ENTREVISTA Presidente de la Asociación Española de Vacunología

Amós García Rojas, vacunólogo: “No hay evidencia científica que justifique la tercera dosis”

Mónica Zas Marcos

elDiario.es —

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En cuanto salió al mercado la primera vacuna contra la COVID-19, la pandemia puso el foco sobre los expertos en esta área. Los vacunólogos se han encargado todos estos meses de hacer pedagogía sobre el mejor remedio que existe contra el virus, explicar sus efectos –los buenos y los secundarios– y resolver las dudas sobre una vacuna creada en tiempo récord que ya está salvando miles de vidas. Con una tercera dosis en el horizonte, los primeros “fallos vacunales”, la aparición de nuevas variantes y los movimientos negacionistas haciendo ruido en los países vecinos, han surgido nuevos debates.

El epidemiólogo Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología –y jefe de epidemiología del Gobierno de Canarias– no deja ninguno por abordar. Nos atiende al otro lado del teléfono, visiblemente agotado tras casi dos años sin vacaciones y reponiéndose de un incómodo episodio por la calle. Dos personas le increparon e insultaron llamándole “vendido” mientras paseaba por su ciudad con su mujer. “El sentimiento antivacuna afortunadamente sigue siendo muy escaso”, tranquiliza.

Bruselas acaba de anunciar que "puede ser necesaria" una tercera dosis. Algo que ya avanzó hace unos días la ministra de Sanidad, Carolina Darias. ¿Qué opina usted?

Hay que mirarlo con prudencia. En estos momentos no hay evidencia científica que justifique esa dosis. Así lo ha dicho la OMS (Organización Mundial de la Salud) y el Centro Europeo de Control de Enfermedades. Ahora bien, es un escenario que no se puede descartar por dos razones: porque no sabemos cuánto tiempo va a durar la protección y porque, mientras haya gente sin vacunar, van a seguir dándose casos y eso va a posibilitar la aparición de nuevas variantes. Alguna puede pegarnos un susto si son más resistentes a las vacunas actuales.

¿Y ve más posible una tercera dosis o una vacunación anual, como también mencionó Darias?

No hay evidencia científica, pero es un escenario posible. Y, como dices, hay otros elementos de debate. ¿Sería una tercera dosis? ¿Una revacunación anual? ¿Cada dos, tres, cuatro o cinco años? Es imposible saberlo. ¿Sería universal o solamente para los grupos vulnerables? Si se diese ese escenario, a lo mejor habría que hacerse la siguiente reflexión: si podemos controlar la pandemia, esa dosis extra tendría más sentido en personas vulnerables exclusivamente y no en toda la población como ahora.

Aunque la quinta ola esté afectando sobre todo a la gente sin vacunar, también están aumentando los casos entre las personas mayores inmunizadas. La incidencia entre mayores de 80 es de 262 casos por 100.000 habitantes. ¿Habría que plantearse pronto su revacunación?

Hay que ser prudentes y cautos con la tercera dosis. El discurso que hay que poner sobre la mesa es que la vacuna funciona. Imagina el escenario que tendríamos si, con esta incidencia acumulada, no estuvieran vacunados nuestros vulnerables. El escenario sería dramático. Habría que multiplicar por dos aquellas imágenes dantescas de la primera ola, del Palacio del Hielo en Madrid con una ristra de ataúdes. Es normal que aparezcan casos en personas mayores que han sido vacunadas con dos dosis. La vacuna tiene una eficacia un 90% o 95%. Es decir, siempre va a haber un pequeño sector de la ciudadanía al que no le hagan efecto, y son los que se ven ahora en los datos de Sanidad.

Si España caminase finalmente hacia la tercera dosis o la revacunación anual. ¿Cree que el hartazgo jugaría en contra y la aceptación sería menor?

No creo que generase hartazgo. Solo habría que dar el discurso correcto. Sería como la gripe, contra la que ya estamos acostumbrados a vacunarnos todos los años. Lo que es evidente es que este microorganismo ha venido para quedarse y hay que convertirlo en uno más de los que forman nuestra flora. Ni siquiera es seguro, pero para convivir con él a lo mejor hace falta revacunarse cada cierto tiempo, por lo menos a los vulnerables. Yo no creo que genere hartazgo. Lo generaría más que no seamos capaces de controlar de una vez la maldita pandemia.

