¿Una “falsa solución”? Cómo la criptominería se convirtió en la nueva esperanza de la industria petrolera

Leanna First-Arai

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En enero de 2019, Chase Lochmiller y Cully Cavness, excompañeros de instituto en Denver que hacía poco tiempo se habían reencontrado, condujeron hacia las llanuras nevadas de Wyoming para llevar una pieza de cultura tecnológica al corazón de Estados Unidos. Temblando bajo temperaturas de 29° bajo cero, instalaron un prototipo de su creación: una máquina que aprovecha el “gas residual” de las plataformas petrolíferas para proporcionar energía a la minería de criptomonedas.

Las criptomonedas como el bitcoin –la moneda digital descentralizada más popular– emiten una huella de carbono exorbitante (en un año, la minería de bitcoin por sí sola consume alrededor de la mitad de la electricidad que todo Reino Unido en el mismo período). Así que, para aprovechar una fuente de energía barata para sus operaciones de minería de bitcoins (o ‘criptominería’), Lochmiller y Cavness se asociaron con empresas petroleras para reutilizar un subproducto, principalmente el metano, que por lo habitual se ventila o se quema en antorchas.

“Accionamos el interruptor y vimos que todos los servidores de minería de bitcoins se iluminaban en verde, y pudimos ver cómo la llama saliendo de la antorcha se encogía un poco”, dice Lochmiller, un autodenominado “chico de ciudad” que nunca antes había puesto pie en un campo petrolífero.

“Fue una especie de momento Frankenstein: '¡Dios mío, está vivo!'”.

Su creación forma parte de una oleada de ‘startups’ tecnológicas que están poniendo el ojo sobre el sector del petróleo y el gas para ayudar a impulsar el auge de las criptomonedas. Lochmiller y Cavness, que crearon una empresa de minería de bitcoins llamada Crusoe Energy, ven su propuesta como la unión entre dos problemas capaces de “resolverse” mutuamente: el despilfarro de gas que contribuye a la crisis climática y la necesidad de energía más barata a medida que la popularidad de las criptomonedas va en aumento.

Los expertos en medioambiente, sin embargo, advierten de que se trata de una “falsa solución” mientras la producción de petróleo y gas siga permitiéndose. La máxima autoridad mundial en materia de ciencia climática concluye que solo una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero ayudará a evitar un desastre climático. La mera búsqueda de usos alternativos para el “gas residual” no hace frente a la urgente necesidad de frenar el consumo de combustibles fósiles. En todo caso, advierten los investigadores, las compañías petroleras podrían sentirse incentivadas a perforar aún más.

“A fin de cuentas, siguen quemando gas natural”, dice Arvind Ravikumar, investigador sobre el metano de la Universidad de Texas en Austin, que considera que la ‘mitigación por antorchas’ y las empresas que proponen tecnologías similares son una “estafa”.

Sin embargo, Lochmiller y Cavness aseguran que su trabajo ayuda a la industria a producir petróleo de la forma más limpia posible, ganando tiempo o “expandiendo la pista de aterrizaje” para la transición energética.

Su empresa ha atraído a inversores de alto nivel, como Bain y Winklevoss Capital, y ha conseguido 125 millones de dólares en su segunda ronda de financiación llevada a cabo en abril. Planean instalar 100 centros de datos de minería de bitcoins para principios de 2022, que se sumarían a las 65 unidades ya existentes.

“Mitigación digital de antorchas”

Crusoe ha registrado su solución como “mitigación digital de antorchas”. La empresa instala flotas de centros de datos, que zumban en estructuras similares a contenedores de transporte emplazadas junto a plataformas petrolíferas. Los productores de petróleo reciben un pago por el gas residual que, de otro modo, no utilizarían, ya que es más barato quemarlo que pagar por el transporte para comercializarlo. A cambio, Crusoe puede utilizar el subproducto para alimentar in situ operaciones informáticas de alto consumo energético.

