Entrevista Cantautor chileno

Nano Stern: “La música nos hace vivir en carne propia los discursos cliché de los pueblos hermanos y todo eso”

Tiene la sonrisa siempre a punto y la fuerza y el empuje de quien sale a cumplir con una misión que sabe ardua pero placentera a la vez. Nano Stern está encantado de presentar en los próximos días su nuevo disco de estudio, Aún creo en la belleza, en varias ciudades argentinas.

A este chileno de largo pelo castaño claro, uno de los representantes más importantes de la nueva generación de cantautores (nació en 1985), lo unen lazos muy fuertes con la Argentina. De hecho, uno de los invitados en su nuevo trabajo es el santiagueño Raly Barrionuevo. También participan en el disco la chilena Magdalena Matthey y el peruano Omar Camino.

Son en total 13 las canciones que integran este material, el noveno de su carrera, algunas nacidas antes pero la mayoría durante la pandemia, que sufrió, como todos, pero que le permitió también detener el ritmo vertiginoso de vida que llevaba y encarar de otra manera el proceso creativo.

Él solo con la guitarra presentará ahora estas canciones en Córdoba (miércoles 4 en Pez Volcán), Rosario (jueves 5 en Casa Brava), Mendoza (viernes 6 en Nave UNCUYO) y Buenos Aires (domingo 8 en el Café Berlín), donde por entradas agotadas a la función de las 20 se le sumó otra a las 22.

La presentación oficial de Aún creo en la belleza, con la banda a pleno, será el 14 de octubre en el Teatro Caupolicán de Santiago, tras lo cual Stern saldrá de gira con todos sus músicos por América Latina y Europa.

En entrevista con elDiarioAR, habló, entre otras cosas, de la influencia de la pandemia y el estallido social en Chile en las canciones de este disco, de la situación actual en su país tras la asunción del joven presidente Gabriel Boric, de los invitados que lo acompañarán en esta mini-gira argentina y de las relaciones musicales entre Argentina y Chile.

-¿Cómo influyó la pandemia en este disco?

-Muchísimo, de manera fundamental, porque yo ya tenía un disco absolutamente concebido. De hecho, durante 2019 comencé a grabar algunas cosas, algunas de las cuales están en este disco. Nunca en mi vida había demorado tanto en producir un disco. Nunca había habido un lapso tan grande de tiempo. Y eso también se ve reflejado en el tipo de reflexiones, en la cantidad de vueltas que le pude dar. Porque no hay que olvidar que además de la pandemia a nosotros nos pilló el estallido social, que fue una disrupción absoluta en nuestras vidas, nos cambió el rumbo, nos impidió trabajar normalmente. Entonces, entre un disco y otro hay siete años, pero hay que decir varias cosas: entre medio hubo casi tres años de revolución y pandemia. Pero además hubo tres EP de distinta índole, un libro que publiqué, un disco en tributo al grupo Congreso con Orquesta Sinfónica. Hubo muchísimas cosas que me fueron nutriendo, que me fueron posibilitando experimentar con otras músicas, otros lenguajes, otros soportes. Fue un tiempo intenso. Y, claro, el disco debió haber estado en 2019, pero las circunstancias nos obligaron a encerrarnos.

-Entonces le sacaste provecho al encierro.

-Te diría que fue muy bueno. En lo personal -me da un poco de culpa decirlo- disfruté bastante del encierro. Fue un buen tiempo para mí. Venía de 15 años seguidos girando sin parar prácticamente: del estudio al avión, a los teatros, a la prueba de sonido, para arriba y para abajo. Y tenía secretamente el deseo -de hecho, a mi compañera se lo decía a veces- de pasarnos un año en la casa sin salir, que no me huevee nadie y poder estar tranquilo. Bueno, cuidado con lo que deseas… (risas) Y vino y, claro, fue muy desafiante, por supuesto. Para empezar, en marzo de 2020 teníamos por delante seis giras internacionales confirmadas con todo listo, las entradas a la venta, los pasajes comprados. Fue muy insólito tener que empezar a poner el freno de mano, pero estaba todo el mundo literalmente en la misma. A un nivel creativo fue muy interesante hacer un párele, poder bajar un poco la intensidad, poder leer. Me dediqué a leer empedernidamente. Muchos clásicos. Desde releer El Quijote hasta las obras de Homero, La Ilíada, La Odisea, cosas así, que son “cototas”, como decimos aquí y que no se pueden leer mientras tanto en el bus. Fue muy gratificante eso. Y después, cuando tuve el espacio interior real y lo sentía orgánico, tomé la guitarra y me puse a revisar estas canciones. Te diría que la mitad, si no más, terminaron naciendo en este período, en este segundo aire del disco. Y eso me alegra porque es un disco que reúne no solamente mucho tiempo cronológico sino que también muchos tiempos interiores distintos.

-Y a pesar de todo esto que pasó lo titulás con una frase, a partir de una de las canciones, que es esperanzadora

-Es como una especie de manifiesto esa canción y el disco, por lo tanto. Una reafirmación también. Es curioso porque cuando surgió esa canción todavía no había ni revuelta social ni pandemia ni guerra ni ninguna de estas cosas y a medida que el mundo a nuestro alrededor se iba como derrumbando me seguía reafirmando en que aún creo en la belleza. De hecho, estas cosas demoran un tiempo, los procesos creativos siempre van un poco desfasados con las publicaciones, y cuando decidí que este disco se iba a llamar así me puse en todos los escenarios -por supuesto, la guerra en Ucrania no figuraba en los planes de nadie- y llegué a la conclusión de que pase lo que pase yo en esto creo. