La inflación fue 6,2% en septiembre y ya galopa al 83% anual, cerca del 84% de 1991

La inflación continuó en septiembre en niveles altos y alcanzó el 6,2%, al menos menor al 7% de agosto. En los últimos 12 meses, el índice de precios al consumidor (IPC) acumula un alza del 83%, cerca ya del 84% de 1991, el año en que el país salió de la hiperinflación de 1.343% de 1990. En lo que va del año asciende al 66,1% en nueve meses.

Los rubros que más se encarecieron en septiembre fueron la ropa, otra vez, un 10,6%, pese al acuerdo para mantenerla estable hasta fin de año; las bebidas alcohólicas y el tabaco, el 9,4%; y los bienes y servicios varios, que incluyen los de cuidado personal como la peluquería o el gimnasio, un 6,8%. Les siguieron los alimentos y las bebidas no alcohólicas, con 6,7%. Dentro de la comida, lo que más se encareció fueron las hamburguesas congeladas (11,5%), leche fresca entera en sachet (11%), en polvo entera (12%), manteca (23%), manzana (12%), papa (17%), cebollas (27%), tomate (46%), azúcar (13%), cerveza (12%), jabón en polvo (12%), de tocador (11%), lavandina (10%) y pañales (10%).

El ministro de Economía, Sergio Massa, había prometido al asumir en el cargo en agosto que los dos primeros meses de su gestión iba a focalizarse en la “estabilización macroeconómica”, aunque más bien lo que buscó y logró fue estabilizar la turbulencia cambiaria y financiera que afectaba a la Argentina en julio, con la sucesión de tres jefes del Palacio de Hacienda. Mass había dicho que a partir de octubre se ocuparía de combatir la inflación, aunque los precios siguen marchando a ritmo alto. Su viceministro, Gabriel Rubinstein, explicitó a fines de septiembre su receta para esta lucha: reducción del déficit fiscal primario (antes del pago de deuda), incluso su eliminación si el Congreso aprobase su propuesta de quita de beneficios impositivos, recorte de la emisión monetaria para financiar ese rojo, ataque a la inercia inflacionaria y caída “razonable” de los márgenes empresariales. Por ahora, sigue en gatera la opción de un plan de estabilización, que implicaría una devaluación inicial con congelamiento posterior del dólar, los precios, las tarifas y los salarios, como el plan Austral de 1985, aquel año ahora tan celebrado por la película del juicio a las juntas militares.

AR/MG