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Qué leer en agosto

La obligación de leer novedades

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Santiago: Me agobian las novedades, Flora.

Flor: ¡Santiago! ¡Vamos a perder suscriptores!

Santiago: Perdón, no me sale mentir.

Flor: ¡Qué pesado!

Santiago: Me angustia la maquinaria de las novedades, no tengo tiempo de absorber lo que se publica un mes y al mes siguiente ya viene otra oleada, y así.

Flor: Pero en Pez Banana orientamos sobre cuáles son las mejores novedades del mes.

Santiago: Soy un ciego guiando a los ciegos.

Flor: A mí me encanta la diversidad, el bosque encantado del presente. La Feria de Editores, la FED, que se hace este fin de semana en Chacarita, es Disney para mí.

Santiago: Es a dos cuadras de casa. Me voy a pasar el fin de semana en la FED, pese a todo.

Flor: Para que salgas de la melancolía te dejo este posteo de Rosario Bléfari que cada tanto vuelve a viralizarse: “Siempre tengo la sensación de que cada momento que vivimos es histórico, de ahí la importancia de estar en el presente, ir a recitales, encontrarse con amigos, leer a los escritores que viven, ir al teatro, ver las películas que se estrenan, escuchar los discos, hablar con las personas, recorrer la ciudad caminando, ir a una marcha, presenciar una sesión del congreso, hacer un trámite, ir al mercado, tener un proyecto y llevarlo adelante como sea, aunque alguien lo considere un fracaso, participar en lo que sucede, como sea, estar, vivir lo contemporáneo, sin nostalgia”.

Santiago: Muy lindo, pero yo me quedo con algo de Arno Schmidt, el Joyce alemán, que Guillermo Piro recordó el domingo en una columna en Perfil sobre el compromiso social de los artistas. Era algo como “el escritor se ocupa de mirar el pasado, y no tiene nada para decir sobre el presente.”

Flor: Dios mío, Santiago, sos un anciano.

Santiago: ¿Empezamos con tus novedades o con mi antigüedad?

Flor: Voy a spoilear un poco; si les molesta, pueden pasar al próximo libro. 

Una pareja y su hijita van de vacaciones a Nueva York. Cada tanto, aparecen elementos perturbadores que adjudicas a que la protagonista se angustió o a picardías de la trama que por alguna razón se te escapan. Mientras tanto seguís recorriendo la High line lo más campante. Pero la oscuridad se vuelve más frecuente. Es cierto que la madre está atravesando un duelo por lo que todo podría seguir siendo normal. Una persona angustiada. Muy angustiada ¿Quién no? Y ahí te das cuenta de que Marina Yuszczuk te atrapó. Logró que empatices y naturalices a una persona perseguida por fantasmas. 

Santi: Todos tenemos fantasmas

Flor: Estos son bravos. No son Gasparín.

Santiago: ¿Quién? ¿Gasparín? Acordate de no plagar el newsletter de referencias que sólo captan los baby boomers.

Flor: Bueno, centennial. Te decía, entré en la novela ingenuamente y terminé aterrada, sin poder dejar de leer. Y eso que la autora me anticipó en un mensaje de Whatsapp: “Da poquito miedo o nada”. Nada, las bolas. Me alteró más que La sed, su novela anterior. Será que los matrimonios en crisis y las madres me dan pánico de por sí. 

Santiago: ¿Las madres te dan pánico? Le dejo eso a tu analista.

Flor: Ya no me analizo, Santiago.

Santiago: ¡Felicitaciones! Me debo leer a Yuszczuk. Sí puedo decir que ella es una gran editora. Armó un catálogo espléndido y sé que trabaja mucho los textos, es editora del estilo intervencionista en el mejor de los sentidos. Cuando salió su editorial Rosa Iceberg, que sólo publica a mujeres, yo pensé que podrían hacer el chiste de publicar a un varón cada cuatro mujeres, tipo cupo masculino. Dejo la idea.

Flor: *Emoji agarrándose la cabeza* 

Flor: Me encanta Tillie y sus reflexiones sobre la maternidad. Dime una adivinanza, un libro maravilloso también publicado por Las afueras, tiene cosas geniales. Me gustaría citar pero no lo encuentro en mi biblioteca. 

Santi: Te lo robaron tus hijos.

Flor: Obvio. Como sea, la idea del libro es que los hijos, la casa y el trabajo sepultan. En su caso, invaden y conquistan su escritura hasta reducirla a la nada. Pero su deseo y su optimismo logran hacerse camino a los codazos. Por suerte. Este libro consiste en dos ensayos que hablan de opresión, política, clases sociales, literatura y género. Desentierra autores y autoras para ejemplificar sus conceptos, creando su propia lista de preferidos. Los textos son de 1962 y 1971.

Justo estuve releyendo la saga de Dos amigas de Elena Ferrante (Lumen) . El último tomo, La niña perdida, dialoga perfecto con los textos de Silencio. Recomiendo el combo.

Santiago: Me topé en Libros del Pasaje con este librito de Petrecca, un viejo compañero de ruta de la poesía, que anduvo por la China y hoy tiene una librería en París, Cienfuegos. Hace décadas que no lo veo. El libro es una especie de diario de un tipo que intenta escribir una biografía sobre Carlos Mastronardi, el poeta entrerriano amigo de Borges.

Muchos de los que leemos poesía en la Argentina somos fans de la línea mesopotámica: Juanele Ortiz, Madariaga, Mastronardi. El libro empieza cuando el narrador o autor se entera de la muerte de otro poeta entrerriano, Arnaldo Calveyra, y lo que siente es tristeza porque se da cuenta de que es la única persona en el mundo que había conocido de cerca a Mastronardi. Mastronardi no tuvo hijos y vivió una vida bastante monástica entre Gualeguay y Buenos Aires, gran parte de ella en un hotel tipo pensión en la Avenida de Mayo. Petrecca intenta reconstruir la vida de Mastronardi a través de entrevistas, búsqueda en archivos y recorridas. La tarea es un poco infructuosa pero en el camino Petrecca deja destellos de poesía (la de Mastronardi, la de Calveyra y también la propia) y refleja también la imposibilidad de capturar una vida, sea ficcional o real. Es un libro lateral y menor que me encantó. ¿Te gusta la poesía?

Flor: Sí, pero cosas más clásicas, tipo García Lorca o Neruda, que seguro vos odiás.

Santiago: Los dos quedaron un poco empalagosos con los años, pero García Lorca es genial. El que más me gusta es el de Poeta en Nueva York, gran homenaje a Whitman y a esa ciudad. Neruda cachondeó a mujeres de varias generaciones, aunque hoy está canceladísimo por violeta. Lo veo como un chanta descomunal, tanto en su vida como en su poesía, ¿o no?

Flor: No sé, Santi, yo lo leo y me encanta, es musical, imaginativo, goloso.

Santiago: Exacto. Neruda es como clavarse medio kilo de helado de dulce de leche. 

Flor: Cosa que a vos te encanta, gordo.

Santiago: Y sí. Nos vemos en… ¡septiembre, ya! con más antigüedades.

Flor: Y más novedades. Besos.

FU/SLL

Santiago: Me agobian las novedades, Flora.

Flor: ¡Santiago! ¡Vamos a perder suscriptores!