Ciencia

Descubren en Australia un fósil que podría cambiar la historia evolutiva de los insectos

Ada Sanuy

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Un equipo internacional de paleontólogos ha identificado en Nueva Gales del Sur (Australia) el fósil de mosquito no picador más antiguo del hemisferio sur. El hallazgo, publicado en la revista Gondwana Research, aporta nuevas claves sobre la evolución y dispersión de los Chironomidae, mosquitos de agua dulce, y reabre el debate sobre el origen geográfico del grupo. Según el estudio, el ejemplar, de unos 150 millones de años, sugiere que los ancestros de estos insectos pudieron haber evolucionado en Gondwana, el supercontinente austral, mucho antes de lo que se pensaba.

A quién corresponde el fósil

El fósil, correspondiente a una pupa de mosquito no picador de la subfamilia Podonominae, fue hallado en los yacimientos jurásicos de Talbragar Fish Beds, en el centro de Nueva Gales del Sur. Se trata de un entorno lacustre excepcionalmente conservado, donde también se han encontrado peces, plantas y otros insectos del Jurásico tardío. El ejemplar, designado Telmatomyia talbragarica gen. et sp. nov., perteneciente a la subfamilia Podonominae, conserva detalles anatómicos finos, como la estructura de las alas y las venas longitudinales, que han permitido confirmar su parentesco con los mosquitos actuales de agua fría que habitan regiones montañosas de América del Sur y Australasia.

Hasta ahora, los fósiles más antiguos del grupo procedían del hemisferio norte, concretamente de depósitos laurasiáticos, lo que llevaba a pensar que los Chironomidae se originaron en latitudes septentrionales. El descubrimiento australiano cuestiona esa hipótesis. Este fósil muestra que las primeras ramas del linaje ya estaban presentes en Gondwana durante el Jurásico, según explica el investigador principal Viktor Baranov, de la Universidad de Lausana. “Esto significa que el grupo tuvo una distribución mucho más amplia de lo que creíamos, con una historia evolutiva que se remonta al menos 20 millones de años más atrás”.

Una diversificación temprana

El análisis morfológico, apoyado en técnicas de fotogrametría y microscopía electrónica, permitió reconstruir digitalmente la anatomía del insecto y comparar sus características con especies fósiles y actuales. Los resultados revelan una combinación de rasgos primitivos y derivados: la estructura de las antenas y del aparato bucal coincide con los Podonominae modernos, pero las proporciones de las alas y las venas sugieren un estadio intermedio en la evolución del grupo. Este patrón indica una diversificación temprana adaptada a aguas frías y oxigenadas, lo que refuerza la idea de un origen gondwánico en ambientes de montaña o lagos glaciares.

El estudio subraya, además, la relevancia paleobiogeográfica del hallazgo. Durante el Jurásico, Gondwana, el supercontinente que agrupaba Sudamérica, África, la Antártida, Australia, India y Madagascar, mantenía conexiones terrestres y climáticas que favorecían el intercambio de fauna. El fósil australiano encaja en ese contexto como una evidencia directa de la temprana dispersión de los Chironomidae por los ecosistemas de agua dulce del hemisferio sur. Según los autores, “este descubrimiento contribuye a reconciliar las diferencias entre los registros fósiles de Laurasia y Gondwana y a entender la evolución global del grupo”.

Los investigadores destacan que la importancia del hallazgo no reside solo en su antigüedad, sino también en su ubicación. Los Podonominae actuales viven principalmente en regiones frías del hemisferio sur, lo que sugiere una notable estabilidad ecológica a lo largo de más de 100 millones de años. “Estamos observando un linaje que ha persistido prácticamente sin cambios desde el Jurásico hasta hoy, lo que lo convierte en un testimonio único de la historia climática y ecológica de Gondwana”, señala Baranov.

Los yacimientos australianos como archivo excepcional de la vida del Jurásico

El descubrimiento se suma a una serie de investigaciones recientes que revalorizan los yacimientos australianos como archivo excepcional de la vida del Jurásico. Talbragar Fish Beds, conocido por su extraordinaria conservación de fósiles finos, está ayudando a reconstruir los ecosistemas de agua dulce del antiguo supercontinente. Para el equipo de Baranov, estos depósitos no solo amplían el registro fósil de los insectos, sino que también permiten trazar los vínculos entre los ecosistemas australes y los actuales entornos templados del hemisferio sur.

El estudio concluye que el fósil australiano representa una de las pruebas más sólidas hasta la fecha del origen gondwánico de los Chironomidae y de su temprana diversificación en hábitats de agua fría. Más allá de su valor taxonómico, el hallazgo ilustra cómo pequeños insectos pueden ofrecer grandes respuestas sobre la historia biogeográfica del planeta y sobre los procesos que modelaron la vida en los antiguos mares y lagos de Gondwana.