A los dos años y medio, Iván Demirci fue diagnosticado con un trastorno del espectro autista. Las palabras no llegaron, pero la música sí. En el sonido del tambor y el ritmo de la percusión encontró una manera de comunicarse con el mundo. Hoy, a los 26 años, compone, canta y toca instrumentos, y lidera la banda Iván y sus amigos, un grupo que desde hace más de una década sube a los escenarios e intenta transmitir que cada persona puede encontrar su forma de expresarse.
Esa historia es el eje del documental Los silencios de Iván, dirigido y producido por Natalia Denegri, que acaba de ser nominado a los Premios Emmy Suncoast 2025. La categoría reconoce producciones destacadas de Florida, Luisiana, Alabama y Georgia, y la inclusión del proyecto marca la primera nominación de una persona dentro del espectro autista en ese rubro. La ceremonia se realizará el 6 de diciembre en Hollywood, una ciudad en la costa este de Florida.
Un camino de expresión e inclusión
La película muestra el recorrido de Iván desde su infancia hasta su presente como músico, y cómo la música se convirtió en su lenguaje y en una herramienta de inclusión. Su banda, integrada por Juan Tenaglia, Matías LaGroteria y Pato Álvarez, se presentó en espacios como el Hard Rock Café Buenos Aires, el Festival de Música del Planetario y distintos eventos culturales y educativos del país y el exterior.
Iván también dejó su marca en la educación: fue el primer alumno integrado del Colegio San Gabriel, experiencia que marcó un antecedente en la inclusión escolar de Argentina, donde se estima que uno de cada 36 niños está dentro del espectro autista.
“Sueño con una sociedad que no integre, sino que conviva”
En diálogo con este medio, el padre de Iván, Ricardo Demirci, habló sobre la emoción que generó la nominación, el proceso de filmación y la importancia de contar con políticas de Estado que acompañen a las personas con discapacidad.
—¿Cuál fue la reacción de Iván sobre la nominación y qué significó para ustedes como familia?
—Iván no tuvo una reacción inmediata, porque hay situaciones que no procesa de la misma forma. Está contento, sonriente, pero no dimensiona la magnitud de lo que significa. Lo tomó con una sonrisa muy fuerte. Para nosotros fue una sorpresa y, por supuesto, un orgullo enorme. Iván es inspiración pura. A lo largo de los años demostró que, con voluntad y acompañamiento, se pueden superar todos los diagnósticos. Es un luchador incansable, no conoce límites.
—¿Cómo fue el proceso de filmación del documental?
—Fue un día entero de rodaje. Vinieron a casa, filmaron cómo es un día completo en la vida de Iván: desde que se levanta, va al centro de día, vuelve a merendar y ensaya con su banda. La idea era mostrar su cotidianeidad, sin artificios, cómo se mueve, qué hace y cómo se expresa.
—¿Qué buscaba reflejar el documental?
—El nombre Los silencios de Iván tiene que ver con eso: aunque Iván es no verbal, habla con sus gestos, con la mirada y con su música. El documental muestra cómo, sin palabras, logra inspirar a los demás.
—En el contexto actual, ¿cómo viven los recortes y la situación de las personas con discapacidad?
—Nunca está bien que falte apoyo del Estado. Hay una parte de la sociedad que puede acceder a tratamientos y otra que no, si el Estado no acompaña. Por eso es fundamental que la discapacidad sea una política de Estado, con apoyo sostenido, formación de profesionales y un censo real. No se trata de porcentajes ni presupuestos aislados, sino de una visión integral.
—El mensaje del documental y de la banda de Iván promueve la empatía y la inclusión. ¿Cómo se contrapone eso con la mirada más individualista que hoy prevalece?
—No creo que se contraponga. Iván y su banda muestran que el arte puede ser un puente. No tiene que ver con la política ni con la plata, sino con la voluntad de las familias. Hay padres con muchos recursos que no buscan desarrollar las fortalezas de sus hijos, y otros con menos medios que sí lo hacen. Iván inspira desde ese lugar. Y sus compañeros también dan un ejemplo: siempre lo vieron como un músico, no como un autista. Esa empatía demuestra que la convivencia es posible.
—¿Qué reflexión le deja esta experiencia?
—Sueño con una sociedad que no integre, sino que conviva. Que no mire lo que una persona no puede hacer, sino lo que sí puede. Iván me cambió la mirada. Me enseñó a ver más allá de mí mismo y a entender que cuando uno se informa y se acerca, el miedo desaparece.
LN/MG