En el supuesto escenario de la revacunación, habría que hacer una reflexión: si podemos controlar la pandemia, esa dosis extra tendría más sentido en personas vulnerables exclusivamente y no en toda la población como ahora

Hace unos días relató en Twitter que le habían increpado por la calle al grito de “el de las vacunas” y “vendido”. ¿Cómo se sintió? ¿Le había ocurrido antes?

El sentimiento antivacuna afortunadamente sigue siendo muy escaso. Y esa escasez es la que genera frustración y la que hace que se tomen actitudes agresivas. Cuando una persona insulta, grita y ejerce violencia verbal sobre otra, es porque no tiene otros argumentos para defender su discurso. Pero bueno, a nivel personal afecta porque yo iba paseando tranquilamente con mi mujer y nos gritaron en plena calle a todo pulmón esos disparates. No es agradable, porque el paso de la violencia verbal a la física es muy sutil. Pero bueno, las cosas son así. Lo que quiere decir es que afortunadamente no están siendo capaces de convencer a nadie en nuestro país.

¿Cree que el movimiento antivacunas, en el caso concreto de la COVID, está más radicalizado que otros?

Sí, sí, muchísimo más. Ocurre porque no es solo contra la vacuna, sino contra la misma pandemia. Se ha articulado una realidad paralela, fuera de la científica, que ha generado un poso de crispación importante en determinadas personas. Y cuando ha salido el elemento que permite modular algo que ellos decían que no existía, que es la pandemia, se les ha disparado todavía más el resorte de la negación. Sobre todo porque son conscientes de que cada vez tiene más peso el debate científico, racional y del conocimiento frente a la inconsciencia, la creencia y la ingenuidad.

Aunque en España sea minoritario, en países cercanos cultural e geográficamente, como Francia o Italia, está mucho más extendido. ¿Por qué no ha calado ese negacionismo aquí?

Estamos a muy poca distancia física, pero a mucha distancia intelectual y de compromiso. Me explico. ¿Por qué en nuestro país no se da ese perfil de comportamiento? Porque las vacunas están muy enraizadas en la memoria colectiva. Desde que nacemos empezamos a recibir este producto de manera gratuita. Es verdad que las pagamos con los impuestos, pero en otros países normalmente hay un desembolso. Las políticas vacunales públicas y nuestro sistema sanitario son elementos potentes y envidiables que dan coraza a la campaña de vacunación española.

Luego, la propia cultura. Aquí tenemos coberturas infantiles de vacunación en el primer año de vida superiores al 95%. Son altísimas. Hay una gran conciencia de las bondades que tienen las vacunas como instrumento de salud clave y para mejorar el nivel de vida de la ciudadanía. Y eso es así desde hace muchísimos años. Por eso el escenario es más complicado para que crezcan movimientos de este tipo. Ojo, no es imposible, pero lo van a tener mucho más difícil.

Ahora mismo las autoridades están centradas en hacer pedagogía sobre la vacunación en mujeres embarazadas después de registrar varios casos reticentes. Las gestantes piden más "transparencia y seguridad". ¿Ha fallado la estrategia de comunicación hacia ellas?

Siempre ha habido cierto miedo escénico en relación a la mujer embarazada. No solo con la de la COVID, sino con cualquier vacuna. Hay temor a que produzcan trastornos por parte de los sanitarios y por supuesto de las madres. También es verdad que hasta hace relativamente poco no había ensayos clínicos de la vacuna en embarazadas y los órganos reguladores no podían dar esa recomendación. Pero ya está dada para las vacunas de ARN mensajero. Hay que ser conscientes de que el embarazo se puede complicar mucho si se padece la infección por SARS-CoV-2. y es absolutamente necesario que se vacunen.

En España hay una gran conciencia de las bondades que tienen las vacunas como instrumento de salud clave y para mejorar el nivel de vida de la ciudadanía

Hablando ahora de variantes. Las vacunas actuales han demostrado una buena eficacia, aunque ligeramente menor, contra la Delta. ¿Es inevitable que aparezcan otras con mayor escape? ¿Estamos a tiempo de perfeccionar las vacunas?

