Moderación: el nuevo lenguaje del bienestar
Durante años, la conversación sobre consumo y salud se movió entre polos opuestos: entre la permisividad y la prohibición, entre el placer y el riesgo. Pero el mundo cambia, y con él, las actitudes. Hoy, la moderación emerge como el nuevo lenguaje del bienestar, una forma de equilibrio que combina libertad, responsabilidad y propósito.
Desde Delfos hasta la era digital, la idea de “nada en exceso” ha sido una brújula moral y práctica. En tiempos de algoritmos que amplifican los extremos, el equilibrio vuelve a ser contracultural. Elegir con calma, disfrutar con medida y actuar con conciencia se han convertido en gestos de madurez y de modernidad.
Del miedo al conocimiento
Durante años, la comunicación sobre alcohol se basó en el miedo. Sin embargo, los mensajes del tipo “no hay nivel seguro de consumo” simplifican una realidad compleja.
La National Academies of Sciences, Engineering and Medicine de Estados Unidos encontró en 2024 que los adultos que beben con moderación presentan un 16 % menor riesgo de mortalidad por todas las causas frente a quienes nunca beben.
La evidencia científica actual coincide en que la relación entre alcohol y salud es compleja y depende de la dosis: los efectos varían según la cantidad, la frecuencia y el contexto, pero también según características personales. Esa es precisamente la razón por la que la moderación - más que la abstinencia - se consolida como una política sensata y basada en evidencia.
La mayoría de los adultos que eligen beber lo hacen de manera moderada. Las encuestas internacionales muestran que más del 80 % de las personas en países como Estados Unidos o el Reino Unido considera que beber con moderación es una forma responsable de disfrutar. Ese consenso social marca el rumbo: la clave no es prohibir, sino acompañar con información equilibrada.
No se trata de promover el consumo, sino de promover información y transparencia. Las políticas públicas funcionan mejor cuando tratan a los adultos como ciudadanos responsables, no como sujetos pasivos de campañas alarmistas.
Equilibrio: la nueva aspiración
La moderación se ha vuelto aspiracional. En lugar de exceso o abstinencia, las nuevas generaciones prefieren elección consciente.
El auge de los cócteles sin alcohol, las versiones “0.0” o las iniciativas sober curious marcan una tendencia: disfrutar sí, pero con control.
Las grandes empresas del sector también están evolucionando. Campañas como Drink More Water (Pernod Ricard) o Smashed (Diageo) promueven hábitos responsables, mientras la alianza IARD impulsa estándares globales que hoy cubren el 98 % del marketing digital de la industria, garantizando que solo llegue a adultos.
En Argentina, Cervecería y Maltería Quilmes impulsa desde hace años la iniciativa Héroe de la Noche, que destaca el rol del conductor designado en salidas sociales, mientras la Cámara de Cerveceros Argentinos apoyó activamente la campaña nacional Alcohol Cero al Volante, en alianza con la Agencia Nacional de Seguridad Vial, reforzando el compromiso del sector con la conducción responsable y la prevención.
El resultado de estos esfuerzos combinados es tangible: entre 2010 y 2019, las muertes atribuibles al alcohol cayeron un 20 % a nivel global, y el consumo per cápita bajó un 12 % (OMS, 2024). Este progreso es visible también en la vida cotidiana: en las últimas dos décadas se ha reducido drásticamente la conducción bajo los efectos del alcohol, el consumo entre menores y el consumo durante el embarazo. Detrás de estos avances hay una combinación de educación, regulación y responsabilidad compartida.
La experiencia internacional demuestra que los avances más duraderos se logran cuando el sector público, el privado y la sociedad civil trabajan juntos bajo un mismo principio: la moderación no se impone, se construye colectivamente.
El arte de vivir sin extremos
Beber con moderación también tiene un valor social y cultural: compartir una copa, brindar o celebrar en comunidad son prácticas que han acompañado a las sociedades durante milenios. La clave está en preservar esas tradiciones desde la responsabilidad, reconociendo su papel en la conexión humana y el bienestar colectivo.
La moderación no es tibieza. Es un acto de conciencia. En un mundo saturado de información, ansiedad y consumo, el equilibrio se vuelve una forma de liderazgo personal.
En el mundo del vino vemos otro ejemplo similar: así como las bodegas dejaron de competir por volumen para competir por autenticidad, los consumidores buscan coherencia antes que cantidad.
“En una era de extremos, la verdadera transgresión es el equilibrio.”
Elegir bien, disfrutar con medida y vivir con propósito son las claves de un bienestar más humano.
Porque, en definitiva, la moderación no es una renuncia: es una forma de libertad.
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