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Un escapulario y ropa descolorida, los rastros para encontrar a Paty, la andinista desaparecida hace 42 años

Paty Altamirano falleció en el cerro Mercedario, tenía 20 años.

David Correa

Tucumán —

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Pasaron 42 años para que las nieves eternas del cerro Mercedario, de 6.700 de altura, en San Juan, devolvieran el cuerpo congelado de la andinista tucumana Marta Emilia “Paty” Altamirano, quien entonces tenía 20 años. El 27 de marzo de 1981, a 6.000 metros, en una pared de hielo de una pendiente de 45°, al atardecer, un todavía inexplicable paso en falso la hizo perder el equilibrio y se deslizó cientos de metros hacia abajo. Iba junto a su hermana Corina y Sergio Bossini, un conocido montañista italiano, quienes se salvaron de milagro porque unos minutos antes del accidente, “Paty” se había desencordado.

Cansados y en estado de shock, Corina, de 20 años, y Bossini, de 40, descendieron durante toda la noche hasta dar en la madrugada con el cuerpo en la profundidad de una grieta del Glaciar del Caballito y constatar lo que ya suponían porque la víctima no respondía a sus llamados: había fallecido. En vano trataron de cargar el cuerpo por las características del lugar en el que se encontraba. Hacia el amanecer lograron llegar hasta el campamento base, desde donde dieron el aviso y se puso en marcha un operativo de rescate. Ese mismo día nevó, por lo que fue imposible dar con el cuerpo, incluso con la ayuda de un helicóptero. 

Durante ese año, relató un familiar a elDiarioAR, Corina y su madre se prepararon para retornar en enero de 1982 con una expedición bien equipada que pudiera hallar a “Paty”. Ese año se registraron nevadas intensas en la alta montaña y luego hubo temperaturas de extremo calor en diciembre, lo que provocó bruscos cambios en la zona en donde había quedado sepultado el cuerpo. Esta circunstancia hizo que el equipo de cinco miembros no pudiera ubicarlo. Bajaron con las manos vacías. Bossini retornó a la zona en 1984 pero tampoco pudo encontrar a su amiga, aunque logró llegar a la cumbre del Mercedario y dejar una cruz de metal en homenaje a la joven desaparecida en la montaña.

Este pasado viernes 27 de enero, un grupo de montañistas de Estados Unidos que ascendía encontró los restos congelados de la tucumana a 5.000 metros, aunque por entonces se desconocía su identidad. Dieron la alerta y al día siguiente un grupo de rescate integrado por gendarmes y policías entrenados, halló los restos y los rescataron pero con la suposición de que se trataba del alemán Andreas Colli, quien había desaparecido en 2002 en esa zona. La sorpresa sobrevendría unos días más tarde cuando desde de la Unidad Fiscal de Investigación (UFI) se informó que se trataba de una mujer. El único dato de una desaparecida en el Mercedario era justamente el caso de “Paty”, la tucumana.

La noticia no tardó en hacerse pública en Tucumán, desde donde sus familiares se pusieron en contacto con la UFI. Con la colaboración del Ministerio Público Fiscal (MPF) de Tucumán se tomaron muestras de ADN de hermanos y padres. En las últimas horas de este jueves 2, cuatro hermanos de “Paty” llegaron a San Juan y al día siguiente se presentaron en la Morgue Judicial, en donde identificaron que las prendas -ya descoloridas- eran de su hermana pero que la constatación más fuerte fue reconocer el escapulario que siempre la acompañaba. Así lo señaló uno de los familiares a elDiarioAR, en comunicación telefónica. “Es Paty”, fueron las palabras de Corina, en la improvisada conferencia de prensa a la salida del edificio oficial, rodeada por sus hermanos Patricio, Marcelo y Silvia. “Los cuatro pudimos ver que sí, es ella. Estamos en una especie de paz profunda. Mucho agradecimiento a la existencia, poder después de 42 años estar aquí, los cuatro juntos y ver que es verdad, que la encontraron”. “Nos tomaron muestras de ADN para corroborar pero estamos seguros que es ella, ahora vamos a poder llevarle a nuestros padres esta certeza. Se cierra una etapa. Era un ser libre, maravilloso, especial y fuera de lo común para la época y su edad”, agregó, en declaraciones a Canal 13 de San Juan. Indicó que procurarán agilizar los trámites para que el cuerpo sea sepultado en Tucumán y para que puedan despedir a “Paty” sus padres, otros familiares y amigos. 

