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Entrevista

“Un sistema de cuidados permitiría formalizar trabajos informales y generar nuevos trabajos”

Cecilia Alemany, de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe

Julieta La Casa

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Las tareas de cuidado comenzaron a sonar fuerte en la agenda pública como consecuencia de la crisis que el COVID-19 generó en múltiples dimensiones de la vida social, económica y doméstica. Estas tareas, históricamente invisibilizadas, naturalizadas como responsabilidades de las mujeres y niñas, subestimadas en tanto sostén de las economías, cobraron protagonismo y valor durante los periodos de aislamiento preventivo que se extendieron a nivel global.

Según datos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), en estos periodos, las mujeres dedicaron diariamente el triple del tiempo que los hombres a las mismas tareas no remuneradas, que resultan esenciales para sostener el desarrollo de las actividades productivas y sociales de todas las personas. El contexto dejó a la vista no solo el impacto que las tareas de cuidado tienen en las posibilidades y condicionamientos de niñas y mujeres en distintos momentos de su vida, sino que este se extiende a un nivel macro que atraviesa a las sociedades.

Las agendas de los Estados, y sus presupuestos y políticas públicas, ya no pueden esquivar su centralidad. En esa línea, la XV Conferencia Regional de la Mujer organizada por la CEPAL y ONU Mujeres en noviembre de 2022, que tuvo a la Argentina como sede y país organizador, postuló el tema como eje de debate central: ​​“La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género”. En este encuentro intergubernamental -inaugurado por el presidente Alberto Fernández, que reunió a representantes de 30 países de América Latina y Caribe y de otras regiones, asociaciones civiles y organismos internacionales- ONU Mujeres presentó datos sobre el impacto que la inversión en políticas de cuidado puede generar en el mercado de trabajo formal.

En diálogo con elDiarioAR, Cecilia Alemany, directora regional adjunta del organismo para las Américas y el Caribe y representante en Argentina, explicó que la transformación del sector de cuidados en un nuevo sector productivo puede contribuir a una recuperación sostenible. 

-¿Cómo la inversión en licencias y servicios de cuidado puede generar una mayor igualdad en el mundo del trabajo? 

-Los sistemas integrales de cuidados, que contemplan tanto los regímenes de licencia y los servicios de cuidado, entre otras medidas, son una herramienta clave para impulsar una inserción y participación más justa de las mujeres en el mundo del trabajo. Actualmente, la diferencia en la participación económica de mujeres y hombres es de alrededor del 20% (48,6 %mujeres vs. 68,8%, según datos de 2022 del INDEC). Parte de este estancamiento en la tasa de actividad tiene que ver con la tenencia de hijos e hijas. El cuidado es un condicionante para la participación económica de las mujeres, sobre todo para aquellas de los quintiles más bajos, es decir, en los hogares más pobres. Esta diferencia se explica, por un lado, porque en los hogares más pobres están sobrerrepresentados los hogares monomarentales que no tienen con quien redistribuir cuidados, por la dificultad de pagar servicios privados de cuidados, por el acceso a la educación y la formación profesional desigual y la dificultad de una inserción laboral en buenas condiciones. 

Brechas atravesadas por más brechas

“Las mujeres más pobres tienen la mitad de oportunidades de tener un trabajo formal que las mujeres de los hogares más ricos”, Cecilia Alemany cita datos publicados por INDEC en marzo de 2022 que muestran que la tasa de empleo de las mujeres de menores ingresos es del 31,9%, mientras que las de aquellas del grupo de hogares con mayores ingresos es del 59,6%. 

-¿Sobre qué población impacta principalmente la mayor inversión en políticas de cuidado?

Teniendo en cuenta el mayor tiempo que dedican las mujeres a las actividades de cuidado, la inversión en políticas de cuidado beneficiaría a todas las mujeres y a la sociedad en su conjunto. Las mujeres dedican 6,5 horas diarias al cuidado y trabajo en sus hogares frente a 3,7 horas que dedican los hombres (los datos corresponden a la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo elaborada por INDEC en 2021). Ahora bien, cuando analizamos estas cifras, encontramos que las mujeres de los hogares más pobres destinan el doble de horas de cuidados que las mujeres de los hogares más ricos. Así que, la discriminación es doble. 

