Bullrich, el fiscal Carlos Stornelli y estamentos de Clarín reconstruyen una alianza chamuscada para denunciar una operación de Inteligencia. La causa da dos pasos y tropieza consigo misma

Para la lectura sobre qué hay detrás de los audios y la denuncia que apunta a una hermana definida por un canto popular como “alta coimera”, más que las elucubraciones de Bullrich, resulta útil reparar en que el abogado de Cerimedo es Alejandro Sarubbi Benítez. Este letrado conduce programas en Carajo, medio orgánico de las Fuerzas del Cielo, y dedicó buena parte de su energía de las últimas semanas a apuntar contra Spagnuolo, los Menem y Sebastián Pareja, alfil de Karina.

En un país con tribunales tan atentos a los resultados electorales, la investigación sobre los supuestos sobornos de ANDIS podría haber naufragado en una decisión arbitraria de la Cámara Federal si LLA no perdía como lo hizo el domingo. Así las cosas, el juez Sebastián Casanello y el fiscal Picardi, que no orbitan en el bloque de impunidad de Comodoro Py, ganaron tiempo para resistir que sus superiores les manoteen el expediente.

Preservar la estructura de Karina y los Menem es una trampa para cualquier proyecto político. En beneficio de la preferencia por mantener el statu quo, cabe preguntarse qué opciones tienen dentro de su espacio para reorientar el armado político, en un contexto en el que los aliados tienen más incentivos para huir que para acercarse. Si la alternativa son las Fuerzas del Cielo, aparece otra trampa estructural para el Gobierno: su falta de densidad política e intelectual no se agota en un Rasputín.

Alarma: plan B

Ese grupo dirigido por Santiago Caputo cumple un papel presente en gran parte de los movimientos de alt-right que crecieron en el mundo. Agita la xenofobia, el antifeminismo y el antiizquierdismo. Coquetea con la iconografía fascista o nazi, sin que por ello se inscriba plenamente en lo fascista o lo nazi. Medra en el Estado mediante el manejo de presupuestos, contratos y fondos de Inteligencia, pero hace alarde de no aspirar a cargos. Caputo, el tercer hombre más poderoso del Ejecutivo hasta hace semanas, cuenta apenas con un contrato como asesor, mientras que Daniel Parisini (Gordo Dan) afirma haber rechazado ofertas de puestos.

Algunos opositores “amigables” le atribuyen a Caputo mayor comprensión de los límites que los voraces Menem. Puede ser un activo. Sin embargo, en un momento en que una parte importante de la población parece haber dejado de prestar atención a las provocaciones que parten de la boca de Milei, la duda razonable es si la agresión despiadada a la hija con parálisis cerebral de un senador, un médico del Garrahan, un hijo de un desaparecido o un jubilado que gana la mínima es más o menos lesiva para el oficialismo que la propensión del eje Karina-Menem-Pareja a lotear candidaturas entre marginales de la política.

A la trampa autoinfligida de estar sometido a dos fuerzas en pugna que por un azar de la historia fueron útiles un tiempo, pero hoy son un lastre, se suma la encerrona económica.

Economistas de todas las tendencias describen el siguiente cuadro. El Gobierno prefirió pagar con recesión el mantenimiento de un dólar barato, con el fin de contener la inflación, algo que Milei estima que es su contrato electoral excluyente. Las altas tasas de interés para desincentivar la compra de dólares provocaron una parálisis tras un derrumbe histórico en el primer semestre del ultra, un bienio recesivo y una década horrible, y la economía ya entró en un nuevo ciclo negativo. El dólar barato aceleró las importaciones y complicó las exportaciones, lo que deterioró el mercado laboral y empeoró la cuenta corriente. Faltan dólares. Caputo pudo sortear la escasez gracias a un blanqueo hipergeneroso en 2024 y al nuevo préstamo del FMI por US$20.000 millones firmado en abril pasado, que se sumó al de US$44.000 gestionado por él mismo en 2018. Ya no hay conejos en la galera.

El Banco Central se empecinó en no acumular dólares durante la primera mitad del año, cuando las exportaciones del agro son abundantes, y ahora carece de reservas para enfrentar los meses que quedan de 2025, cuando ganan las importaciones. El dólar fota al techo de la banda. Esfumada la expectativa de que un buen resultado para LLA en las elecciones de medio término traería calma, ahora el Ejecutivo se encuentra en el peor de los mundos, sin herramientas para enfrentar la presión sobre el dólar, más allá del préstamo del FMI. Si se empiezan a erosionar esos fondos, no hay red. La generosidad ilimitada del organismo internacional que quedó prendido al destino de Milei fue respondida con un primer incumplimiento de las metas en la primera revisión del nuevo préstamo, apenas tres meses después de otorgado el crédito, y no hay perspectiva de que las cosas cambien en las revisiones por venir.

Los economistas desarrollan sus diferencias cuando se aborda más allá de la secuencia descripta. Unos celebran “el ancla fiscal”, que Milei define como el “ajuste más grande de la historia de la humanidad”, porque eliminó el déficit y la necesidad de cubrirlo con emisión monetaria. Ven solvencia en ello. Otros advierten que bajar impuestos a los individuos y las empresas más ricos, a la vez que se reduce a la mitad el poder adquisitivo de los salarios de los docentes universitarios, se paraliza en seco la obra pública o se rebana 20% de las jubilaciones en términos reales es una receta fácil, pero inviable.

Aunque el punto de partida fue diferente y hay matices, se acelera la sensación de que el eje Bullrich-Sturzenegger-Caputo 2018 llegó a un punto muy similar al eje Bullrich-Sturzenegger-Caputo 2025.

Macri utilizó algunos fusibles que tenía en su dispositivo político cuando se quemó el tablero. Apartó rasputines, cambió políticas, delegó parte del tablero y llegó al final del mandato con 40% de los votos. Milei no tiene fusibles.

SL

slacunza@eldiarioar.com