Tony Blair rara vez se ha visto más pequeño. Sentado solo en un inmenso escenario en Dubái en febrero, frente a un auditorio repleto de primeros ministros y ministros en la Cumbre Mundial de Gobiernos, sonaba ronco al presentar a su benefactor. Sobre él, proyectado en una pantalla gigante, aparecía Larry Ellison, fundador de Oracle, cuyo precio de acciones lo convirtió este mes, aunque brevemente, en el hombre más rico del mundo.
Tras una broma sobre su buen amigo Elon Musk, Ellison advirtió a la audiencia que la superinteligencia artificial llegaría antes de lo que cualquiera esperaba. Blair le preguntó entonces qué deberían estar haciendo los gobiernos de todo el mundo.
“Lo primero que un país necesita hacer es unificar todos sus datos para que puedan ser consumidos y utilizados por el modelo de IA”, respondió Ellison. Cuando apareció su primera biografía, se titulaba: La diferencia entre Dios y Larry Ellison: Dios no se cree Larry Ellison.
Ahora, a sus 81 años, la característica perilla de Ellison no ha cambiado desde la foto de portada de 2003. El multimillonario usaba el “nosotros” para referirse a todos los avances en IA. Pero ninguno de los dos mencionó los 130 millones de dólares que la fundación personal de Ellison invirtió entre 2021 y 2023 en el Instituto Tony Blair para el Cambio Global (TBI), ni los 218 millones de dólares prometidos desde entonces.
Propietario de yates de lujo, dos aviones de combate y una isla hawaiana, Ellison fue específico sobre qué datos necesitaban unificarse y tenía un ejemplo en mente: “El NHS (siglas en inglés del Servicio Nacional de Salud) en el Reino Unido tiene una increíble cantidad de datos poblacionales”, se entusiasmó, aunque estaban “fragmentados”. Abajo, Blair asentía, aferrando su cuaderno con el emblema del TBI.
Dos semanas después, el instituto de Blair publicó un informe titulado Gobernar en la era de la IA: construyendo la Biblioteca Nacional de Datos de Gran Bretaña. En él, el instituto sin fines de lucro repitió la opinión de Ellison sobre la infraestructura de datos del Reino Unido, calificándola de “fragmentada e inadecuada para su propósito”.
En privado, el TBI ha hecho lobby ante ministros en materia tecnológica y ha logrado que el gobierno adopte sus propuestas de política pública. Los críticos dicen que esto formaba parte de una gran operación de influencia que podría culminar en que empresas tecnológicas estadounidenses tomen el control de los datos más valiosos de Gran Bretaña.
El TBI no se parece a ningún otro think tank británico. Las donaciones de Ellison lo han hecho crecer hasta contar con cerca de 1.000 empleados que trabajan en al menos 45 países. Disfruta de niveles de financiación e influencia propios de Estados Unidos: mientras sus homólogos británicos como Policy Exchange registraron ingresos de 4,3 millones de dólares en el último ejercicio fiscal, y el Instituto de Investigación de Políticas Públicas declaró lo mismo en 2023, el volumen de negocios del TBI fue de 145,3 millones de dólares. El instituto ha insistido en que Ellison es solo uno entre muchos grandes financiadores, y su principal estratega de políticas, Benedict Macon-Cooney, dijo a los medios que “no existe conflicto de interés y las donaciones están separadas por completo”.
El propio Blair no recibe salario del TBI, pero en los últimos años la organización ha podido reclutar talento de grandes consultoras como McKinsey y de gigantes de Silicon Valley como Meta. En 2018, antes de la ola de financiación del fundador de Oracle, el director mejor pagado del TBI recibía 400.000 dólares. En 2023, el último año con cuentas disponibles, el mayor sueldo ascendió a 1,26 millones de dólares.
Un ex empleado dijo que el efecto de esta inyección de dinero fue volver la cultura interna “tóxica de la puta madre”, mientras que otros describieron una forma de entusiasmo desmedido por la IA que silenciaba los matices y empujaba los límites del lobby a favor de Oracle.
Las redacciones de investigación Lighthouse Reports y Democracy for Sale entrevistaron a 28 empleados actuales y antiguos del TBI, la mayoría bajo condición de anonimato debido a acuerdos de confidencialidad con el instituto. Con el apoyo de documentos públicos y otros obtenidos bajo leyes de acceso a la información, los testimonios describen a una organización inusualmente cercana al gobierno británico, que organiza retiros conjuntos con Oracle y está dispuesta a participar en “ventas tecnológicas” a gobiernos de todo el mundo —a veces en detrimento de las poblaciones locales— bajo el disfraz de consultoría.
