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“Hay mucha violencia, pero reducirla solamente a los jóvenes es un gran error”, asegura el juez Rodrigo Morabito

"Los chicos vienen de un lugar, de una pertenencia, de un sector, de una familia", dice el juez penal juvenil Rodrigo Morabito

Julieta La Casa

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“Esto fue un episodio entre jóvenes pero la violencia no es juvenil, la violencia es social, a partir de allí tenemos el problema. Hay que trabajar sobre esa violencia social porque los chicos la consumen cotidianamente”, son palabras del juez de Cámara de Responsabilidad Penal Juvenil de Catamarca, Rodrigo Morabito. En diálogo con elDiarioAR, realizó un diagnóstico sobre la situación de los conflictos entre adolescentes y jóvenes a partir del caso de Fernando Báez Sosa y en base a su experiencia desde la justicia penal. “Un episodio de violencia de esa naturaleza, en el que hay un muerto, no es la regla general. Pero lo que sí roza la regla es la violencia como forma de resolver un conflicto entre jóvenes”, dice Morabito.   

“Hay que trabajar sobre estadísticas, que el Estado comience a recolectarlas a través de las distintas áreas donde hay jóvenes. ¿Todos los años en Le Brique hay una pelea de esa naturaleza? ¿Hay muchos episodios? ¿Dónde? A la salida de los boliches y de los colegios, casi siempre. Ahí hay dos puntos de partida. ¿Pero dónde más? Adonde acuden los jóvenes. Fiestas privadas, clubes. Hay que trabajar sobre datos concretos”, señala Rodrigo Morabito como parte del abordaje que requiere la problemática de violencia juvenil en el país.

¿Cómo cree que se puede abordar la visibilidad de casos como el de Fernando Báez Sosa con jóvenes  y adolescentes en general? 

Creo que las personas adultas, quienes trabajan en las instituciones públicas, las familias, tienen que empezar a transmitir que esto ya no es viable en una sociedad que ha superado muchísimas cuestiones en materia de derechos humanos y violencia. Creo que hay que empezar a trabajar donde acuden los jóvenes a través de charlas, conversaciones, cosas que a los jóvenes de alguna manera los impacten y los hagan reflexionar porque creo que la principal forma de resolver esto es escuchando a los chicos. Se los escucha muy poco y la Convención de los Derechos del Niño, en el artículo 12, habla de un derecho fundamental, el derecho a ser escuchado. ¿Cuánto escuchamos a los chicos? Empezar a desmembrar esto es empezar a escucharlos. 

Existe violencia entre los jóvenes varones para resolver los conflictos, se ve como una forma de mostrar la masculinidad

¿Cuáles son los datos en Argentina con respecto a la violencia entre jóvenes? ¿Aumentan los casos de peleas juveniles? 

Hablar de datos precisos en la República Argentina sobre violencia de jóvenes sería un poco audaz. Lo que pasó con Fernando Báez Sosa fue un caso de querer resolver un conflicto a través de la violencia. Eso pasa y es común. Este fin de semana, por ejemplo, en Catamarca, afuera de un boliche en una localidad de El Rodeo, un joven recibió una golpiza primero por parte de una chica y después por dos chicos y no se acuerda de más nada, simplemente que recibió el golpe y después se despertó en una ambulancia. Imaginate el nivel de agresión que existe. Existe violencia entre los jóvenes varones para resolver los conflictos, se ve como una forma de mostrar la masculinidad. No hay un mandato impuesto desde el hogar, desde las distintas instituciones públicas, por ejemplo la escuela, y otras más para inculcarles a los chicos desde pequeños que la forma de resolver los conflictos no es a través de la violencia, es de otros canales de diálogo. Han recibido muchos consejos o mensajes erróneos, muchas veces desde la educación primaria, que es el hogar. “Agarrate a las trompadas mano a mano, respondé de la misma manera”, y así sucesivamente. Entonces sí hay mucha violencia, pero reducirla solamente a los jóvenes es un gran error. Por supuesto que siempre es importante prevenirlo, concientizar, sensibilizar, pero hay que partir de una violencia general que es la violencia que existe socialmente. Si voy a una cancha de fútbol a alentar a mi hijo y le pegó al árbitro, ¿qué estoy transmitiendo?

¿Cree que ahí están las causas de este tipo de delitos?

