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DESDE LEJOS, CERCA
La lógica de la superstición

Si sos supersticioso, la superstición puede funcionar.

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¿Cómo estás viendo el Mundial? ¿Todos los partidos de Argentina en el mismo lugar? ¿Misma gente? ¿Misma ropa? El Mundial -y el deporte en general- viene con muchas cábalas, pequeños ritos para darle las mejores chances a nuestro equipo, sino preguntale a Bilardo, que no dejaba que ningún jugador ni nadie cercano comiese pollo el día antes de un partido o que tenía que cruzarse con los futbolistas del otro equipo cuando salían a la cancha. Y aunque la superstición por definición no está basada en absolutamente ninguna evidencia, sí tiene mucho sentido. Es hasta lógica.

Los humanos somos malos manejando la incertidumbre, pero la vida está llena de situaciones que no manejamos, en las que no tenemos el control. Y a veces, necesitamos hacer cosas que al menos nos den una ilusión de control, nos den la sensación de que lo que hacemos tiene un impacto. Aunque sabemos en el fondo que con quién nos sentemos a ver un partido no influye sobre cuántos goles van a hacer los jugadores, es lo único que podemos hacer. No tenemos absolutamente ningún control sobre ese partido, así que hacemos lo que podemos. Y si cuando hicimos uno de estos pequeños ritos el resultado fue positivo -ganamos el partido- suponemos que hay una asociación entre las dos cosas y empezamos a repetirlo para tener el mismo resultado. 

No nos gusta mucho el azar y tratamos de encontrar patrones en todas partes. Y así desarrollamos teorías absurdas de qué es lo que puede explicar un resultado

No somos los únicos. Un estudio que se hizo en los años ‘50 probó con palomas y encontró que ellas también desarrollan sus pequeños ritos. El psicólogo Burrhus Frederic Skinner las ponía en jaulas con un dispositivo que soltaba comida en intervalos fijos. Las palomas no podían hacer nada para cambiar eso, pero mientras esperaban, se ponían a hacer algo -girar tres veces a la izquierda, dar dos vueltas para un lado y luego al otro y así- y ahí venía la comida. Asociaban esa acción con la llegada de la comida, así que la repetían cada vez. No muy distinto a nuestras supersticiones. 

En el mundo humano se probó algo muy parecido, con personas a las que ponían a jugar un juego frente a una computadora, sin decirle las instrucciones y les pedían que después de un tiempo explicasen cómo funcionaba. En los casos que había reglas, los participantes las detallaron. Pero más sorprendente, es que incluso cuando el juego funcionaba totalmente al azar, los participantes desarrollaron todo tipo de teorías sobre cómo había que apretar las teclas para ganar puntos. No nos gusta mucho el azar y tratamos de encontrar patrones en todas partes. Y así desarrollamos teorías absurdas de qué es lo que puede explicar un resultado -como la remera que usaste-. 

Pero no todas las situaciones son igual de propicias para la superstición. Es más probable que las desarrollemos cuando se nos juega mucho y a la vez hay muchos factores que no podemos controlar. De hecho, hay algunos análisis que muestran que en momentos de crisis, suele crecer la superstición, por ejemplo el consumo de astrología. Cuando hay incertidumbre y no sabemos bien que va a pasar, buscamos posibles respuestas en todas partes. 

Otra de las razones por las que muchos cumplen los pequeños ritos, es porque son simples, es fácil hacerlo. Tocar madera o apoyar la sal en la mesa lleva dos segundos contra la posibilidad de que pase algo malo. El costo de seguirla es bajo comparado con las consecuencias de no hacerlo. En general, las pequeñas cábalas del día a día son inocuas y rápidas. Es diferente de las supersticiones más profundas o las que implican excluir o dañar a otros. 

Pero aunque la superstición no tiene absolutamente ninguna base, en algunos casos particulares, puede funcionar: cuando algunas cosas sí dependen de nosotros. Cuando la superstición te hace estar más tranquilo antes de un parcial, te hace salir a jugar más sereno, puede funcionar. 

Las supersticiones no tienen ninguna base. Esa es su definición, una creencia mágica, no racional. Sin embargo, hay muchas situaciones en las que necesitamos sentir algo de control, incluso cuando no lo tenemos

Esto lo probó un grupo de investigadores que le pidió a algunas personas que llevasen algún amuleto que tuviesen para un experimento. Les dijeron que tendrían que hacer un examen y si les podían pasar el amuleto para fotografiarlo. A la mitad se los devolvieron antes de comenzar, mientras que a la otra mitad les dijeron que había algunos problemas con la cámara y que se lo pasarían al final. Los que tenían ese amuleto, tuvieron mejores resultados. Tener algo que te hace sentir seguro puede afectar nuestro rendimiento. Por supuesto, para que esto funcione, primero hay que tener un amuleto y creer que ese objeto tiene alguna propiedad que nos ayuda. Pero si efectivamente lo creemos, puede tener un efecto. 

Y hay otro caso en el que puede funcionar, cuando cambia las expectativas que otros tienen sobre nosotros. En China, donde las supersticiones abundan, una de ellas es que los niños que nacen en el año del dragón están destinados a ser exitosos. Y un análisis muestra que muchas parejas intentan que sus hijos nazcan en esos años -la fertilidad aumenta cuando es el año del Dragón-. 

Pero el efecto va más allá. Al seguir la trayectoria de estas personas, efectivamente tienen mejores resultados: hay mayor probabilidad de que tengan mejores notas en el colegio y luego vayan a la universidad, comparado con las personas que nacieron justo antes o justo después. La razón que proponen los investigadores, es que esto se debe a que los padres, cuando su hijo nace en ese año, le dedican más tiempo e invierten más en él, lo cual se traduce en mayores posibilidades de éxito. Nacer en el año del Dragón sí trae éxito, porque la sociedad los favorece. 

Las supersticiones no tienen ninguna base. Esa es su definición, una creencia mágica, no racional. Sin embargo, hay muchas situaciones en las que necesitamos sentir algo de control, incluso cuando no lo tenemos, y esos pequeños ritos, repetidos siempre, nos ayudan a fabricarlo. Y en los casos en que las cosas sí dependen de nosotros, pueden llegar a ayudarnos a sentirnos más seguros y tranquilos. Si sos supersticioso, la superstición puede funcionar.

OS

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