“Cuando se trata de política tecnológica”, dijo un ex alto asesor en el Reino Unido, “el papel del TBI es ir a economías en desarrollo y venderles el equipo de Larry Ellison. Oracle y TBI son inseparables.” Un portavoz del TBI respondió: “TBI y Oracle son dos entidades separadas. Colaboramos con Oracle para apoyar el trabajo que hacemos en algunos de los países más pobres del mundo, y estamos orgullosos de ello. […] El TBI no defiende los intereses comerciales de Oracle, ni los de ningún proveedor tecnológico.”
Oracle declinó hacer comentarios cuando se le contactó para este artículo. La Fundación Larry Ellison no respondió a la solicitud de comentarios.
TIERRA DE ESPERANZA Y DATOS
La relación entre Ellison y Blair comenzó como continúa hoy: con el empresario criado en Chicago realizando donaciones benéficas y más tarde obteniendo contratos públicos. En 2003, Ellison y Blair —entonces en su apogeo— se fotografiaron en Downing Street para conmemorar la entrega de suministros a 40 escuelas especializadas. En los círculos tecnológicos esto se conoce como “land and expand” (aterrizar y expandirse). Desde entonces, Oracle ha sido contratada cientos de veces por el gobierno británico y, según datos recopilados por la consultora Tussell, ha obtenido ingresos de 1.100 millones de dólares del sector público desde inicios de 2022.
Aunque Ellison fue un converso tardío al expresidente estadounidense Donald Trump, la directora ejecutiva de Oracle, Safra Catz, trabajó en su equipo de transición en 2016, y desde que Trump volvió al poder lo ha elogiado como “el CEO de todo”. Trump nombró a Ellison entre los inversionistas que tendrían una participación en las operaciones estadounidenses de TikTok, y el hijo del multimillonario, David, asumió el control de Paramount tras la fusión con Skydance. Se ha informado que este nuevo conglomerado estaría trabajando en una oferta para adquirir Warner Bros. Discovery Inc., que incluye a CNN.
A medida que Blair pasó de ser primer ministro a consultor contratado por la élite política y empresarial mundial, su relación con Ellison floreció. La pareja vacacionó junta en la costa de Cerdeña. En 2022, el ex primer ministro grabó un mensaje personal en video para Oracle en el que celebraba una “visión compartida para avanzar en la salud global” mediante la construcción de historias clínicas electrónicas unificadas “almacenadas en un solo lugar, donde puedan ser analizadas y utilizadas con el fin de mejorar los resultados en salud”.
Hay una razón por la cual hombres cuyas fortunas se basan en inversiones en IA fijarían la mira en el Reino Unido, y esa razón es el NHS y sus datos únicos a nivel poblacional. Los expertos en tecnología hablan de los registros de salud británicos en tonos casi reverenciales. Aunque Europa y Estados Unidos cuentan con algunos conjuntos de datos de salud comparables —como los registros médicos de los veteranos estadounidenses—, ninguno tiene la profundidad y amplitud de los archivos del NHS que se remontan a 1948. Su potencial valor comercial, desde medicamentos hasta secuenciación genómica, se ha estimado en entre 5.000 y 10.000 millones de dólares anuales.
TBI, EL PARTIDO LABORISTA Y LOS DATOS DEL NHS
Cuando el Partido Laborista llegó al poder el pasado julio, lo hizo prometiendo crecimiento económico y el fin de la crisis de productividad del Reino Unido. Apenas cinco días después de la elección de Keir Starmer, Blair afirmó en la conferencia Future of Britain del TBI que la IA era el “cambio de juego” que estaban buscando. En cuestión de meses, Starmer repetía el mismo lenguaje de Blair, y el TBI estaba en la primera fila de la naciente política de IA del gobierno, impulsando los intereses de Oracle y la visión de su fundador.
“Hay aquí una venta muy agresiva que dice: ‘este tipo de beneficios son inevitables’. Pero no lo son”, señaló la profesora Gina Neff de la Queen Mary University de Londres. “El TBI no está abogando por desarrollar esa capacidad dentro del NHS. Lo que dicen es: externalicémoslo a nuestros amigos.”
El TBI fue recibido con los brazos abiertos por una inexperta operación en Downing Street. Peter Kyle, ex asesor en el segundo mandato de Blair, fue nombrado secretario de tecnología a pesar de tener poca experiencia en el sector, y asumió el cargo llamando a los gobiernos a mostrar “un sentido de humildad” ante las grandes tecnológicas.
El TBI ya venía preparando el terreno antes de la victoria del Partido Laborista. El personal del instituto asesoró al equipo de Starmer cuando aún estaba en la oposición. En mayo de 2024, el TBI publicó un informe que pedía “dos acciones radicales” para resolver el “problema de acceso a datos” del Reino Unido: crear una “puerta única” que ofreciera “acceso sin fisuras” a los datos del NHS; y alojar todos esos datos fuera del propio NHS, aunque bajo control gubernamental.
Menos de dos meses después de la victoria de Starmer, la directora de políticas de salud del TBI, Charlotte Refsum, fue invitada al departamento de salud para reunirse con el jefe de políticas digitales, Felix Greaves, según documentos obtenidos mediante solicitudes de información pública. Greaves le pidió ayuda para diseñar una gran consulta pública sobre datos de médicos de cabecera e identificación digital en salud. Le dijo a Refsum que su departamento necesitaba “aprender lecciones” de escándalos anteriores sobre datos sanitarios que habían endurecido la opinión pública contra el intercambio de datos con empresas privadas.
Refsum fue después incorporada oficialmente a un grupo de trabajo gubernamental que asesora sobre políticas de datos y tecnología en el plan de 10 años del Partido Laborista para el NHS. Cuando se publicó ese plan, incluía las dos ideas radicales del TBI. El nuevo “servicio de investigación de datos de salud” actuaría como puerta de entrada para proporcionar “un acceso único y seguro a los datos de salud y atención”. Estaría financiado principalmente por el gobierno, pero alojado por la organización benéfica médica Wellcome.
El TBI organizó luego una “fiesta de verano” en torno al lanzamiento del plan decenal en la sede londinense de la consultora McKinsey. El evento fue coorganizado por la presidenta de NHS England, Penny Dash —ella misma ex socia de McKinsey—, con “altos dirigentes del NHS, del sector privado, de compañías farmacéuticas y biotecnológicas y de fondos de inversión” entre los invitados.
El TBI también parece haber promovido directamente productos de Oracle en su labor de incidencia, incluso atacando a un competidor. En un documento de agosto de 2024 sobre cómo “preparar al NHS para la era de la IA”, el TBI encontró “buenas razones” para construir nuevas historias clínicas digitales con un sistema ya gestionado por Oracle. También señaló que usar un sistema dirigido por su rival Palantir —la Plataforma Federada de Datos, valorada en 330 millones de dólares— sería “una opción controvertida” y que su producto había “avanzado lentamente, en parte debido a la oposición de los grupos de privacidad de datos”.
En un informe posterior, el TBI recomendó vincular datos del NHS, del Departamento de Trabajo y Pensiones (DWP) y de la Agencia Tributaria (HMRC). Los tres organismos son clientes de Oracle, lo que convierte a la empresa en una clara favorita para futuros contratos.
Un portavoz del TBI dijo: “No defendemos soluciones tecnológicas porque trabajemos con Oracle. Trabajamos con Oracle y otras empresas porque creemos que la tecnología es clave para el futuro. El TBI es imparcial al apoyar a los gobiernos en la implementación tecnológica. La elección del proveedor corresponde únicamente al gobierno. El TBI no participa en los procesos de contratación de sus clientes con compañías tecnológicas.”
En otros casos, personal del TBI fue incorporado directamente al gobierno, aunque seguía en nómina del instituto. Tom Westgarth fue destinado al departamento de ciencia, tecnología e innovación (DSIT), uniéndose al pequeño equipo encargado del AI Opportunities Action Plan. Su salario siguió siendo pagado por el TBI. El plan refleja muchas de las posiciones del TBI.
Los documentos también muestran que Blair intervino personalmente para instar a Kyle a adoptar la IA, diciéndole que “no hay otra solución para la productividad, ni otra ruta para el crecimiento”, y que la IA era “el futuro económico del Reino Unido”. Blair también animó a Kyle a reunirse con el Ellison Institute of Technology, un instituto de investigación con fines de lucro que opera a través de un grupo de empresas internas en Oxford financiadas por el magnate de Oracle. En mayo, Kyle dijo a los funcionarios del DSIT que trabajaran con el TBI en el naciente proyecto de la Biblioteca Nacional de Datos (NDL, por sus siglas en inglés). “Adjunto aquí el trabajo preliminar del TBI”, escribió el entonces secretario de tecnología en un correo electrónico a su equipo.
