Esperan que el acuerdo UE-Mercosur entre en vigencia en 2023, empujado por presidencias “amigables” en los bloques

El canciller Santiago Cafiero y el alto representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, coincidieron este jueves en que la presidencia temporal que tendrá Argentina en el Mercosur el año próximo, así como la de España al frente de la Unión Europea constituirán una plataforma propicia para darle el empujón final al acuerdo comercial alcanzado entre ambos bloques en 2019. A casi tres años del día en el que el entonces canciller Jorge Faurie llamó al Mauricio Macri llorando de emoción para darle la noticia de la firma, el texto continúa sin ratificarse, sobre todo por cuestionamientos medioambientales en el Parlamento europeo. 

“De aquí a fin de año tendríamos que poner sobre la mesa lo que la Unión Europea entiende como añadidos, como mejoras medioambientales”, dijo Borrell en una conferencia de prensa de la que participó elDiarioAR, y agregó que en el año que “comenzó hoy” y que culminará en el segundo semestre de 2023 se harán “todos los esfuerzos posibles” para evaluar sus problemas y soluciones. “Ojalá que seamos capaces de llegar a un acuerdo para el fin del período”, dijo. 

Las conversaciones formales se dieron en el marco de la cumbre de ministros de Exteriores de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y de la Unión Europea (UE), que se realizó este jueves en el Centro Cultural Kirchner (CCK) y reunió a representantes de 54 países.

En el esquema rotativo de las presidencias, la Argentina encabezará el Mercosur en el primer semestre de 2023; luego le dejará el turno a Brasil. España, país del que proviene Borrell y que es considerado pro-acuerdo, hará lo propio en la UE el segundo semestre de 2023. La estrategia es “empalmar” las agendas de ambos bloques durante ese período y darle velocidad a las discusiones pendientes. 

Con el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania y la necesidad de Europa de reorganizar sus proveedores globales de alimentos y energía, el acuerdo –que elimina aranceles para el ingreso de productos primarios a Europa y de bienes industrializados al Mercosur– ganó un renovado interés.

Brasil es la pieza clave. El congelamiento del acuerdo se explica por las objeciones que plantearon miembros del bloque europeo, alentados por una demanda intensa de la sociedad civil, por los efectos ambientales que consideran que acarrearía su implementación. Los incendios de 2019 en el Amazonas alimentaron la idea de que el aumento de la oferta de carne proveniente de Brasil incentivaría la actividad ganadera en ese país y, por lo tanto, generaría mayor deforestación en la selva amazónica, el “pulmón” del planeta. Puesto así, el acuerdo choca de frente con la prioridad de la Unión Europea de respetar su propio “pacto verde”, que tomó forma con posterioridad al acuerdo con el Mercosur. 

Si bien los funcionarios de la UE evitan decirlo en público, la perspectiva de que Jair Bolsonaro sea reelecto en Brasil complica las chances de poner en marcha el acuerdo; el presidente brasileño es reacio a la agenda ambiental. Formalmente, aseguran que negociarán “con quien sea”.

En segundo lugar, el estancamiento del acuerdo responde a los cuestionamientos de los agricultores de Francia e Irlanda, que serían los perdedores a ese lado del océano una vez abiertas las fronteras a los productos primarios sudamericanos. En la conferencia de prensa de cierre de la cumbre, Cafiero dijo que se deben “entender y atender las asimetrías de un lado y el otro”. 

El acuerdo incluye una parte comercial, que se terminó de definir en 2019, y otro segmento “político y de cooperación” al que se le dio las puntadas finales en 2020. Dado que la Comisión Europea –el órgano ejecutivo de la UE, presidido por Ursula von der Leyen e integrada por 27 comisarios con la obligación de representar el interés de Europa y no de sus países de origen– tiene “competencia exclusiva” sobre los asuntos comerciales, se evalúa la posibilidad de desdoblar el acuerdo y que se apruebe solo el segmento comercial vía ese órgano, sin necesidad de pasar por el largo proceso del Parlamento. 

“Eso está sobre la mesa”, ratificó a elDiarioAR una fuente de la negociación del lado europeo. Según amplió, se han buscado “soluciones imaginativas” para la puesta en marcha de distintos acuerdos, y que también podría hacerse en este caso. De hecho, algunos están vigentes gracias a esta estrategia hace más de 10 años, sin ratificación del Parlamento. La estrategia conlleva el riesgo de que llegue el momento de la votación en el recinto y que el acuerdo se caiga, con las personas ya acostumbradas a vivir bajo sus reglas. 

Por otra parte, Borrell anticipó que se está avanzando en un “memorándum de entendimiento para cuestiones energéticas” con la Argentina, similar a los que la Unión Europea ya firmó con Qatar, Israel y Egipto. “Hay que hacerlo con Argentina, que es una potencia energética en ciernes. Tiene yacimiento de gas pero no tiene forma de exportarlo a Europa. También puede jugar un papel de cara al hidrógeno y al litio”, sostuvo. 

Si bien se evitó hablar de plazos concretos, se anticipa que la negociación está muy avanzada y que podría concretarse en semanas. 

DT