El periodista Sebastián Lacunza tuvo una tardía hidalguía: me llamó después de publicar en este medio un extenso repaso de los pormenores de la candidatura presidencial de José Luis Espert en 2019, hace seis años. Su publicación fue replicada por varios portales, lo cual torna aún más perjudicial su completamente desdeñosa y lesiva mención a mi partido —UNIR— y a mi persona, sin consultarme con antelación para corroborar lo que escribiría o para incluir mi refutación.
Lo agresivo y desacreditante es la afirmación “el viejo te va a cagar”, como advertencia que habría recibido Espert en los días previos al acuerdo que celebró con nosotros allá por febrero-marzo de 2019.
No voy a utilizar el malsonante verbo —así lo significa la Real Academia—, sino otro más coloquial y también gráfico: nunca en toda mi vida política embromé a nadie. Sí me engañaron muchos. Es al revés, pues: de presunto embromador a embromado. No voy, naturalmente, a desmenuzar esta afirmación, pero sí digo que es absolutamente veraz.
Desde que empecé en la política a los 15 años pasaron 23 presidentes, contando al actual. Fui oficialista con convicción y hasta pasión sólo una vez: con el presidente Arturo Illia. Tengo cual timbre de honor haberlo acompañado desde las 21.30 del 27 de junio de 1966 hasta las 7.25 del día siguiente cuando fue bochornosa e imperdonablemente desalojado de la Casa Rosada por la Infantería de la Policía Federal siguiendo órdenes del jefe del Ejército. En la película “La Republica Perdida” se me puede ver en la explanada de la Rosada, tan triste como taciturno en ese día fatídico. Salimos caminando con Fernando De la Rúa por calle Florida casi sin hablar, abrumados por la pena.
¿Cómo se puede ser tan embromado y a la par tan alejado de las mieles del poder y, correlativamente, tan aferrado a los ideales y convicciones? No tiene lógica el menosprecio que contiene la nota de Lacunza.
Espert supuestamente sabe de economía, pero su rusticidad y falta de ilustración salta a la primera mirada. Había una incompatibilidad objetiva entre él y UNIR. ¿Por qué nos embarcamos en un acuerdo con Espert entonces? Porque UNIR tenía decidido participar de las elecciones en 2019. Alfredo Olmedo era el dirigente que respaldábamos. Pero literalmente de la noche a la mañana, se bajó. Nunca lo explicó ni públicamente ni a nosotros. En esas circunstancias, apareció Espert.
Sé que el acuerdo que celebramos en febrero de 2019 fue rechazado por Javier Milei y otros. Nos acusaban a nosotros de “estatistas”, sin conocer cómo y en qué profundidad nosotros habíamos ido transitando desde una idealización del Estado en nuestra juventud, hasta tachar a “Papá Estado” como una de las causas de la decadencia argentina. Está escrita y publicada esta fortísima mutación de nuestro pensamiento en mis artículos. Sobre todo, en el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca a partir de 1983 y durante más de tres décadas.
La candidatura de Espert afectaba a la reelección de Macri. Por eso tuvimos insistentes exhortaciones para que dejáramos ese acuerdo con el economista y apoyáramos a Mauricio Macri
Acaeció que Milei en aquel entonces se dejó llevar por el prejuicio. Asoció mecánicamente nacionalismo con estatismo, sin reparar que nosotros estábamos convencidos de que cuanta más Nación y menos Estado tengamos, más prosperidad y futuro tendrá la Argentina. Como fuimos compañeros de banca en la Cámara de Diputados entre 2021 y 2023, Milei y yo aprendimos no sólo a respetarnos, sino a ser amigos.
La candidatura de Espert afectaba a la reelección de Macri. Por eso tuvimos insistentes exhortaciones para que dejáramos ese acuerdo con el economista y apoyáramos a Mauricio Macri. Las encuestas estaban indicando que había cierta paridad con el kirchnerismo-justicialismo. Nosotros pasábamos a ser el fiel de la balanza.
Por otra parte, los tuiteros de Espert no se cansaban de publicar en las redes una invitación a votar por el economista acompañando un dibujo de una tijera, en inequívoco mensaje de que se cortara boleta y sólo se votase la de presidente. Algo gravísimo que violaba la esencia misma del acuerdo.
