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Para las forenses, Dani Alves no estaba alcoholizado: “Sabía lo que estaba sucediendo”

Dani Alves, el primer día de juicio

Oriol Solé Altimira / Sandra Vicente

Barcelona —

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Fue el turno para Dani Alves. El futbolista relató con todo lujo de detalles lo sucedido la noche del 30 de diciembre de 2022 y aseguró que “por supuesto” recuerda todo lo sucedido, a pesar de que “iba bastante bebido”. Ese argumento, que Alves planteó poco antes del juicio como estrategia de defensa para conseguir un atenuante en caso de condena, fue desmentido minutos antes de su declaración por dos psicólogas propuestas por la propia defensa del jugador.

Las agresiones sexuales suelen producirse en la intimidad. Esto implica que en los juicios se suelan escuchar dos tesis opuestas: la de la víctima, que denuncia haber sufrido una violación y la del acusado, que alega que fue sexo consentido. El caso Alves no es una excepción: en el baño donde ocurrieron los hechos no hay cámaras y las versiones de acusado y denunciante son opuestas. 

La persistencia en la incriminación de la denunciante es una de las bases sobre las que se dictará sentencia. Aplicado al caso Alves, la víctima ha mantenido siempre la misma versión. Desde que salió del baño de Sutton la madrugada de los hechos hasta que, más de un año después, declaró en el juicio, pasando por otras dos comparecencias en comisaría y en el juzgado de instrucción, la joven ha sostenido que Alves la violó. Una misma versión sin cambios ni contradicciones.

Todo lo contrario que Alves. Aunque, como acusado, tiene derecho a mantener las versiones que más crea convenientes para su defensa, el jugador ha dado hasta cinco relatos de lo ocurrido. Primero no conocía a la joven. Después aseguró que fue ella quien quiso hacerle sólo una felación. Cuando las pruebas de ADN lo desmintieron, Alves pasó a alegar que fue sexo consentido, tal y como ha insistido este miércoles: “Estuvimos los dos disfrutando ahí”, ha dicho, en referencia a lo sucedido, según su versión, en el baño del reservado de Sutton.

Poco después ha relatado con detalles -incluso imitando la postura que él tuvo durante el encuentro sexual- lo sucedido en el lavabo. Alves se apartó del micrófono para recrear su comportamiento y el de la denunciante e insistió en que el único gesto brusco que hizo durante el encuentro fue apartarse para “eyacular fuera [de la denunciante]”.

El jugador describió una felación y posterior penetración, actos precedidos por un rato de “baile típico de una discoteca. Lo que se llama perrear”. Según el acusado, al ver que había “tensión sexual entre ambos”, invitó a la denunciante a ir al baño. “Ella dijo que sí. Para nada le tuve que insistir”.

La denunciante, durante su declaración el lunes pasado, testificó que accedió voluntariamente a esa zona apartada, pero que, en un momento dado, el denunciante la retuvo agarrándola del pelo y de la mandíbula. Alves negó esa máxima y aseguró que la denunciante “en ningún momento” le dijo que parara ni se mostró disconforme con lo sucedido. También negó hacer uso de cualquier tipo de violencia. “No soy ese tipo de hombre. No soy un hombre violento”.

A las puertas del juicio, Alves añadió el alegato de que iba borracho como intento para lograr una pena menor en caso de condena, si bien lo sustentó únicamente en testimonios de sus amigos y de su mujer, pero no en informes médicos. “Iba bastante bebido”, remarcó ante el tribunal. Esa versión fue respaldada tanto por la mujer del futbolista, como por diversos amigos suyos.

Pero su alegato recibió previamente un duro revés por parte, paradójicamente, de dos psicólogas contratadas por su defensa. Las peritos tuvieron que admitir, a preguntas de la fiscal Elisabeth Jiménez y la abogada de la víctima, Ester García, que el jugador “sabía lo que estaba sucediendo” la noche de los hechos pese a haber consumido varias bebidas alcohólicas.

