Patricia Bullrich fracasó en su primer desafío como jefa del oficialismo en el Senado: la rionegrina Lorena Villaverde, acusada por tener vínculos con el narcotráfico, no asumirá este viernes con el resto de los senadores electos. Bullrich no logró juntar una mayoría para impulsar su diploma y ahora este tendrá que volver a la comisión de Asuntos Constitucionales, donde quedará en suspenso. Los aliados le soltaron la mano a Villaverde y más de uno le recomienda que, para evitar mayores escándalos, renuncie a su banca y vuelva a Diputados.
La noticia cayó como una bomba en los pasillos del Senado, ya casi desiertos cuando los jefes de los bloques opositores abandonaron el despacho de Victoria Villarruel a las apuradas. Durante las 24 horas previas, la bancada oficialista se había mostrado confiada de que tendría el número para aprobar el título de Villaverde en la sesión del viernes. Bullrich así se lo había prometido a muchos de sus interlocutores, que no se esperaban lo que sucedería tarde a la noche: el anuncio de que sólo 23 de los 24 senadores electos jurarán al día siguiente a las 11 de la mañana.
Fue el jefe de bloque libertario, Ezequiel Atauche, quien pidió enviar el pliego de vuelta a la comisión de Asuntos Constitucionales. Una formalidad que no hizo otra cosa que disimular que La Libertad Avanza no tiene los 36 votos necesarios para aprobar el diploma de Villaverde. Un fracaso que, según apuntaban en la propia bancada libertaria, le correspondía a una sola persona: la nueva jefe del oficialismo en el Senado, que reemplazará a Atauche a partir de la semana que viene. La espada de Karina Milei en el Senado. Patricia Bullrich.
No hay votos
Bullrich estuvo todo el jueves entrando y saliendo de los despachos de los senadores radicales. El oficialismo contaba con una base de 19 votos propios –no 20 porque Villaverde no puede votar a favor de su propia designación– y necesitaba superar los 28 votos que tenía el peronismo. Contaba a su favor con el respaldo de los 4 senadores del PRO –Luis Juez, incluso, salió a defender a Villaverde con mucho más ahínco que sus compañeros de bancada libertarios–, pero no alcanzaba. Necesitaba de los 11 senadores radicales.
Se reunió con el jefe de la bancada radical, Eduardo Vischi, una vez más. Ya se habían reunido el martes y Vischi se comprometió a intentar unificar una postura en su bloque. Pero no lo logró. Dentro de la UCR había posturas muy diferentes. Algunos, como los cornejistas Mariana Juri y Rodolfo Suárez, estaban dispuestos a votar el pliego de Villaverde. Pero la rebelión de algunos díscolos, como el catamarqueño Flavio Fama o el bonaerense Maximiliano Abad, volvió imposible llegar a un acuerdo.
Horas antes, Bullrich había logrado desactivar los rechazos de la cordobesa Alejandra Vigo y el correntino “Camau” Espínola. La primera se ausentaría para acompañar a su esposo, Juan Schiaretti, en una operación programada. Y el segundo se abstendría. Dos salidas elegantes para evitar el rechazo. Pero no alcanzaba.
Los senadores de Misiones, Salta y Santa Cruz no comprometían su apoyo. Sin ellos, era imposible juntar el número. Bullrich necesitaba un compromiso de los radicales y, cuando Vischi le advirtió que el bloque que no querían acompañar en masa, tuvo que tomar una decisión.
Jura en suspenso
Fue una maniobra desesperada para evitar confirmar lo que, por lo bajo, ya estaban festejando en el peronismo: Villaverde no tenía los votos y muy probablemente no los tendría en el futuro. La decisión fue enviar el pliego a la comisión de Asuntos Constitucionales, que ya había dictaminado en contra del título de Villaverde la semana pasada. Los senadores del peronismo habían denunciado que no tenía idoneidad moral para asumir, recordando su detención en Estados Unidos en 2002 por tráfico de cocaína y las acusaciones que la vinculan con “Fred” Machado.
El futuro de Villaverde dependerá, ahora, de que el oficialismo logre conseguir los votos en la comisión y, luego, pueda aprobar su título en el recinto. Esperan que el recambio legislativo deje una comisión de Asuntos Constitucionales más amigable -la que le volteó el pliego todavía estaba compuesta por la vieja composición del Senado- y eso permita negociar los votos que faltan en las próximas semanas.
En la oposición, sin embargo, son escépticos sobre las chances de Villaverde. “Si no tienen los votos ahora no creo que los tengan más adelante. Nadie quiere poner los dedos”, advirtió una senadora del peronismo que participó de la reunión de labor parlamentaria en el despacho de Villarruel. Es el efecto de la opinión pública: en el peronismo advierten que ningún senador quiere quedar “pegado” a una dirigente que está siendo acusada de tener vínculos con el narco.
Sucedió algo similar con Edgardo Kueider, quien fue expulsado del Senado luego de haber sido atrapado in fraganti pasando 200 mil dólares por la frontera de Paraguay. “Al principio nadie quería echarlo, pero después le cortaron la cabeza”, recuerda una de las autoridades del Senado.
En las próximas horas, Villaverde tendrá que tomar una decisión. O apostar a fondo a conseguir los votos que le faltan y pedirle al Ejecutivo que incluya su pliego en el temario de sesiones extraordinarias. O renunciar, volver a la Cámara de Diputados -todavía le quedan dos años- y dejarle el lugar al segundo en la lista, Enzo Fullone.
Fullone, curiosamente, está siendo acusado de ser uno de los hijastros de “Fred” Machado, el empresario extraditado a Estados Unidos por los delitos de lavado de dinero y narcotráfico. Fullone lo niega, pero en el peronismo insisten en la línea de parentesco.
La novela que une a Fred Machado con LLA podría recién estar empezando. No solo por Fullone, sino por la propia Bullrich, cuya campaña presidencial fue financiada por Lácteos Vidal. Una compañía que fue acusada de mantener vínculos con Machado.
MCM