Los centros de datos consumen enormes cantidades de energía porque no hay un “banco” centralizado que almacene las criptomonedas. En su lugar, las nuevas monedas se crean resolviendo complejas ecuaciones que requieren una gran potencia computacional para su autentificación. A continuación, la moneda se registra en un libro de contabilidad descentralizado, conocido como ‘blockchain’, cuyo mantenimiento también requiere muchos recursos.

Esta nueva tecnología llega en medio de la “gran migración minera” que se está produciendo en Estados Unidos después de que China prohibiera en septiembre la minería de criptomonedas. Y debido al renovado interés a nivel global por la reducción de las emisiones de metano –un gas de efecto invernadero muy potente y el principal “gas de desecho” en la combustión asociada a la extracción de petróleo–, este procedimiento está en boga.

Los reguladores, los funcionarios electos, los grupos industriales y los gigantes de los servicios financieros favorables al petróleo han tomado nota. Jim Wright, director de la Comisión de Ferrocarriles de Texas, la agencia estatal encargada de regular el petróleo y el gas, dice a The Guardian que las instalaciones modulares de mitigación como la de Crusoe son “muy atractivas”. El senador por el estado de Texas Ted Cruz también es un entusiasta de esta propuesta.

Por su parte, los legisladores de Dakota del Norte, tanto demócratas como republicanos, aprobaron este año una ley que permite a los productores de petróleo obtener un crédito fiscal si emplean la mitigación por antorchas en sus refinerías. Crusoe, que tiene su sede en Williston (Dakota del Norte) –en el corazón de la formación de esquisto de Bakken, el campo petrolero más grande de EEUU–, trabajó estrechamente con los legisladores para que la ley fuera aprobada.

Según Paasha Mahdavi, profesor de ciencias políticas de la Universidad de California en Santa Bárbara y coautor de un artículo publicado en 2020 sobre medidas para la mitigación del metano, las nuevas tecnologías que detienen la quema de gas parecen reducir las emisiones.

Pero en la práctica, dice, los proyectos diseñados para capturar el gas que de otro modo se quemaría o ventilaría han dado lugar a un aumento general de la producción de gas. Al fin y al cabo, crean una nueva fuente de demanda. “Es como si tuviéramos una tubería de gasolina con fugas y, en lugar de arreglar el problema, enchufáramos un vehículo todoterreno Humvee junto a la fuga y dejáramos el motor encendido a perpetuidad con el aire acondicionado a tope”, apunta Mahdavi.

Es como si tuviéramos una tubería de gasolina con fugas y, en lugar de arreglar el problema, enchufáramos un vehículo todoterreno Humvee junto a la fuga y dejáramos el motor encendido a perpetuidad con el aire acondicionado a tope

Cavness, el director ejecutivo de Crusoe Energy, conocido como “Electron Cowboy” en Twitter, creció imaginando que se uniría al negocio familiar. Conseguiría una pasantía en Shell y seguiría los pasos de su padre y su abuelo para labrarse una carrera en la industria del petróleo y el gas.

Pero Cavness llegó al Middlebury College, una prestigiosa escuela de artes liberales en Vermont con fama de ser el alma máter de los fundadores de la campaña mundial contra el cambio climático, 350.org, y sede del movimiento universitario de desinversión en combustibles fósiles. “El clima acaparaba toda la conversación”, dice Cavness y señala que sintió la presión de restar importancia a sus orígenes.

Tras haberse adentrado en el pozo sin fondo del cambio climático en Middlebury y pasar el año posterior a su graduación estudiando la “moralidad de la energía”, el trabajo de Cavness le remordía la conciencia. Le quitaba el sueño pensar en la cantidad inconmensurable de gas que la industria desperdiciaba. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en 2020 se quemaron en antorchas 142.000 millones de metros cúbicos de gas, el equivalente energético a proporcionar electricidad a 49 millones de hogares.