Un portavoz del gobierno británico dijo que mantenía contacto con “una amplia gama de actores” en el desarrollo de políticas, y añadió: “El gobierno publica trimestralmente los detalles de las reuniones de ministros y ciertos altos funcionarios con todas las personas y organizaciones externas.” La NDL era poco más que una idea cuando el Partido Laborista la incluyó en su manifiesto electoral. Y todavía existen visiones contrapuestas sobre lo que debería ser. Los promotores de la IA prevén que los datos de todo el gobierno se usen para entrenar y ejecutar grandes modelos de lenguaje; mientras que muchos expertos en tecnología quieren minimizar los riesgos de privacidad inherentes a agrupar datos de tantas fuentes y garantizar que los beneficios recaigan en el Reino Unido.
“Por supuesto que el NHS debería usar mejor los datos para ayudar a los pacientes y mejorar el servicio de salud”, dijo Cori Crider, profesora honoraria en UCL Laws y directora ejecutiva del Future of Tech Institute. “Pero lo que es bueno para Larry Ellison puede no ser lo mejor para el NHS.”
“Dadas las enormes sumas que gasta Big Tech para influir en la política británica sobre IA en el NHS, los líderes de ciencia y tecnología del Partido Laborista deberían reflexionar con cuidado sobre quién se beneficia de estos planes. ¿Devolverá la NDL valor a los pacientes británicos, o terminaremos entregando nuestros datos —y la mayor parte del beneficio económico— a otra gran tecnológica estadounidense?”
COLONIZANDO LA TECNOLOGÍA
Las conexiones entre Oracle y el TBI no son solo retóricas. Para 2023, los retiros conjuntos ya eran algo común. En la sede del instituto en One Bartholomew Place, en Londres, los equipos se reunían con ejecutivos de Oracle, el principal asesor de Blair, Macon-Cooney, y Awo Ablo —que llegó a formar parte de las juntas directivas tanto del TBI como de Oracle—. En ocasiones también estaban presentes. Empleados de alto nivel del TBI fueron recibidos en la sede de Oracle en Austin, Texas, coordinados por un trabajador del TBI cuyo rol es “ampliar y gestionar” la asociación con Oracle. Ex empleados recuerdan otros retiros conjuntos “muy discretos” en propiedades de Ellison en Estados Unidos.
“Es difícil transmitir cuán profundamente conectadas están ambas organizaciones”, dijo un ex miembro del TBI. “Las reuniones eran como si fueran parte de la misma entidad.”
El trabajo del instituto fuera del Reino Unido a menudo ha estado precedido por reuniones de Blair con líderes extranjeros, y su agenda de viajes se ha intensificado desde que dejó el cargo. Entre sus encargos remunerados figuran Arabia Saudita tras el asesinato de Jamal Khashoggi, y asesoramiento estratégico al exgobernante de Kazajistán después de que las fuerzas de seguridad del país mataran a manifestantes. Este año salió a la luz que personal del TBI estuvo involucrado en discusiones para elaborar un plan de posguerra en Gaza que incluía crear una “Riviera Trump” en territorio palestino.
Lo que menos se conoce es hasta qué punto la influencia sostenida de Blair entre líderes mundiales, junto con su fascinación por la tecnología y la IA, están ahora orientadas a comercializar los servicios de Ellison. Conversaciones con más de una docena de ex empleados del TBI que asesoraron o elaboraron recomendaciones de políticas para gobiernos en nueve países del Sur Global revelan cómo su labor abarcó desde la promoción explícita de los servicios de Oracle y el papel de “motor de ventas”, hasta la recomendación de soluciones tecnológicas potencialmente dañinas o completamente desconectadas de las realidades locales.
Varios empleados que trabajaron en el TBI durante la inyección de dinero de Ellison hablan de un cambio cultural radical. Consultores de McKinsey asumieron puestos de alto nivel y chocaron con personal proveniente de ámbitos humanitarios y de desarrollo. Ex empleados dicen que esto provocó que el instituto dejara de centrarse en la redacción de informes y recomendaciones elaborados por expertos bienintencionados en desarrollo, para pasar a impulsar soluciones tecnológicas agresivas de forma generalizada.
A medida que la alianza con Oracle se profundizaba, personal de Oracle comenzó a aparecer en las agendas de los empleados del TBI, programando reuniones para conocer qué estaba haciendo la organización en distintos países y “detectar oportunidades”, recuerda un ex trabajador. Pronto, empleados de ambas entidades mantenían llamadas conjuntas de manera habitual. Esto incomodaba a muchos en el TBI, algunos de los cuales describieron tener que impulsar la tecnología de Oracle aun sabiendo que no era lo mejor para el país en cuestión, e incluso que podía llegar a causar daño.