Hoy, en Argentina, solo el 30% de los niños y niñas de 0 a 4 años asiste a un centro de cuidados, o espacio de educación inicial. La mayor inversión en políticas de cuidado impactaría en la participación económica, sobre todo, de aquellas mujeres de los sectores más vulnerables, ya que en gran parte no tienen la posibilidad como decíamos antes ni de redistribuir en el seno de sus hogares o comunidad, ni de tercerizar los cuidados por la falta de ingresos suficientes para costear cuidados privados y por la brecha entre la oferta y la demanda de cuidados públicos.

Muchas mujeres se ocupan como cuidadoras, o cuidadoras comunitarias, por lo que, un sistema de cuidados permitiría formalizar trabajos informales y generar nuevos trabajos, y sería acompañado de un proceso de certificación de competencias y profesionalización del sector. Por otro lado, aunque no siempre se conocen las cooperativas de cuidados, las empresas recuperadas por trabajadoras y las PYMES son fundamentales para consolidar el tejido socioeconómico y los cuidados comunitarios. Avanzar en un sistema de cuidados también requiere apoyar esas iniciativas.

-En la XV Conferencia Regional sobre la Mujer citó datos de ONU Mujeres que relevan que en Chaco la ampliación de la cobertura de cuidados generaría nuevos empleos. ¿Cuáles son los principales hallazgos en términos de financiamiento de los sistemas de cuidado en Argentina en base a los estudios que realizaron?

-Desde ONU Mujeres realizamos estudios de costeos de cuidados en varios países de la región. En Argentina estamos terminando de presentar costeos a nivel federal en dos provincias (Santa Fe y Chaco). En colaboración con el Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas y las autoridades provinciales, desarrollamos análisis que estiman el esfuerzo fiscal de invertir en políticas públicas para reducir los déficits en la atención de las demandas de cuidado, y que calcula el empleo que se generaría como consecuencia de esta inversión.

En el caso de la provincia de Chaco, se priorizaron 4 sectores de análisis: educación inicial, jornada extendida de 6 a 8 años, cuidados de larga duración y población con discapacidad. Se analizó la demanda insatisfecha, la oferta existente y se calculó el déficit de cobertura de cuidados. El estudio plantea tres escenarios de ampliación -mínima, media y máxima- para cada subsector de cuidados. Por ejemplo, en educación, lograr la universalización de sala de 3 años y ampliar la jornada escolar a la mitad de la matrícula del primer ciclo de primaria (6 a 8 años) involucraría una inversión del 5,2% del Producto Bruto Geográfico (PBG) y generaría 17.840 nuevos empleos. 

Estos estudios son importantes porque proveen información clave para la toma de decisiones, sobre todo en las provincias, dado que la educación y la salud están descentralizadas en Argentina. Sin embargo, estas inversiones deberían ser coordinadas entre el nivel nacional y las provincias, considerando el federalismo fiscal en el país y la necesidad de avanzar hacia un sistema integral guiado por los principios de la universalidad, la corresponsabilidad, la promoción de la autonomía y la solidaridad en el financiamiento. Además, sería deseable que se compensen las asimetrías regionales entre territorios, promoviendo así la solidaridad inter-territorial además de la inter-generacional.

Agenda de género en la región

En el debate planteado en el marco de la XV Conferencia Regional sobre la Mujer, el énfasis estuvo puesto en la inversión en los sistemas de cuidado como generadora de múltiples beneficios, ya que no solo favorece la autonomía económica de las mujeres, sino que la participación de las mujeres en el mercado laboral incrementa los ingresos de las familias y su nivel de consumo, y una parte de la inversión es recuperada por los Estados a través de impuestos y contribuciones a los sistemas de seguridad social. En este contexto, Alemany explica que la inversión en cuidados “permite romper con el círculo vicioso de cuidados, pobreza, desigualdad y exclusión, transformándolo en un círculo virtuoso que genera múltiples réditos sociales y económicos”. 

JLC

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