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comienza el juicio

Fue carapintada, capellán del Ejército durante la dictadura y lo juzgan por abuso sexual de un seminarista

El cura Padilla durante una de las presentaciones en los tribunales de La Pampa.

Celeste del Bianco

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“Espero que el proceso judicial no sea una carnicería como ha pasado con otros sobrevivientes”, dice el exseminarista Vicente Suárez Wollert. El 2 de mayo comienza en La Pampa el juicio por abuso sexual agravado contra el cura José Miguel Padilla, fundador de la congregación de frailes La Fraternidad de Belén, que tiene monasterios en La Pampa y provincia de Buenos Aires, y excapellán del Ejército durante la última dictadura militar. 

Padilla, quien actualmente reside en San Luis, es acusado por hechos que ocurrieron entre noviembre de 2015 y junio de 2016 cuando el joven, de 19 años, ingresó al monasterio en Intendente Alvear, La Pampa. En ese momento, el sacerdote era el director del convento de los frailes Capuchinos Recoletos. En 2019, el seminarista pudo denunciar la situación en un hilo de Twitter y después continuó por la vía judicial. “Era como ‘El elegido”', relata el joven en diálogo con elDiarioAR. “Yo recibí muy rápido el hábito de fraile y comencé a ser como el 'secretario' de Padilla: lo acompañaba a las citas, a las reuniones, a las visitas de los enfermos, en los viajes, al médico. Me decía que cuando él no esté quería que yo quedara al frente de la comunidad junto con otros frailes”, agrega.

Un sacerdote me dijo que era psicólogo y me diagnosticó un transtorno psicoafectivo. Por muchos años lo creí. Me decían que la única estructura donde yo podía realizar mi vida era dentro de la iglesia porque afuera yo era un peligro

Vicente Suárez Wollert Denunciante

La denuncia indica que los abusos comenzaron durante unas vacaciones comunitarias en una casa de retiro en Villa de la Quebrada, en San Luis. La segunda vez fue en la habitación del cura cuando los padres del joven lo visitaron en el convento. “A ellos les dijo que yo los odiaba y a mi me decía que mis papás no me querían, que tenía que concentrarme en mi vocación. De a poco fue alejándome de todo lo que era mi entorno, no había celular, no había Facebook, ninguna comunicación. Hay hechos que los recordé con terapia y al momento de hacerme las pericias judiciales. Otro de los hechos ocurrió en la ruta, eso lo recordé hace pocas semanas en el camino cerca del convento”, comenta el joven que ahora vive en Santa Fe y es docente en una escuela especial.

Padilla es criticado también por su actuación durante la última dictadura cívico militar en el Grupo de Artillería de Defensa Antiaérea (GADA) 141 de San Luis. La escritora y docente pampeana Claudia Giacobbe, autora del libro sobre el caso llamado “La verdad los hará libre”, da cuenta eso. “Fue capellán del Ejército entre 1980 y 1983. Después, estuvo en San Luis con el obispo ultra conservador Juan Rodolfo Laise (Nota del diario: acusado por testigos en juicios por delitos de lesa humanidad de cooperar con los militares). En ese momento, Padilla fue rector del seminario, párroco de la catedral y vicario del obispo”, afirma la autora a este diario.

Además, el libro da cuenta de que Padilla participó del levantamiento carapintada. “En abril de 1987 bendijo las armas de los enemigos de la patria y al año siguiente participó del segundo levantamiento que buscaba derrocar a Alfonsín”, describe Giacobbe, quien escribió la historia de Vicente y estudió características de los curas abusadores. El sacerdote también se expresó en contra de los pueblos originarios. “En el colegio secundario Nuestra Señora de Luján de Intendente Alvear difundió material donde se trataba a los pueblos originarios de sanguinarios, cuatreros y extorsionadores. También caracterizó a la Campaña del Desierto como una monumental empresa y reivindicó la figura de Roca. También calificó el Día de la Memoria como una fiesta ideológica y consideró al genocidio de los 70 como una guerra contra la subversión y las minorías rebeldes extremistas. Al mismo tiempo, caracterizó como patéticos y deplorables a los militantes de derechos humanos”, detalla la periodista.

“El cometía los abusos y después lloraba, decía que le había fallado a Dios, a su vocación. Le pedía perdón a Dios, pero nunca me pidió perdón. Él me decía que fuera del convento yo no iba a ser feliz. Los abusos se meten no solo con la integridad sino también con los sueños, con el proyecto de vida”, reflexiona Vicente, quien después de estar en La Pampa intentó seguir la vida religiosa en la Congregación San Miguel del Arcángel en Paraguay. Allí le contó la situación a sus superiores, que le recomendaron perdonar y dejar las cosas “en manos de Dios”. Además, un integrante de la iglesia le hizo un test que determinó que tenía un trastorno psicoafectivo. “Era un sacerdote que me dijo que era psicólogo y me realizó un psicodiagnóstico falso, me diagnosticó un transtorno psicoafectivo. Por muchos años lo creí. Me decían que la única estructura donde yo podía realizar mi vida era dentro de la iglesia porque afuera yo era un peligro. Yo creí por varios años, incluso después de haber dejado la vida religiosa. Después un psicodiagnóstico privado reveló que eso no era cierto”, agrega.