El riesgo del llamado vendor-locking —atar a un comprador a un único proveedor— fue motivo de inquietud, con un ex trabajador señalando que aconsejar a los gobiernos usar los servicios en la nube de Oracle corría el riesgo de “atraparlos” y “endeudarlos” en sistemas que “al principio son gratuitos, pero que en el futuro empezarían a cobrar”. Ruanda, un país en el que el TBI ha estado presente más de 15 años, se mostró tan frustrado con Oracle que en 2021 publicó una licitación para un sistema de gestión de bases de datos, señalando que había estado “experimentando costos muy elevados de soporte y licencias de sistemas de Oracle y que quería migrar a un sistema más asequible”.
Un portavoz del TBI dijo que la organización no se involucraba en los procesos de contratación de sus gobiernos clientes con empresas tecnológicas. Los documentos financieros del instituto muestran que en 2022 se ofreció “apoyo relacionado con tecnología” a cuatro de cada cinco países de su cartera, frente a solo uno de cada cinco en 2020, antes del dinero de Ellison. Ex empleados dicen que el enfoque “tecno-optimista” de la organización llevó a ignorar posibles desventajas o riesgos de las soluciones tecnológicas. Dos de ellos recuerdan que secciones sobre riesgos en sus borradores de informes empezaron a ser eliminadas por los superiores.
Marvin Akuagwuagwu trabajó como analista de datos en la unidad de asesoría para África del TBI en 2022 y 2023, centrándose en la entrega de vacunas contra el Covid. Dijo que cuando planteaba preocupaciones legítimas, como la falta de suministro eléctrico y las amenazas de ciberseguridad al introducir nuevas tecnologías en países africanos, sus colegas más sénior las desestimaban.
“Soy africano, tengo experiencia de vida y estoy diciendo estas cosas, pero no me escuchaban. Había que minimizar esos aspectos negativos”, afirmó. Akuagwuagwu también describió cómo el TBI impulsaba soluciones tecnológicas y de IA en países que tenían problemas mucho más fundamentales: “Tienen problemas de hambre, pobreza, desempleo masivo... y los estamos comprometiendo en proyectos sofisticados como usar drones e inteligencia artificial.”
En Etiopía, la desconexión era evidente. Con el país al borde de una guerra civil en 2020, el TBI estaba trabajando en un borrador de política de IA —visto por esta investigación— que proponía introducir autos sin conductor. El documento citaba el “enorme potencial del mercado global que carece de entornos experimentales” y las “variaciones de terreno ideales y regulares oportunidades de pruebas en el mundo real” del país.
Uno de los autores parece percibir la disonancia, escribiendo en un comentario visible: “¿O sea que estamos diciendo que probemos en Etiopía por su terreno difícil...?”. Nairobi, la capital de Kenia, con su sede de la ONU y gran presencia diplomática, era un centro importante para el TBI. Pero ex empleados se quejan de que un abanico de trabajo antes amplio se redujo a impulsar la tecnología de Oracle como solución. El enfoque de ventas tecnológicas se volvió tan explícito que un ex alto directivo dijo que el TBI se estaba convirtiendo en “una sucursal de Larry Ellison” que parecía estar “colonizando” el espacio tecnológico local.
Funcionarios del gobierno keniano recibieron tantas presentaciones de Oracle, recuerda, que solían referirse sarcásticamente a “tío Larry”. Para el personal del TBI que se unió antes de la era Ellison —algunos de los cuales han decidido marcharse—, la desilusión es generalizada. “Nunca ha habido una organización en la historia que tuviera tantos recursos, tanta gente buena y lograra tan poco”, dijo uno.
De vuelta en Londres, algunos políticos empiezan a mostrar inquietud por la influencia del TBI sobre el gobierno del Partido Laborista. “¿Es el TBI el caballo de Troya del lobby estadounidense en el sistema político británico?”, pregunta la baronesa Beeban Kidron, miembro independiente de la Cámara de los Lores y también crítica de la postura del Partido Laborista respecto a la IA y la política de derechos de autor. “Este gobierno ha fallado sistemáticamente en comprender el valor de los datos británicos: en el NHS, en nuestros museos, en nuestro sector creativo. No lo entienden porque escuchan lo que dice el TBI —y lo que quiere Oracle.”
El reportaje para esta historia contó con el apoyo de la coalición Big Tech Invisible Hand, liderada por Agência Pública y el Centro Latinoamericano de Periodismo de Investigación.
AR