El auge de los creadores digitales redefine la economía del entretenimiento y transforma las aspiraciones laborales de una generación. Plataformas como YouTube o Twitch se consolidan como motores de una industria que genera millones de euros cada año y que cambia la manera en la que se entiende el trabajo en el ámbito audiovisual.
Convertirse en youtuber o streamer es hoy una opción profesional real, con agencias, contratos publicitarios y una estructura empresarial que rivaliza con la de los medios tradicionales. Esa profesionalización ha dado lugar a un nuevo mapa de figuras públicas como Ibai Llanos, ElRubius o TheGrefg que mueven audiencias masivas y que han convertido su presencia en pantalla en una fuente estable de ingresos. Este contexto explica por qué Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, advierte que este modelo podría estar a punto de transformarse por completo.
Sam Altman advierte que la inteligencia artificial puede transformar el trabajo de los creadores
Durante una entrevista difundida por el programa digital TBPN y citada por Bill Peebles, responsable del proyecto Sora, Sam Altman afirmó que “a la gente no le importa si el contenido está generado por un humano o por una inteligencia artificial”. El directivo sostiene que el público busca ante todo calidad, originalidad y utilidad, independientemente del origen de la obra.
Según explicó, el avance de la inteligencia artificial generativa está cambiando la forma en la que se consume información y entretenimiento, hasta el punto de que los algoritmos podrían sustituir a los creadores humanos. Su predicción apunta a que los influencers y youtubers tradicionales afrontarán un cambio importante, forzados a adaptarse a un entorno donde la creatividad humana conviva con la producción automatizada.
Esa idea no se limita a una especulación. Altman participa activamente en el desarrollo de Sora, la aplicación de vídeos cortos de OpenAI que utiliza descripciones escritas para generar piezas audiovisuales completas. La herramienta, gestionada por Bill Peebles, permite crear escenas, personajes y entornos sin intervención técnica de cámaras ni actores.
En palabras de Altman, “si el contenido es bueno, no creo que al usuario le importe mucho si está generado completamente por una IA o por un humano”. Con esa afirmación, el empresario sitúa el debate en el terreno de la calidad creativa y no en la autoría.
Altman sostiene que la inteligencia artificial puede superar en originalidad a muchos trabajos humanos
El propio Altman defiende que muchos trabajos producidos por personas resultan menos originales que los creados por inteligencia artificial. En su opinión, la diferencia ya no reside en quién ejecuta la obra, sino en la capacidad para sorprender y mantener el interés del público.
Ese planteamiento redefine la relación entre autor y espectador y sugiere que el futuro del entretenimiento será híbrido. En este modelo, los profesionales humanos deberán integrar las herramientas tecnológicas en su proceso de trabajo, lo que transformará la estructura actual de la economía de los contenidos digitales.
El impacto de Sora se extiende más allá del mercado audiovisual. La automatización abre la puerta a una producción masiva de vídeos adaptados a los gustos de cada usuario, lo que modifica el papel de los creadores en la cadena de valor. Para Altman, esta herramienta puede “dar lugar a una explosión de creatividad para el arte y el entretenimiento”, aunque también advierte de que podría fomentar la circulación de materiales poco útiles o manipulados. El proyecto comparte con las redes sociales la lógica de los algoritmos que priorizan lo que el usuario ve, lo que plantea dilemas sobre la autenticidad y la verificación del contenido.
La convivencia entre ingenio humano y algoritmos abre una nueva etapa
El fenómeno de los creadores de contenido, que hasta ahora representaba una de las profesiones más rentables del entorno digital, se encuentra así en un punto de inflexión. El cambio no implica necesariamente una desaparición, sino una reconfiguración del papel de cada actor dentro de este ecosistema.
Los youtubers y streamers seguirán presentes, pero su función dependerá de la habilidad para coordinar su creatividad con la inteligencia artificial y mantener un valor diferencial frente a la automatización.
Esa convivencia entre máquinas y personas marca una nueva etapa en la historia del entretenimiento digital. La idea de Sam Altman, lejos de reducir el papel humano, subraya la necesidad de adaptar la creatividad a un entorno tecnológico en expansión. El futuro de los contenidos dependerá de quienes consigan mantener esa relación equilibrada entre ingenio y algoritmo, sin perder la capacidad de ofrecer algo que todavía conecte con la experiencia humana.