Unánimemente, UNIR decidió orgánicamente separarse del acuerdo llamado Despertar.
¿Hubo señales de que Espert era funcional al peronismo? Innumerables y objetivamente incuestionables. Nosotros no queríamos ni por asomo el retorno kirchnerista, y eso fue determinante para nuestra decisión, además de la amenaza de que muchos de sus votantes tirarían al tacho la parte de diputados nacionales de la boleta.
Una digresión sobre los hitos de los que me honró, ademas de haber velado la República esa madrugada del 28 de junio de 1966. En 1964 fui elegido en el mejor cargo ad honorem de mi vida: secretario general de la Juventud de la Unión Cívica Radical. En 1969, el dictador Juan Carlos Onganía declaró el estado de sitio, y en la lista de personas a detener estaba mi nombre. Fue mi única y honorable orden de prisión.
Una palabra sobre traiciones y engaños. El vicepresidente de Hipólito Yrigoyen, Enrique Martínez, se negó a reprimir el desfile de los cadetes del Colegio Militar desde El Palomar hasta la Rosada comandandos por el general (R) José Félix Uriburu en ese también nefasto 6 de septiembre de 1930, el golpe que inició el declive nacional. Digo un desfile porque a eso se limitó el golpe. Era fácilmente sofocable. Cuando Martínez vio adentro de la Rosada que los insurrectos no le pondrían la banda a él sino a Uriburu, dijo con voz sonora: “Me han traicionado”. Matías Sánchez Sorondo —el cerebro civil de la asonada— le contestó: “No doctor Martínez, se traiciona a los amigos; a los enemigos de los engaña”.
Con Espert, que nunca fue amigo, no existió traición. Y como tampoco fue enemigo, no se lo engañó. Simplemente pudimos superar una trampa en la que estábamos metidos.
Al irnos de ese acuerdo en 2019, no nos fuimos al poder, sino a seguir en el invierno político pues debimos —como millones de argentinos— soportar desde el llano al vergonzoso desgobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa.
Ni UNIR ni yo estamos en política para tender trampas ni para beneficio personal. Sorteando cien acechanzas, acá estamos listos para ayudar a nuestro país con nuestra lealtad incondicional.
Alberto Asseff es ex diputado y cofundador del Partido Nacionalista Constitucional
La nota del domingo estuvo centrada en la relación entre José Luis Espert y Federico “Fred” Machado, un argentino con pedido de extradición de Estados Unidos por presuntos delitos de narcotráfico y fraude. En el marco de informaciones sobre el apoyo dado por Machado al candidato presidencial del Frente Despertar en 2019, la nota narró el papel de Asseff y el Partido Nacionalista Constitucional - UNIR en ese armado.
Espert y Asseff pactaron presentar la candidatura presidencial bajo el paraguas de esa formación el 5 de marzo de 2019. Tres meses después, a horas del cierre de la inscripción de fórmulas ante la Cámara Nacional Electoral, Asseff se retiró del acuerdo y pasó a ser candidato a diputado por Juntos por el Cambio, liderado por Mauricio Macri. La postulación de Espert estuvo a punto de naufragar, pero consiguió un nuevo sello.
Ese comportamiento valió graves acusaciones contra Asseff de parte de integrantes de la campaña de Espert, tanto entonces —junio de 2019—, como ahora, tal como fue citado en la nota. Asseff expresó en redes sociales su desacuerdo con el contenido de esas críticas de terceros, por lo que lo contacté y le ofrecí gestionar un derecho a réplica en elDiarioAR.
Aunque las idas y vueltas sobre el chasis partidario de la postulación de Espert fue sólo un aspecto colateral de la nota en cuestión, que incluyó más de una decena de fuentes y documentos, Asseff tuvo razón en que la alusión despectiva —que no fue mía, sino de responsables de aquella campaña— merecía una réplica.
No tiene sentido abundar sobre las motivaciones que llevaron a apoyar una candidatura presidencial hasta el instante previo a la inscripción legal, para luego pactar con el principal competidor en el mismo terreno ideológico. El hecho es autoexplicativo.
Sebastián Lacunza