Cuando Cavness se reencontró con Lochmiller en 2018 durante una excursión de 18 horas en las Montañas Rocosas, urdieron un plan. Lochmiller, un graduado del MIT radicado en San Francisco, había dejado recientemente su puesto como socio en una empresa de inversión en criptomonedas. Por su parte, Cavness estaba en otra empresa que invertía en petróleo y gas. Juntos, combinarían sus mundos: el bitcoin y el petróleo.

No es de extrañar que la opción de quemar gas para minar bitcoin sea tremendamente atractiva para el sector. Los centros de datos de Crusoe se instalan sin coste para los productores, que gracias al gas ganan dinero que de otro modo no obtendrían.

“En esencia, es una oferta gratuita para la petrolera”, explicó Cavness a principios de este año en la conferencia virtual Developing Unconventional Gas, organizada por Hart Energy para las regiones de Bakken y las Rocosas.

Cavness y Lochmiller dicen que están a la vanguardia de las últimas investigaciones sobre el clima. Pero los críticos advierten de que su empresa se inscribe en el ecosistema tecno-optimista de Silicon Valley, donde la búsqueda de soluciones innovadoras puede cegar incluso a los empresarios con el más vasto conocimiento del cambio climático.

Los expertos en cambio climático apuntan que la actitud de Crusoe y la “solución” que proponen dan cuenta de una comprensión selectiva de la ciencia. Incluso los pronósticos más conservadores dicen que la exploración de petróleo y gas debe detenerse inmediatamente para evitar los peores impactos de la crisis climática, incluyendo la pérdida innecesaria de vidas humanas. Pero a pesar de que Crusoe hace del clima su marca registrada, Lochmiller confirma que la empresa apoya las exploraciones y perforaciones en curso.

Tal y como lo ve Cavness, los combustibles fósiles seguirán existiendo, incluso hasta después de que su hija, que hoy es una niña, envejezca o llegue al final de su vida. Si la industria petrolera será “necesaria para mantener la vida en el planeta” de todos modos, se pregunta Cavness, ¿por qué no perforar de la forma más limpia posible?

Aunque los directivos de Crusoe dicen que su tecnología de mitigación digital por antorchas está ganando tiempo para las nuevas fuentes de energía limpia, algunos temen que su estrategia sea equivalente a poner una tirita sobre una herida profunda. De los expertos en medioambiente que respondieron a las solicitudes de información, entre los que se encontraban investigadores sobre el metano, politólogos y analistas del clima de alto nivel, nueve de cada diez dicen que la exploración de petróleo y gas y las nuevas perforaciones –incluso si están equipadas con tecnologías de mitigación del metano– no están en consonancia con un futuro en el que el freno al calentamiento global siga los compromisos climáticos internacionales.

De este grupo, la única voz discrepante, un académico y cofundador de una empresa de control de gases de efecto invernadero, dice que la exploración y perforación continuas “probablemente” puedan realizarse de forma limpia.

Los expertos en clima están más divididos respecto a hasta qué punto debería permitirse que las operaciones de criptomonedas consuman energía renovable. Tres de los diez expertos en clima con los que habló The Guardian estaban intrigados por un elemento del modelo de Crusoe.

Al igual que en las operaciones de gas residual, la empresa cuenta con un conjunto de centros de datos programados para funcionar con parques eólicos, que a su vez están diseñados para aprovechar la energía disponible cuando la cantidad de gigavatios generados supere a la demanda. Según Crusoe, la capacidad de la empresa para pagar por esa energía permitirá a los promotores de las energías renovables financiar nuevas flotas.

Pero no todos son optimistas. A Heather Price, química atmosférica y profesora del North Seattle College, le preocupa que la tecnología de mitigación por antorchas sea poco más que una táctica de ‘lavado verde’ destinada a dar una imagen positiva de los combustibles fósiles.

“No tengo fe en que este uso de las antorchas para las criptomonedas vaya a ser una situación temporal”, dice. “La industria de los combustibles fósiles y las empresas de criptomonedas no deberían recibir elogios por esta medida”.

Traducción de Julián Cnochaert.