El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres tiene su raíz en el asesinato de Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, militantes dominicanas que enfrentaron abiertamente al régimen de Rafael Leónidas Trujillo. El 25 de noviembre de 1960, un escuadrón enviado por la dictadura las secuestró y asesinó brutalmente para luego simular un accidente automovilístico. Conocidas como “las mariposas”, su muerte se transformó en un símbolo de lucha y fue uno de los hechos que aceleró la caída del dictador.
Los movimientos feministas comenzaron a tomar esta fecha como emblema en 1981, durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en Bogotá. A nivel internacional, la conmemoración quedó oficialmente establecida el 17 de diciembre de 1999, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas llamó a gobiernos y organizaciones a impulsar acciones concretas para visibilizar y combatir la violencia de género.
Un movimiento que creció en todo el mundo
Tras el crimen de las Mirabal, la movilización global contra la violencia hacia las mujeres se fue consolidando con nuevas iniciativas. Una década más tarde surgió la campaña “16 días de activismo contra la violencia de género”, impulsada por el Centro para el Liderazgo Global de Mujeres de la Universidad Rutgers, en Estados Unidos. En 1993, la ONU aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, definiendo el fenómeno como cualquier acto que cause daño físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito público como en el privado. Finalmente, en 1999 quedó fijada la fecha del 25 de noviembre como jornada internacional de reflexión y acción.
En Argentina, el reclamo tomó una dimensión histórica con el surgimiento de Ni Una Menos en 2015. La iniciativa, nacida en redes sociales tras una serie de femicidios, derivó en manifestaciones masivas en todo el país y se expandió por Latinoamérica. Dos años después, el 8 de marzo de 2017, se realizó el primer Paro Internacional de Mujeres, que consolidó aún más la visibilidad de la problemática.
El sentido central del 25 de noviembre es mantener en agenda la desigualdad estructural, los femicidios y las múltiples formas de violencia machista, además de exigir políticas públicas que garanticen derechos, oportunidades y, por encima de todo, la preservación del derecho a la vida.