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Cuando la lactancia materna en el trabajo se convierte en lucha por la igualdad

Rebecca Suimuna, trabajadora social, amamantando a su hijo de 15 meses.

Marianne Grosjean

Tribune de Genève (Suiza) —

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Un mejor estado de salud a corto y a largo plazo, vínculos más fuertes y un mayor coeficiente intelectual. Las ventajas de la lactancia materna han llevado a la OMS, desde 2001, a recomendar esta práctica durante “dos años o más”, incluyendo seis meses de forma exclusiva.

Uno de los países que están cambiando sus reglas laborales en Europa es Suiza para que las mujeres puedan seguir más fácilmente la recomendación más allá del permiso de maternidad de 14 semanas (16 en Ginebra). Desde 2014 se aplica en todo el país una ordenanza de derecho laboral que protege la lactancia materna en el trabajo. 

Durante el primer año de vida de sus hijos, las trabajadoras deben disponer de 90 minutos remunerados por cada día de más de siete horas de trabajo para extraerse leche o dar el pecho, ya sea en su casa o en una sala habilitada para ello. Además de los beneficios para el niño, la posibilidad de amamantar en el trabajo podría ayudar a aquellas mujeres que dudan en volver a trabajar, en un país en donde una de cada siete mujeres deja su trabajo tras dar a luz, según la Oficina Federal de Estadística de Suiza.

¿Qué efecto tiene esta ordenanza sobre la lactancia materna? “Es demasiado pronto para saber, ya que las próximas estadísticas, que se recogen cada diez años, no se conocerán hasta 2024”, afirma Britta Boutry, coordinadora de la Iniciativa Mundial sobre Tendencias de la Lactancia Materna (WBTI, por sus siglas en francés) y consultora de la Asociación Ginebrina de Alimentación Infantil (GIFA).

En Suiza, el 95% de las madres amamantan a sus hijos inmediatamente después del parto, y el 40% de los niños siguen siendo amamantados a los seis meses, el 26% de ellos de forma exclusiva.

El ejemplo de la ONU

Algunos empleadores están dando el ejemplo, alineándose con las recomendaciones de la OMS.

Celine, funcionaria internacional de la ONU y madre de un bebé de seis meses, dice que su jefe le informó de sus derechos de lactancia en cuanto se quedó embarazada: “Tengo dos horas remuneradas al día para amamantar o extraer leche, no durante un año sino hasta que el niño cumpla dos años”, explica.

La ciudad de Ginebra también se jacta de ir “más allá de la ley” al “no imponer un límite diario al tiempo de lactancia”. Una moción de la exdiputada del Partido Laborista Annick Ecuyer, presentada en 2020 y que pedía la creación de una sala de lactancia para los parlamentarios, aún está pendiente de aprobación. El caso de su ex compañera de partido, María Pérez, quien amamantó a su hija durante casi seis años, es célebre en el país. Se extraía leche “en los aseos” porque no disponía de una habitación específica para ello.

Complicaciones en el sector sanitario 

En muchas profesiones, el derecho a la lactancia sigue siendo un asunto complicado, y depende de la empatía de la jerarquía. Es el caso del sector hospitalario.

Getsy Mathavan, interna en los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG), recuerda: “Volví a trabajar al 100% cuando mi hijo menor tenía cinco meses y medio, en 2020. Todavía le estaba dando el pecho de forma exclusiva y tenía que sacarme leche varias veces al día. La primera semana estuve a cargo de un director de clínica muy comprometido, que tenía la gentileza de quitarme el localizador durante mis descansos para no interrumpirme en caso de emergencia. Sentí la diferencia con los jefes posteriores, que no tenían ese tipo de atenciones”.

Para Britta Boutry, Suiza debe mejorar la formación del personal sanitario que entra en contacto con las madres y los bebés. Lamenta que el HUG y el Hospital de la Tour no hayan renovado su certificación como hospitales “amigos del bebé” (HAB), una certificación que garantiza que la institución invierte en formación continua para sus equipos en materia de promoción de la lactancia materna. “Es importante que el personal sanitario no subestime los beneficios de la lactancia materna, y no la recomiende solo durante los primeros cuatro meses”, argumenta la consultora.     

“Algunas personas tienden a abogar por dejar de dar el pecho a la menor dificultad. Pero cuando un bebé no gana suficiente peso, por ejemplo, hay algunos puntos clave que hay que comprobar. ¿Está mamando libremente? ¿Es cómoda la posición del bebé en el pecho? ¿Le han dado un chupete? Si la madre desea seguir amamantando, lo mejor es que intervenga personal capacitado”. 

A la espera de que la ley se aplique a todas las madres trabajadoras en período de lactancia, se han ido creado grupos de apoyo dirigidos por madres voluntarias.

La organización internacional Liga de la Leche tiene sucursales en la Suiza francófona y en Ginebra. Sus reuniones están abiertas a todas las madres que necesiten asesoramiento, apoyo e información fiable sobre la lactancia materna. Porque “la cuestión no es solo sanitaria, sino también social”, según Mélina, que amamanta a su hijo de 20 meses mientras continúa con su trabajo en la Universidad de Ginebra.

“Dejar que las madres que lo deseen sean madres de esta manera, en lugar de obligarlas a destetar a su hijo para satisfacer el mundo del trabajo, es el tipo de feminismo que a mí me gusta”, dice.

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