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A 11 años de la causa Barracas

Otra vez Iron Mountain: reaparecen las sospechas tras el incendio en el parque industrial Spegazzini

Imagen del incendio del viernes en Ezeiza

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El feroz incendio que arrasó el viernes pasado parte del parque industrial de Spegazzini, en Ezeiza, volvió a poner a Iron Mountain en el centro de las miradas. Las llamas no sólo devoraron un depósito de agroquímicos, sino que también alcanzaron una nave perteneciente a la empresa conocida por custodiar documentación sensible de compañías y organismos públicos. La escena, rápidamente, reactivó las asociaciones con la tragedia de Barracas de 2014 -donde murieron diez bomberos y un rescatista- y con un historial de siniestros que aún no encontró respuestas judiciales.

Desde las primeras horas posteriores a la explosión, redes sociales y medios señalaron la presencia de Iron Mountain en el predio. En TN, la periodista Luciana Geuna subrayó la singularidad del negocio: “Cuesta explicar a qué se dedican, pero es como si guardaran toda la documentación de empresas, de organismos sensibles. Son papeles que te garantizan que no se van a destruir… y por segunda vez en once años, en Argentina se les incendian”. El panel recordó que, pese al tiempo transcurrido desde el siniestro en Barracas, “el juicio no empezó todavía”.

Peritajes con antecedentes

La Justicia inició esta semana los primeros pasos de la investigación y deberá determinar si hubo un origen intencional, una hipótesis que no se descarta y que remite a episodios previos vinculados a la firma. En diálogo con la AM 750, el ingeniero en seguridad y químico Edgardo Castro, integrante de los peritajes del caso Iron Mountain de 2014, advirtió que el alcance técnico será limitado: “Lo único que se podrá peritar es el epicentro de la explosión. Todo lo demás quedó arrasado”.

En ese marco, relativizó versiones rápidas sobre una presunta fuga de gas: “Eso es sanata. Ante semejante magnitud, solo se pueden determinar los lugares donde hubo focos muy violentos”. Para Castro, lo revelador estará en el análisis de las imágenes registradas durante el siniestro.

Las imágenes y un patrón que inquieta

Según explicó, Iron Mountain estaba ubicada a unos 90 metros de la planta química donde se produjo la explosión, en el extremo del sector afectado. Esa distancia, sumada a la dirección del viento -en contra del depósito de documentación-, le llama la atención: “Y se quemó igual. Hay una cosa ahí que se tiene que investigar”.

El especialista remarcó que la empresa debía contar con sistemas de extinción capaces de evitar la propagación de un incendio: “Para que se te queme todo, es que no tuviste ningún dispositivo de extinción. La destrucción fue total”. También apuntó a diferencias en el humo: mientras que en la fábrica de neumáticos era negro e intenso, en el depósito de Iron Mountain aparecía blanco, lo que indicaría un tipo de material distinto y menos proclive a iniciar fuego por sí mismo.

Castro no eludió el costado político de la discusión. Recordó que en los depósitos de Iron Mountain suele conservarse documentación relevante de empresas y organismos, incluidas -mencionó- firmas vinculadas al caso del presunto “3%” en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). Esos antecedentes, sumados a los registros de incendios similares en otros países, alimentan las suspicacias.

“Las hipótesis pueden ser todas”, señaló. “Iron Mountain tiene 12 muertos y todavía no pasó nada. Con esto va a pasar menos. Salvo que una empresa le reclame económicamente a otra”.

Una causa abierta y un pasado sin resolver

A once años del incendio de Barracas, la causa judicial sigue sin juicio oral. Ese antecedente vuelve a tomar fuerza en cada nuevo siniestro asociado a la compañía y se convierte en una marca difícil de despegar para Iron Mountain, cuya actividad -la guarda de archivos que no pueden perderse- contrasta con su reiterada exposición al fuego.

Mientras avanzan las pericias y se reconstruyen los minutos previos a la explosión en Ezeiza, la investigación se enfrenta a un escenario complejo: poco material por analizar, instalaciones arrasadas y un historial que, lejos de aclarar, oscurece.

CRM

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