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Comenzó en Tucumán el juicio contra dos policías por asesinar a un chico de 12 años de un tiro en la nuca

Facundo volvía de ver carreras de motos con un amigo cuando recibió un disparo en la nuca.

Alejandro Marinelli

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En los tribunales de Tucumán comenzó hoy la primera audiencia por el caso de gatillo fácil contra Facundo Ferreira, un chico de 12 años que, en marzo de 2018, recibió un tiro en la nuca cuando volvía junto a un amigo de ver picadas de motos. Los dos policías procesados por el crimen declararon frente a los jueces y sostuvieron su versión inicial de que los dos chicos les dispararon junto a otras personas que iban en moto, algo que no corroboran las cámaras de seguridad ni los testigos. Durante la primera jornada los familiares del chico se enteraron de que el oficial Mauro Díaz Cáceres estaba imputado por robo agravado y a pesar de eso sigue trabajando en el servicio de emergencias del 911. En cambio, el otro acusado, Nicolás Montes de Oca, llegó al proceso detenido por haber robado una cartera. 

En este juicio que tiene cerca de 100 testigos y que se presume que duró varios meses, el abogado de la familia Ferreira intentarán probar que el ataque fue por la espalda, que los chicos nunca dispararon y que los policía alteraron pruebas de la escena del crimen para implicar a los jóvenes y mejorar su propia situación judicial. 

“Por suerte las imágenes de las cámaras de seguridad no las pudieron hacer desaparecer, sino estaríamos discutiendo otra cosa. A los pibes pobres los acusan de chorros sin pruebas. Esa es siempre la estrategia de ellos. Pero en las imágenes se ve muy claro cómo ellos estaban solos, el disparo les viene de atrás y cómo Juan, el amigo de Facundo, cuando ve cómo Facu queda tendido le pide a Díaz Cáceres que llame a una ambulancia. Y que el policía no llama a nadie y lo deja desangrarse. Doy gracias a Dios y a la fiscal Adriana Giannoni, que no dejó que las pruebas desaparecieran”, le dice a elDiarioAr, María Ferreira, la tía de Facundo desde la puerta del tribunal.

Facundo vivía en Sunchales, en Santa Fe, con su mamá y hermanos. Pocos días antes del asesinato viajó a San Miguel para festejar el cumpleaños de su abuela. Él había nacido y crecido en Tucumán y hacía unos años que se habían mudado de ahí pero tenía un montón de amigos, como Juan, el chico que lo acompañaba la noche que los policías le dispararon. Ese 8 de marzo, después de la cena, Facundo pidió permiso para ir a jugar a la Play con su vecino, en el barrio La Bombilla, donde ellas vivían. Su tía y su abuela se lo permitieron pero Facundo se fue con Juan a ver picadas de motos al Parque 9 de Julio. Al día siguiente debía regresar a Santa Fe.

Facundo y Juan vieron las carreras de motos y ya estaban de regreso a la casa. Los dos policías -que también iban en moto- supuestamente iniciaron una persecución a un grupo de cinco motos. Pero la de Facundo y su amigo se detuvo en una estación de servicio. Luego de eso, los jóvenes doblaron por una avenida y entraron a contramano a un pasaje. Fue allí donde recibieron varios balazos de goma y plomo. En el lugar se secuestraron 12 vainas de la pistola 9 milímetros de Díaz Cáceres. En las filmaciones este policía aparece marcando sus propias vainas, un procedimiento que no corresponde a los protocolos policiales. Los policías dijeron que empezaron tirando proyectiles de goma y, ante un ataque y porque se les habían acabado esas balas tuvieron que tirar con plomo, pero a los dos se les encontró cartuchos de balas de goma sin disparar. Díaz Cáceres, además, dio positivo de marihuana y cocaína en los testeos que le hicieron. 

En las primeras horas, la Policía provincial informó que el chico había muerto en un accidente de tránsito, luego quiso imponer la versión de que había sido en medio de un tiroteo y anunció el secuestro de un revólver calibre 22 y dos vainas. Ese arma es la que el abogado de la familia sostiene que fue plantada. Casi al mismo tiempo, el ex ministro de Seguridad provincial defendía el accionar de los policías, desmentía el caso de gatillo fácil y decía que habían respondido a un ataque de Facundo y Juan. En ese momento, la ex ministra de Seguridad de Nación, Patricia Bullrich también respaldó a los ahora enjuiciados. “Ellos son los que nos defienden. El mensaje a las fuerzas es que, frente a una situación de delito, de flagrancia, tienen que actuar”, dijo.

Un rato después del crimen, la abuela y la tía, que estaban en la casa, recibieron una llamada de la Policía que avisaba que Facundo había tenido un accidente y que estaba en el hospital. En el propio hospital le sostuvieron la versión. Recién después de que lo enterraran apareció un testigo que les contó lo que había pasado. 

A medida que la investigación avanzaba y que los dos policías quedaban más comprometidos, la familia de Facundo comenzó a recibir amenazas. “A Mauro, primo más chico de Facu, de 10 años, un policía quiso pisarlo y le dijo que iba a terminar como su primo. Después, una noche nos balearon al perro y lo mataron. Cuando la fiscal alertó de todo esto y pidió custodia, recién ahí frenaron”, explica María. 

En septiembre de 2018, Montes de Oca fue detenido por el robo de una cartera a una mujer en plena calle. Luego de una persecución, unos agentes de seguridad privada lo detuvieron. Después de eso lo pasaron a disponibilidad y dictaron su prisión preventiva, algo que no sucedió con Díaz Cáceres. 

Por estas amenazas y por la posibilidad que los policías intervinieran en la investigación, la fiscal pidió las prisiones preventivas de los dos acusados, pero nunca se las otorgaron. “De Díaz Cáceres nos venimos a enterar hoy que estaba acusado por el delito de robo agravado y que sigue trabajando en el 911. O sea, el Estado aún le paga a un funcionario policial sospechado de un crimen y de un robo”, agregó la tía de Facundo.

AM

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