La fiscal logró que las psicólogas admitieran que no saben cuántas de las botellas de vino se bebió Alves, ya que solo cuentan con el ticket del restaurante y el jugador iba con cinco amigos. “No podemos saberlo”, terminaron por aceptar las peritos. 

Para remachar, a preguntas de García, las forenses reconocieron que la factura del restaurante se la proporcionó la letrada de Alves este pasado mes de enero, lo que apuntala el alegato de que el del alcohol es un elemento introducido a última hora y que debe quedar apartado de la sentencia del caso. Preguntadas por García por los efectos de la ingesta de alcohol, las peritos acabaron por concluir que no eran tan graves: “Sus capacidades cognitivas estaban levemente afectadas, sabía qué estaba bien y mal, sabía lo que estaba sucediendo”.

Además de analizar las palabras de la joven, el tribunal debe descartar que tras su acusación haya motivos espurios, que no se han denunciado de forma explícita por la defensa pero se han insinuado a lo largo de la causa al cuestionar la credibilidad de la joven por su comportamiento previo en la discoteca a la agresión sexual denunciada. 

Durante la instrucción del caso, la defensa de Alves resaltó que la joven bailó con Alves en el reservado y accedió voluntariamente en el baño para cuestionar la credibilidad de la denuncia de violación. Una tesis que, en instrucción, desbarataron los jueces encargados de ratificar la prisión preventiva al concluir que la entrada voluntaria en el baño “no daría ninguna concesión al Sr. Alves para imponer el acto sexual”.

Tras la declaración de Alves, la defensa, ejercida por la abogada Inés Guardiola, pidió la absolución, pero como alternativa plantea pide al tribunal que sea tenido en cuenta que el denunciado iba borracho y y que sea condenado a un año de prisión y a una multa de 50.000 euros como responsabilidad civil.

Peritos y cámaras

Con todo, el tribunal dispone de más pruebas para alcanzar su tesis que la palabra de denunciante y denunciado. Se trata de los llamados “elementos de corroboración periférica”: informes médicos, testigos o imágenes que pueden proporcionar contexto sobre los hechos. La prima, la amiga, varios empleados y responsables de Sutton y los mossos d’esquadra que acudieron al local han avalado el relato de la denunciante. 

Mientras la declaración de los peritos del juzgado se ha desarrollado en los términos habituales de las periciales médicas (han explicado las pruebas que hicieron a la joven, su estado emocional y sus conclusiones), la pericial de parte, en especial la psiquiatra contratada por Alves, incurrió en muchas más valoraciones y opiniones. La psiquiatra y el médico no solo han cuestionado a la víctima, sino también la forma de trabajar de sus colegas.

Los médicos y psiquiatras del Hospital Clínic y del Instituto de Medicina Legal y forense ratificaron que la joven sufre estrés postraumático, ansiedad y que el hecho de que no presente lesiones en sus zonas íntimas no es incompatible con el hecho de haber sufrido una agresión sexual. Así lo acreditan varios estudios científicos en un 70% de las violaciones, han indicado. Lo contrario ha mantenido un médico de parte: “La ausencia total de lesión es lo que a mi me hace pensar que no fue un coito tan traumático”.

Este miércoles, además, el tribunal visionó durante dos horas los vídeos de las cámaras de seguridad de la discoteca Sutton y la cámara que llevaba en el chaleco el mosso d’esquadra que acudió a la discoteca tras activarse el protocolo contra las agresiones sexuales. En las imágenes se puede oír a la denunciante relatando, entre sollozos, que Alves la pegó y la tiró al suelo, además de agredirla sin su consentimiento. Como explicaron sus amigas, la joven también transmite su miedo a no ser creída y a que su nombre e identidad se divulguen públicamente. Con todo ello el tribunal dictará su sentencia. 

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