Cabe la posibilidad de que aparezca una variante que tenga un perfil de resistencia superior a las vacunas actuales. Hasta ahora la protección de la vacuna está respondiendo muy bien frente a todas las variantes, sobre todo las de ARN mensajero. No me atrevo a predecir ningún escenario porque eso no es ciencia. ¿Puede aparecer una variante así? Sí. ¿Se pueden adaptar las vacunas a esas nuevas variantes? También. Lo máximo que puede ocurrir es que tuviésemos que revacunar a mucha gente.

Hemos hablado del fallo vacunal y de las reinfecciones, dos posibilidades que no registra el pasaporte COVID. ¿Cree que estas grietas le restan utilidad?

El único objetivo que tenía el pasaporte era facilitar la movilidad entre los ciudadanos de la Unión Europea. Yo creo que tiene ventajas, pero también muchos inconvenientes. Uno de ellos es el que comentas. Sabemos que las vacunas protegen de la enfermedad, pero no de la infección. Eso sí, se transmite con mucha menor carga viral que si no se estuviera vacunado. Pero el pasaporte COVID no te garantiza la inmunidad permanente. Yo entiendo que facilita la movilidad, pero conviene reforzar la idea de que la mascarilla, el lavado de manos y la distancia siguen siendo absolutamente necesarias.

Galicia lo ha impuesto para entrar a los locales de ocio y restauración y Canarias quería, pero se lo ha tumbado la justicia. ¿Este uso, cuando la mayoría de la gente que no se ha vacunado es porque no ha sido citada, tiene sentido ético o epidemiológico?

Habría que perfilar algunos aspectos éticos. Hay muchas personas que no se han podido vacunar y es injusto que no puedan tener acceso a determinados ámbitos. Es más, puede haber gente que tenga alguna enfermedad que contraindique la vacuna. O puedes tener hijos menores de 12 años que, por lo tanto, no se pueden vacunar. ¿No van a dejar entrar a los niños? Todas esas cosas hay que modularlas desde el punto de vista ético, que es un aspecto muy importante en sanidad.

La mayoría de los afectados por esa medida serían los jóvenes aún sin vacunar. Entre esto y el término “ola joven” para referirse a la subida de casos actual, ¿cree que se está estigmatizando a este sector de la población?

Totalmente. Y me resulta del todo cuestionable y criticable. Me parece lamentable que se criminalice a los jóvenes como responsables de esta quinta ola. Hay comportamientos irresponsables e insolidarios entre jóvenes y entre no tan jóvenes, pero no es justificable. De hecho, ya se han empezado a vacunar en muchas comunidades autónomas y la acogida ha sido espectacular. No hay que criminalizarlos, hay que ganarlos para la causa con coherencia, empatía y entendiendo que también llevan un año y medio sin poder hacer su vida.

El pasaporte COVID no te garantiza la inmunidad permanente. Facilita la movilidad, pero conviene reforzar que la mascarilla, el lavado de manos y la distancia siguen siendo absolutamente necesarias

Mencionaba antes a los niños. Con la evidencia científica actual, ¿hay prisa para vacunarlos cuando hay países que no tienen aún protegidos a sus más vulnerables?

En estos momento, según la ficha técnica, no se puede vacunar por debajo de los 12 años. En cambio, si no se garantizan vacunas de forma global, vamos a ahondar en la brecha intolerable que separa a los países ricos y a los países pobres. Pero no solo eso: va a significar un problema epidemiológico. Porque mientras haya un espacio geográfico amplio de ciudadanos que no pueden vacunarse, seguirá habiendo casos y nuevas variantes que terminarán afectando a los países ricos.

Hace unos meses se habló de liberalizar patentes, ¿es suficiente?

Liberalizar la patente es pasarles la receta del éxito sin que tengan la infraestructura para llevarla a cabo. Las tecnologías de las vacunas de la COVID son harto complicadas. Lo más razonable es establecer un diálogo lógico, sensato, desde el poder y desde la administración pública para conseguir unos precios ajustados y ofrecérselas a estos países.

Una pandemia es un problema global que no se soluciona con recetas locales. No se soluciona porque actuemos en Alemania, España, Estados Unidos o Canadá. También hay que actuar en Burkina Faso, Uganda, Guinea Ecuatorial y Honduras. No es solo una cuestión de justicia, sino de salud.