SOY GORDA (ESEGÉ)

La llanura del lenguaje y las amigas

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¿Conocen las galletas de la fortuna? Las trajo a casa Marina Omacini, una amiga preciosa que es investigadora del Conicet en hongos y pastizales, además de docente en la Facultad de Agronomía de la UBA.

Tienen sabor a vainilla, que -dicen- trae felicidad. Pero lo más sorprendente (al menos lo fue para mí) es que vienen con un papelito enrollado en el interior y una frase que le revelará a quien le toque un secreto sobre su suerte. “Si no te movés retrocedés”, leyó Marina.

Valeria, la voz cantante y sonante del grupo de amigas que se reunió conmigo en la cocina verde, dijo pri: “Deja que florezcan flores, deja que los pensamientos fluyan”. Ella es Erlijman de apellido, médica psiquiatra, fotógrafa, una mujer llena de entusiasmo, creadora de la Vereda del Encuentro, un experimento pandémico que llevó su arte de imágenes a las puertas de la casa en la que vive en el barrio de Almagro.

“El primer paso es el que más cuesta”, leyó Fabiana Perelman, ex docente, amiga de una infancia compartida en el oeste bonaerense, cuando comíamos las pizzas caseras de su mamá y jugábamos al fútbol con Esteban Shock, Nora Kogan, Silvia Jacubovich, Claudia Manzanal y Gabriel Lejtman (todos tanos, menos Silvana López, de origen español, aunque su mamá era la Julita Haimovichi).

“Cuida lo escencial del vínculo”, señalaba el texto para Mariana Falco, cantante de música popular que nos regaló un tema de Janis Joplin a capella y sin capelina, con un registro grave, pero divertida sin gravedad alguna.

Con Mariana fuimos al campamento del Colegio Nacional Buenos Aires en 1974 y en el volante un compañero se hizo pis de noche, en la carpa, mojando mi bolsa de dormir. También estuvo Malena Gallardo, una de las pibas desaparecidas del CNBA, con 15 años era la secuestrada más joven de la dictadura, entre los más de cien jóvenes que asesinaron o desaparecieron los genocidas.

Norma Pili Sansoni le debe su nombre a la ópera homónima. Es arquitecta y especialista en arte contemporáneo. También ha hecho valiosos trabajos fotográficos, como la serie en la que capturó distintas escenas de las violencias en los partos, en un hospital público. “La felicidad no depende de la aprobación de otras personas, depende de tu propia aprobación”, reza la tirita que el azar le deparó.

En tanto, Rosana Vespa, la contadora del grupo, también tuvo la fortuna de Falco: “Cuida lo esencial del vínculo”. Ro es la mamá de Lucas, compañero del jardín de mi hijo Pablo y una excelente hija que tiene que lidiar ahora con un momento difícil para sus padres mayores. Algo que nos pasa o nos ha ocurrido a la mayoría del grupo de brujas que bebimos champán por la vida.

Es cierto que, como el horóscopo chino o el occidental (los signos del zodíaco, ¿dónde nacieron?), las frases de las galletas afortunadas pertenecen al orden del pensamiento mágico, el que está más allá de la física, según Aristóteles. Y acaso eso, ¿lo hace un tipo de lógica menor, ilógica? En todo caso, que alivio da sentirse acompañado por una idea sugerente, como el sana sana colita de rana para los chicos.

“Estoy en ascuas”, me dijo Virginia Rubin, una psicóloga que supo ser actriz y trabajó desde la Asociación Argentina de Actores con mis padres por la aprobación de la ley de doblaje.

Rubin no comprende el inglés, como tantísimas otras personas que hablan el idioma de los argentinos y que se quedan afuera de las “conversaciones” que se establecen en las redes. Facebook e Instagram, sobre todo. Antes de irse a hacer las compras y atender a sus pacientes, me dice: Tengo la certeza de que cuando cuando uno no levanta la palabra se queda afuera. A mí me cuestan mucho los idiomas; mi mamá me mandó a estudiar inglés y el profesor le dijo a ella: Elsa, no gaste en Virginia, es un desastre. No sabés las veces que fui a Brasil y tampoco puedo hablar en portugués. Hay un deseo de que esto cambie, debe haber mucha gente que no puede entender, no solo a los de clase media, sino a los que no están instruidos. Cada vez se les cierra más. Yo tengo un diccionario y a quién preguntarle. Apenas hablan castellano. Me doy cuenta de que no casualmente siempre son los mismos los marginados. Siempre que hay algún problema trato de hacerlo visible, aporto con lo que sé, aunque no sea una conferencia. Me sale así, con un lenguaje llano para ser comprendida por todos.“ 

“El (reciente) día del gráfico es muy importante para los trabajadores, porque se celebra el primer convenio nacional de los trabajadores gráficos. Esto sucedió gracias a la intervención y participación de Eva Duarte de Perón en 1950. En el AMBA, se festeja todos los años en el predio del Sindicato Gráfico. Familias enteras de trabajadores nos juntamos a jugar al fútbol, al truco, comer un asado y realizamos sorteos de juguetes para los hijos de los trabajadores”. El que habla es Sergio Vega, gráfico y actor. Hermano de Lorena Vega (la psicoanalista de Envidiosa y también protagonista de Mazel Tov, de y con Adrián Suar) Sergio se interpreta a sí mismo en Imprenteros, el filme y la obra teatral. 

¿Qué es una familia?, se pregunta Lorena al inicio de la película. A través de un viaje para editar el libro basado en la pieza escénica, los Vega, con la editora Gabriela Halac, unen el mundo del teatro con la edición literaria, la gráfica y el cine, donde memoria, archivo y ficción buscan dar respuesta a esa pregunta sobre esa conformación social nuclear.

Como abogado especializado en derecho internacional, el inglés Philippe Sands participó en distintos juicios. Dos casos impunes que investigó fueron el de Augusto Pinochet en su país y el de Walther Rauff, oficial de las SS alemanas que se refugió en Punta Arenas, al sur de Chile. Rauff fue quien inventó la cámara de gas ambulantes y en el país trasandino administró una conservadora de carne de cangrejo. El jerarca nazi y el dictador chileno tuvieron vidas conectadas. Sands relata en Calle Londres 38 (Anagrama) su periplo en pro de hallar el vínculo entre sendos hombres y sus destinos. Las masacres del pasado y las del presente, la vida de los Selknam de la Patagonia, las conexiones que confluyen en la calle Londres número 38, en Santiago, arman un relato deslumbrante, contenido en unas 570 páginas muy documentadas.

“Un thriller absorbente; una profunda, lúcida e indispensable reflexión sobre la justicia y la impunidad”, lo definió Javier Cercas. “Este libro no es solo el más ambicioso escrito por Philippe Sandas, también es el mejor. Apasionante”.

LH/MF