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VISITA OFICIAL

Fernández recibió a Boric como “amigo, aliado y cómplice”: la Antártida, los mapuches y las Malvinas, ejes de su primera cumbre bilateral

La primera visita de Gabriel Boric a la Argentina como presidente de Chile, en imágenes

Mauricio Caminos

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Amigos, aliados y cómplices. En esos términos se trataron Alberto Fernández y Gabriel Boric, en el marco de la primera visita oficial del flamante presidente chileno a la Argentina. Fue una bilateral abundante en guiños por las coincidencias ideológicas entre ambos jefes de Estado, pero que no esquivó temas espinosos que históricamente involucran a ambos países.

Los límites territoriales de la placa continental antártica, la convivencia con los mapuches en el sur patagónico, el reclamo por la soberanía argentina sobre las islas Malvinas, los derechos humanos en Latinoamérica y la situación del ex guerrillero chileno Galvarino Apablaza –que vive en Argentina hace 20 años y está acusado de homicidio en el vecino país–, fueron algunos de los ejes en los que versó la cumbre a puertas cerradas. Luego de la reunión Fernández y Boric, junto a sus ministros, firmaron cuatro memorándums de entendimiento en materia de derechos humanos, género, justicia y asuntos consulares, y brindaron una conferencia de prensa. 

El encuentro entre ambos mandatarios comenzó con un abrazo al momento de la llegada de Boric a la Casa Rosada, luego de visitar en Retiro el Monumento a los Caídos en Malvinas y entregar una ofrenda floral a San Martín. Fueron los primeros gestos del joven presidente chileno, que a sus 36 años y vestido de saco y sin corbata, siguió a Fernández por la Casa de Gobierno, que hizo las veces de guía turístico hasta su despacho.

“Las políticas deben trascender a los Gobiernos de turno”, abrió Boric en el Museo del Bicentenario. Fue entonces cuando agradeció la invitación de Fernández a viajar al país –por tradición, los flamantes presidentes chilenos en su primer viaje cruzan la Cordillera– y le dedicó: “Aquí tiene un aliado y un cómplice en esta batalla contra la desigualdad y por un mundo más justo para todos y todas”. A su turno, y con un Boric descontracturado, apoyando los codos sobre el atril, el Presidente le devolvió las gentilezas: “Chile ha pasado momentos tumultuosos y ha llegado un hombre joven a la presidencia, con un enorme bagaje de experiencia”, señaló sobre el recorrido de Boric como líder en las protestas estudiantiles contra Sebastián Piñera. “Tenés en mí a un amigo para ayudarte en todo lo que alcance”, agregó el mandatario argentino.

Además de elogios, ambos presidentes compartieron simbólicos regalos. Mientras Fernández le regaló a Boric el legendario disco de vinilo “Artaud” de Pescado Rabioso y “Click Modernos” de Charly García, el chileno le obsequió “Las últimas composiciones” de Violeta Parra, de 1966. También una camiseta de Argentinos Juniors con el nombre del ex volante chileno Milovan Mirosevic.

Antártida, mapuches y Malvinas

Pero la sintonía personal y las declaraciones por “la solidaridad entre pueblos hermanos” –en palabras de Fernández– no evitó que queden expuestas las diferencias históricas que hay entre ambos países, principalmente sobre los límites en la Antártida, luego de que Piñera firmara un decreto en 2021 que amplió la plataforma continental de Chile sobre territorio argentino y la Cancillería advirtiera que vulnera el Tratado de Paz de 1984. “No tiene sentido esconderlo, tenemos una postura distinta”, admitió Boric cuando un periodista le preguntó al respecto, mientras el mandatario argentino guardó silencio sobre el tema. “Esa diferencia la resolveremos mediante los buenos oficios y la diplomacia, y no va a impedir profundizar nuestros lazos en otros temas”, agregó.