Tres años después de la denuncia, la justicia pampeana determinará la responsabilidad de Padilla, quien recibió una presentación en su contra de un exalumno del Colegio Nuestra Señora de Luján de Intendente Alvear, al que renunció a su cargo de rector. Desde la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina advirtieron sobre las maniobras dilatorias del proceso judicial en la causa de Vicente por parte del abogado del cura, Jorge Salamone. Indicaron que presentaron varios recursos para impedir que las personas citadas a declarar lo hagan de manera virtual, algo que sí le permitieron a los obispos citados. “La defensa continúa obstaculizando la causa, a semanas del inicio del juicio, oponiéndose a la declaración remota de testigos y peritos que no benefician a su cliente. La Justicia ha hecho lugar a la mayoría de sus pedidos, permitiendo - en cambio - que los obispos implicados declaren desde la comodidad de sus palacios arzobispales. Exigimos un acceso real e igualitario a la justicia”, indicaron en un comunicado. elDiarioAR se comunicó con el abogado defensor de Padilla, quién no pudo responder por estar de viaje. 

Desde la querella indicaron que las tres autoridades de la Iglesia Católica citadas a declarar fueron habilitadas por el tribunal a hacerlo de manera virtual. Se trata de Raúl Martin, obispo de Santa Rosa, su auxiliar Luis Darío Martín y el arzobispo emérito de La Plata Héctor Aguer. “A ellos les permitieron declarar de esa manera. En mi caso, la defensa se opuso y le dieron lugar. Tendré que viajar 800 kilómetros para declarar”, contó Suárez Wollert.

Le cuento al obispo Aguer todo lo que había sucedido y le pedí volver a una casa en la que no esté Padilla. Él me ofreció dinero e ingresar al seminario de La Plata , pero yo no acepté. Cuando la justicia le preguntó dijo que no se acuerda de nada

Vicente Suárez Wollert Denunciante

“Fueron años en los que yo revisaba los mails, actualizaba la página una y otra vez a ver si el obispo me escribía”, así se puede resumir la respuesta de la institución católica a los reclamos del seminarista ante la denuncia de abuso sexual. En 2016, Suárez Wollert le envió mails al obispo Martin para contarle lo que pasaba en su jurisdicción, pero no recibió respuesta. “En el primero no remití explícitamente al abuso, pero le di suficientes elementos con capturas de pantallas y con mensajes que me mandaba mi superior, que era Padilla. En el primer mail respondió y después ya no. En ese momento confié en la Iglesia. Yo también confié y también le conté a los superiores de Paraguay”, agregó.

“Le escribí al obispo de San Luis, Gabriel Barba, a monseñor Mario Poli también. Lo mandé a todos los correos de la Conferencia Episcopal pidiendo que intervenga y no tuve respuesta. Denuncié en la Comisión que creó el obispado de Santa Rosa. Ahí denuncié a Padilla y al monseñor Gabriel Martin por encubrimiento. Son dilaciones y falta de voluntad, no hay un compromiso con la verdad y la justicia”, detalló el joven. 

La parte acusadora pidió citar a varios integrantes de la iglesia, de distintas jurisdicciones, para que relaten las advertencias que el joven hizo en distintas etapas.“Cuando me desvinculan de la comunidad fui al obispado de La Plata, donde la congregación de Padilla tenía una casa y le cuento al obispo Aguer todo lo que había sucedido y le pedí volver a una casa en la que no esté Padilla. Él me ofreció dinero e ingresar al seminario de La Plata , pero yo no acepté. Cuando la justicia le preguntó dijo que no se acuerda de nada”, explicó. 

CDB / MG

“Era un sacerdote que me dijo que era psicólogo y me realizó un psicodiagnóstico falso, me diagnosticó un transtorno psicoafectivo. Por muchos años lo creí. Me decían que la única estructura donde yo podía realizar mi vida era dentro de la iglesia porque afuera yo era un peligro. Yo creí por varios años, incluso después de haber dejado la vida religiosa. Después un psicodiagnóstico privado reveló que eso no era cierto”,

Vicente Suárez Wollert

.“Cuando me desvinculan de la comunidad fui al obispado de La Plata, donde la congregación de Padilla tenía una casa y le cuento al obispo Aguer todo lo que había sucedido y le pedí volver a una casa en la que no esté Padilla. Él me ofreció dinero e ingresar al seminario de La Plata , pero yo no acepté. Cuando la justicia le preguntó dijo que no se acuerda de nada”,

Vicente Suárez Wollert

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