Con los alimentos sin techo, la inflación de enero fue de 4%

La inflación de enero fue de 4%, mismo valor que marcó en diciembre pasado, y anticipa un año en el que la tarea del Gobierno, que apunta al ambicioso objetivo de cerrar con una suba de precios anual del 29%, será, al menos, ardua. La expectativa oficial es que en los meses siguientes se desacelere la tendencia, ayudada por los acuerdos sectoriales que comenzó a buscar insistentemente en las últimas semanas y en herramientas que van desde los programas de control de precios al retraso de tarifas y del tipo de cambio real.

Según el informe publicado este jueves por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) la categoría de alimentos y bebidas no alcohólicas subió por encima del promedio general, 4,8%, y fue la que tuvo mayor incidencia en todas las regiones. En la región pampeana, el alza escaló a 5,8%. Las carnes, frutas y aceites son los productos que más aumentaron y no se advierte el impacto del acuerdo sellado por el Gobierno para la distribución de carnes a precios económicos, que comenzó a regir en febrero.

En comparación con enero de 2020, la inflación general fue de 38,5% y la de alimentos, 42,3%, sólo por detrás de la suba que registraron las prendas de vestir y calzado, de 60,5%. El rubro de comunicación subió en enero 15,1%, lo que se explica principalmente por el aumento en los servicios de telefonía e internet autorizados por el Gobierno, y también hubo picos marcados en restaurantes y hoteles (5,4%) y recreación y cultura (4,8%).

La inflación está en el centro de las preocupaciones del Gobierno, que aspira a que este año los salarios reales puedan recuperar algunos puntos de lo perdidos en los último tres años y funcionar, por medio del aumento de la demanda, como el motor de la reactivación económica. En ese sentido, este dato y los de los primeros meses serán determinantes para que los gremios se sienten a la mesa paritaria con ambiciones en línea con los números que sugiere el Gobierno. 

Para buscar aceitar el mecanismo, en las últimas horas el Gobierno mantuvo una serie de reuniones con gremios, empresarios y referentes agropecuarios con el objetivo de “coordinar una metodología” que permita alcanzar las metas trazadas en el presupuesto y contribuya, como suele decir el ministro Martín Guzmán, a “tranquilizar” la economía. 

“El de enero es un dato preocupante, que anualizado da alrededor de 55%. Obviamente que el Gobierno ya lo sabía y tomó algunas acciones para empezar a relajarlo. La pregunta es si son correctas o no”, apuntó Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, que mencionó la intensificación de los controles de precios y acuerdos sectoriales y la disminución del ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial, además de la comunicación activa de esas medidas como una estrategia para impactar en las expectativas. “Es un plan que va acumulando atrasos de precios, pero que en el corto plazo puede ser efectivo”, añadió. Para Rajnerman, aun en un escenario optimista la inflación acumulada del primer trimestre estará por encima del diez por ciento. 

El de enero es un dato preocupante, que anualizado da alrededor de 55%. Obviamente que el Gobierno ya lo sabía y tomó algunas acciones para empezar a relajarlo. La pregunta es si son correctas o no

Lorena Giorgio, economista principal de Econviews, calculó que en febrero la inflación se mantendrá en el orden del 3,9% y rondará ese número también en marzo. En este marco, consideraó que la meta del 29% es “muy ambiciosa” y esconde dos elementos. “Primero, parece que el Gobierno va a dejar atrasar el tipo de cambio real y, segundo no va a haber ajustes en las tarifas de de servicios públicos o, si lo hay, va a ser pequeño, lo que generará una profundización del desbalance de precios relativos”, dijo.  

Ayer el ministro de Economía, Martín Guzmán, adelantó en una entrevista en el canal TN que habrá “una actualización de las tarifas para asegurar la rentabilidad de las empresas”, pero que las subas no estarán por encima de la inflación. Aun con las tensiones que eso genera en los sectores más vinculados a la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, más propensos a conservar el bolsillo sin sobresaltos, el ministro subrayó que “no se puede continuar aumentando el ratio de subsidios sobre PBI y desestabilizar la economía”. 

Martín Vauthier, director de EcoGo, coincidió en que el dato del cuatro por ciento de inflación mensual es una mala noticia para el Gobierno. “Con este número de enero, una inercia alta y la aproximación de marzo, que es un mes estacionalmente alto, la meta del 29 por ciento resulta difícil de proyectar”, explicó. 

“Si bien el Gobierno está desacelerando el crawling peg con el que venía equiparando el tipo de cambio con la inflación, todavía está arriba del tres por ciento mensual, lo que le pone un piso alto a los precios”, sumó como elemento. Además, dijo que si el objetivo del Gobierno en el año electoral es que el salario no pierda contra la inflación “buscará que las tarifas funcionen como ancla”. “La inflación también va a depender de lo que ocurra con la brecha cambiaria: si se mantiene en niveles muy elevados y el Banco Central tiene que seguir restringiendo importaciones para cuidar reservas, eso también suma presión y se genera una filtración a precios”, añadió. 

A lo largo de 2020 los alimentos aumentaron muy por encima de la inflación general, presionando en los bolsillos de las familias de menores ingresos. Además de la carne, que marcó una suba de 57% en el año, los precios de las frutas y las verduras también dispararon, con aumentos del 65,8% y 68,5% interanuales, respectivamente. 

Si efectivamente levantan tarifas, sostienen la actualización en combustibles y prepagas, sumado a la suba que muestran los alimentos, difícilmente se alcance la desaceleración que prevé el Gobierno

Al Gobierno le preocupa especialmente el impacto que el aumento de los precios internacionales de los alimentos que la Argentina exporta puedan generar en las góndolas y por eso mencionó en los últimos días la posibilidad de aumentar retenciones o implementar cupos a las exportaciones, lo que finalmente fue desestimado luego de una reunión que mantuvo con la Mesa de Enlace. Sin embargo, insistió en la necesidad de revisar la estructura de costos de todas las cadenas y detectar los punto en los que se producen los grandes saltos. 

“Si efectivamente levantan tarifas, sostienen la actualización en combustibles y prepagas, sumado a la suba que muestran los alimentos, difícilmente se alcance una desaceleración tan alta como prevé el Gobierno”, apuntó Julia Segoviano, economista de LCG, y añadió: “La herramienta que les queda por usar es la apreciación real; usar el tipo de cambio como ancla, algo que dejaron entrever que harán”.

DT