Aunque no fue tema de la bilateral con Fernández, Boric dijo estar “a disposición” para conversar el regreso de los vuelos a Malvinas desde el continental, aunque apoyó “la reivindicación territorial de Argentina sobre las islas”.

Sí coincidieron ambos presidentes en dar por cerrada la polémica abierta por los recientes dichos de la ministra del Interior chilena, Izkia Siches, sobre el ancestral territorio “wallmapu” de los pueblos mapuches, y que abarcaría varias provincias argentinas. “No hay ninguna confusión. Quedó absolutamente aclarado”, aseguró Fernández en una escueta respuesta, antes de que Boric se explayara sobre el tema que es una cuestión de Estado en el país trasandino. “No es un tema que estamos inventando nosotros. Hay un conflicto entre el estado chileno y el pueblo wallmapu. No lo vamos a desconocer. Nosotros iniciamos un camino de diálogo y eso le va a molestar a muchos”, expresó el mandatario chileno, ante la mirada seria de Fernández. Y concluyó: “Ninguno de nosotros puso en cuestión la soberanía territorial entre nuestros respectivos países y no tenemos intención de hacerlo”.

Otro de los puntos que discutieron Fernández y Boric fue el pedido de extradición del ex guerrillero Galvarino Apablaza, radicado aquí y acusado en su país de ser uno de los autores intelectuales del asesinato en 1991 del senador Jaime Guzmán, un hecho que golpeó la transición democrática de Chile tras la dictadura de Augusto Pinochet. “Le aclaré que este es un problema que se resuelve judicialmente en la Argentina, no tiene que ver con la discrecionalidad del Poder Ejecutivo”, señaló el anfitrión. Boric dijo que hará “todos los esfuerzos” para resolver el caso. Se preveía que conversaría al respecto en su reunión con los ministros de la Corte Suprema de Justicia argentina.

Unidad y derechos humanos en Latinoamérica 

Ante un nutrido con ministros de ambos gobiernos, los presidentes destacaron la importante de revalorizar el rol de la región en el concierto internacional y ponderaron proyectos de integración comercial, como el corredor bioceánico que permitiría unir Brasil con Chile a través de la Argentina. 

“Latinoamérica tiene que recuperar una voz unida y de cooperación. Tenemos desafíos profundamente compartidos. Si vamos separados, nos vamos a hundir por separado”, pidió Boric, mientras lo escuchaban, entre otros, funcionarios argentinos como Juan Manzur (jefe de Gabinete), Santiago Cafiero (Cancillería), Martín Guzmán (Economía), Eli Goméz Alcorta (Mujeres y Género) y Martín Soria (Justicia); y también de su gobierno, como la flamante embajadora en el país, Bárbara Figueroa (militante comunista y sindicalista), la canciller Antonia Urrejola y Maya Fernández, ministro de Defensa y nieta de Salvador Allende.

Referente de la nueva izquierda latinoamericana, Boric no esquivó una pregunta de la prensa sobre las situaciones en Cuba, Nicaragua y Venezuela, y dijo que “los derechos humanos se tiene que respetar de manera íntegra y los Estados lo deben respetar en todos los lugares del mundo, independientemente del color político”. 

Sobre el tema no respondió Fernández, que desde enero pasado ostenta la presidencia pro témpore de la Celac, foro regional al que accedió con el apoyo de Caracas, Managua y La Habana, y del que no participa Estados Unidos. El mandatario argentino se limitó a destacar que “América latina es una zona de paz, y cada día hace esfuerzos para que la democracia se preserve y se profundice”.

Al terminar su paso por la Rosada, a Boric le esperaba una visita al Congreso, donde sería recibido por Sergio Massa -pero no por Cristina Kirchner, que está en El Calafate-, el encuentro con la Corte Suprema y -a la noche- una cena en su honor en el Centro Cultural Kirchner. Una ajetreada agenda que, como dijo en un breve contacto con elDiarioAR la canciller chilena, “va muy bien”.

MC

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