Una “todoterreno”

La familia Altamirano recuerda a “Paty” como una incansable, intrépida y valiente. Junto a Corina integraban el Club Andino de Tucumán que tenía entre sus referentes al destacado investigador e historiador Orlando Bravo, que fue uno de los primeros en realizar expediciones a los Nevados del Aconquija, en donde encontró restos de antiguos pueblos. Entre ellos, la Ciudacita, una fortificación ubicada a casi 4000 metros, en las alturas de Tucumán, un vestigio poderoso del imperio inca, por donde pasa el Camino del Inca o Qhapac Ñan. “Entre fines de los años 70 y los 80, el andinismo tucumano estaba en auge y se destacó. Todas las semanas nos reuníamos con el grupo para estudiar y preparar nuevas salidas. Hicimos muchos ascensos en nuestros cerros, en Salta, Catamarca y Jujuy. De largas charlas surgió la idea de ir al Mercedario, sobre todo, por la belleza de su glaciar”, recuerda Corina. Para prepararse, ascendieron al Nevado del Chañi, de 5900 de altura, en Jujuy, y lo hicieron por una de las paredes con mayor dificultad, con el objetivo de adaptarse al nuevo desafío.

Amaba tanto las montañas la menor de las Altamirano montañistas que eso la inspiraba también para escribir poemas. Uno de ellos fue compartido por su familia con este medio, escrito por su autora: 

Gracias Dios mío porque

siempre estás conmigo

porque siempre

te presiento a mi lado. 

Gracias por dar visión profunda mis ojos

para que se maravillen

con tus obras.

Gracias por los cerros 

que hacen estallar mi alma 

de gozo y dejan 

exhalar de mis labios 

suspiros de admiración ...“

El 24 de marzo de 1981, Corina, “Paty” y Bossini llegaron a Calingasta. Contrataron a un baqueano con dos mulas para ir hasta el campamento base, en donde armaron una carpa y se prepararon para el bravo ascenso. El 25 salieron rumbo a la cumbre durante la madrugada y se encordaron entre ellos para caminar más seguros, debido a la presencia de bloques de hielo que corrían el riesgo de desprenderse. Esa noche armaron el segundo campamento.

A la mañana siguiente, cuando ya habían recorrido las dos terceras partes de pura subida y caminaban sobre una pared de hielo de 45° de pendiente, entendieron que estaban dadas las condiciones para hacer cumbre. En pleno esfuerzo, cuando el altímetro marcaba alrededor de los 6000 metros, pararon para recuperar oxígeno, que ya escasea a esa altura. El azul diáfano del cielo, el poco viento y la belleza inconmensurable del paisaje los alentaban a continuar. “Paty iba adelante, se desencordó porque nos habíamos detenido unos minutos y en segundos vimos como se deslizaba hacia abajo. No pudimos hacer nada, imaginen un objeto descendiendo a alta velocidad por una pared cubierta de jabón. Desesperados empezamos a bajar y la hallamos ya de noche, en la madrugada, sin vida. Solo las ganas de vivir nos sacaron de ahí porque encontramos fuerzas en donde creíamos que ya no había”, relató Corina a Canal13sanjuan.com. Hace unos días, una semana antes del cumpleaños de “Paty”, el Mercedario devolvió el cuerpo que escondió durante 42 años.

DC/MG

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