Sin lugar a dudas, es el punto de origen de todo. El constante consumismo de violencia por parte de los chicos, lo que ocurre en las redes, imponer que si pasa tal o cual cosa hay que romperle la cabeza a alguien, hay que matar a alguien. Eso es común en las redes sociales y no deja de ser un espacio de la realidad, de la vida cotidiana de las personas. Es muy complejo después, cuando hay un encuentro, desarmar el conflicto que se genera. Muchos de los episodios de violencia entre jóvenes, quizás la mayoría, se generan en las redes sociales. Entonces me parece que una de las cuestiones que se tiene que empezar a trabajar, no sólo desde las instituciones del Estado, porque el Estado somos todos, la familia también, es de qué manera comenzar a disminuir la violencia que ya se encuentra naturalizada en la sociedad y que le transmitimos a los jóvenes.

¿Qué rol les cabe al Estado y también a la sociedad para involucrarse y evitar estos casos? ¿Cuál es la forma de prevenirlos?

En un Estado democrático de derecho y en un sistema republicano de gobierno, lo principal es empezar a trabajar sobre las causas que generan estos episodios de violencia que a veces terminan en un delito. Un homicidio, una lesión grave. Lo fundamental es la prevención. El Estado debe empezar a sensibilizar, a concientizar. Primero, sin lugar a dudas, las personas que son especialistas en cuestiones juveniles o en violencia juvenil, comenzar a transmitir que los conflictos se pueden resolver de otra manera. Creo que hay dos áreas fundamentales: la familia y la escuela, donde los chicos están a diario. Ahí tenés una faz privada, que es la familia, y una faz pública, que es el colegio, donde empezar a trabajar sobre esto, que los conflictos no se pueden resolver a través de la violencia física porque siempre hay alguien que termina dañado o lastimado de una forma u otra. Incluso cuando se aplica la justicia penal, porque es emplear el poder coercitivo del Estado, es aplicar también de alguna manera una violencia que está legitimada. No hay que etiquetar a los jóvenes ni estigmatizarlos, sino simplemente verificar qué sociedad futura queremos, porque esos chicos van a crecer algún día y van a seguir transmitiendo esa forma de resolver el conflicto a través de la violencia física. Las campañas de concientización y de sensibilización son importantes, el trabajo de los medios de comunicación también, el artículo 17 de la Convención de los Derechos del Niño involucra al periodismo en la publicación de noticias que tiendan a proteger los derechos humanos de los chicos y de manera de concientizar, de sensibilizar sobre su situación. No hay que esperar una sanción, una condena, porque nuestro Código Penal tiene penas muy duras y aún así los episodios violentos continúan. Creo que las medidas concretas son diálogo, concientización y sensibilización en la familia y en la escuela. Y donde no hay familia o escuela, donde hay un derecho vulnerado, tiene que estar el Estado a través del Sistema de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes.  

El mundo adulto parece azorarse, asombrarse, escandalizarse cuando los jóvenes reaccionan de esta manera, pero los chicos vienen de un lugar, de una pertenencia, de un sector, de una familia.

¿Cómo cree que estos casos de violencia juvenil impactan en el mundo adulto y en la sociedad en general? 

El mundo adulto parece azorarse, asombrarse, escandalizarse cuando los jóvenes reaccionan de esta manera, pero los chicos vienen de un lugar, de una pertenencia, de un sector, de una familia. Vienen de una sociedad que está enmarcada en la constante creencia de que resolver un conflicto es pegarle una trompada a alguien. Impacta fuertemente porque, además, los chicos acusados en el caso de Fernando Báez Sosa van a ir posiblemente a una institución total, que es una cárcel. ¿De qué manera vamos a trabajar en las instituciones totales como las cárceles o los institutos de menores con la violencia de esas personas? Porque el sistema de reeducación, de reinserción social en la República Argentina sigue siendo la crónica de un fracaso anunciado. Entonces, no solamente evitemos esto. Las personas que son condenadas, sancionadas por episodios violentos, estos chicos tan jóvenes, que en algún momento van a recuperar la libertad y van a volver a la sociedad, ¿cómo van a volver? La violencia, no solamente de los jóvenes, impacta fuertemente sobre el desarrollo de los Estados y de la sociedad. 

JLC/MG

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