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Antecedentes incómodos

Santiago Caputo cierra su control sobre la SIDE con socios ligados a un acusado de encubrir el crimen de Mariano Ferreyra

Auguadra fue socio de uno de los acusados de intentar encubrir el crimen del militante del Partido Obrero.

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La designación de Cristian Auguadra al frente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) no sólo abrió una nueva etapa en el organismo: también reactivó preguntas incómodas sobre su pasado societario. Mientras el Gobierno intenta instalar la idea de una “profesionalización” y una “limpieza” interna, vuelven a la superficie los vínculos que Auguadra mantuvo durante años con Ángel Stafforini, el contador de José Pedraza involucrado en la causa por el asesinato de Mariano Ferreyra en 2010, y reaparecen ahora con la llegada de Diego Valdiviezo, otro socio suyo, a la jefatura de la División de Asuntos Internos (DAI).

Según fuentes del oficialismo, esta última designación no tuvo margen para el suspenso. “Lo eligió Cristian, trabajaron juntos durante años y es una persona de su confianza”, explicaron, en un intento de encuadrar el movimiento como un reacomodamiento lógico en la nueva estructura. El discurso político se alineó con el mensaje formal que difundió la central a través de un comunicado, que subrayó la experiencia contable de Valdiviezo y lo definió como un activo para “fortalecer” los mecanismos de control interno en el marco de la etapa de “modernización institucional” encabezada por Auguadra.

Cristian Auguadra, titular de la SIDE.

Pero la narrativa técnica choca con un dato que vuelve a ganar relevancia. En 2012, tanto Auguadra como Valdiviezo fueron socios en la firma de servicio de transporte West Transfer SRL junto con Stafforini, un exvicepresidente de Belgrano Cargas señalado hoy como uno de los participantes en la maniobra para manipular el sorteo judicial de la causa Ferreyra. La información figura en el Boletín Oficial y la reconstruyó en primera instancia Luciana Bertoia en Página/12.

Pero la relación societaria entre Auguadra y Valdiviezo no se habría agotado ahí. En 2021, ambos también conformaron Cerrito Broker SRL, dedicada a la administración de inmuebles, esta vez junto a Héctor y Ezequiel Hermida, según reveló Camilo Cagnacci en el sitio Sección País. Como si fuera poco, uno de ellos fue expulsado de Ferrocarril Oeste en 2005 por irregularidades en una transferencia de 1,5 millones de pesos. Son vínculos que se suman y que contrastan con la retórica oficial sobre la “transparencia” y el “fortalecimiento institucional” de un organismo que arrastra décadas de opacidad, disputas internas y desvíos operativos.

Un joven Diego Valdiviezo, hoy titular de la División de Asuntos Internos (DAI) de la SIDE.

Un testigo clave

La causa en la que está implicado Stafforini comenzó a ser juzgada en agosto pasado por el Tribunal Oral Federal N°8 y expone con crudeza la dimensión de aquel intento de soborno. El expediente reconstruye cómo, entre diciembre de 2010 y febrero de 2011, un grupo integrado por exfuncionarios judiciales, directivos de Belgrano Cargas y operadores vinculados a la Unión Ferroviaria montó una operación para manipular el sorteo que iba a definir qué sala de la Cámara de Casación revisaría el caso del crimen de Mariano Ferreyra.

Los tribunales federales investigan la reunión de 50.000 dólares para direccionar el sistema informático hacia un grupo de jueces considerado favorable a los intereses del hoy fallecido Pedraza. La acusación sostiene que el objetivo era claro: garantizar una resolución que permitiera revocar los procesamientos por el asesinato del joven militante del Partido Obrero. La causa reconstruyó intercambios telefónicos, movimientos bancarios y encuentros en cafés del microcentro donde se negoció el pago, y ubicó a Stafforini como uno de los nexos financieros dentro de la trama que articuló a operadores judiciales y dirigentes ferroviarios.

Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero asesinado en 2010 por una patota sindical.

En el marco de este juicio oral, una escena reciente llamó la atención de quienes siguen el debate: se vio a Antonio “Jaime” Stiuso tomando un café junto a uno de los agentes de inteligencia que declaró como testigo clave, el mismo que intervino en la investigación que permitió detectar el supuesto circuito del dinero. La presencia en Comodoro Py del exdirector de Operaciones de la SIDE kirchnerista reavivó las lecturas sobre los respaldos y tensiones que se mueven alrededor de un caso que vuelve a tocar fibras sensibles del sistema judicial.

Ese testigo ratificó ante el TOF 8 que los fondos provenían de la Unión Ferroviaria y eran retirados en el banco por Ángel Stafforini y Susana Planas, mientras el seguimiento operativo estuvo en manos del equipo encabezado por Hugo García, por entonces mano derecha de Stiuso. Según reconstruyeron personas al tanto de aquella investigación, la SIDE logró documentar gran parte de la maniobra a través de intervenciones telefónicas, aunque algunos agentes aún cuestionan que el procedimiento se haya cortado antes de conocer el destino final del maletín. “Tendrían que haber esperado un poco más”, repiten puertas adentro. Sospechan que pudo haber habido una estrategia para evitar saber realmente a dónde iba el dinero.

Antonio "Jaime" Stiuso perteneció durante más de 40 años a la SIDE.

Espionaje gatopardista

La llegada de Diego Valdiviezo, un contador de 48 años, a la DAI —el área encargada de investigar al personal, instruir sumarios y supervisar la legalidad de los procedimientos— completa el cerco de control del universo de Santiago Caputo sobre los eslabones más sensibles de la SIDE. Su rol no es menor: desde ese lugar deberá monitorear la conducta interna en medio de una purga que ya dejó afuera a 130 empleados de la gestión Neiffert y que anticipa una depuración selectiva del plantel.

Santiago Caputo durante la cena de gala de la CPAC Argentina en 2024.

Según la versión oficial, el perfil técnico de Valdiviezo permitirá “ordenar” y “corregir desórdenes administrativos”. Puertas adentro, la lectura es menos lineal. “Es un hombre de ellos, veremos si viene a ordenar o a garantizar que todo siga igual”, admitió un funcionario de carrera. Otro fue más aún más escéptico: “Hablan de transparencia, pero los nombres no acompañan”.

La SIDE ingresa así en una fase donde el discurso modernizador convive con antecedentes empresariales que tensan la promesa de renovación. La pregunta que se escucha en los pasillos resume esa inquietud: si el Gobierno busca limpiar el organismo, ¿qué significa que la tarea quede en manos de quienes compartieron sociedades con un hombre juzgado por intentar manipular la justicia en una causa emblemática?

Escudo de la División de Asuntos Internos (DAI), la agencia de la SIDE encargada de las auditorías.

A esa tensión se suma otro elemento que inquieta a los cuadros de carrera: la concentración de poder en un esquema compuesto por dos figuras sin experiencia operativa ni recorrido dentro del sistema de inteligencia. Tanto Auguadra como Valdiviezo llegan desde afuera, sin haber pasado por áreas sensibles ni haber construido autoridad interna, una combinación que puede generar resistencias en un organismo habituado a medir cada gesto, cada jerarquía y cada línea de mando real o simbólica.

En paralelo, el reordenamiento no despeja las dudas sobre el rumbo estratégico del organismo. La ampliación presupuestaria reciente y a la instalación de un nuevo núcleo de confianza de Caputo, convive con un vacío: no está claro si la SIDE avanza hacia un rediseño institucional o si simplemente atraviesa una etapa de consolidación política. En ese escenario, la dependencia de figuras sin trayectoria en inteligencia revive una vieja preocupación de la casa: que el mando formal no logre traducirse en conducción efectiva, repitiendo el problema que terminó por desgastar y eyectar a Sergio Neiffert.

PL/CRM

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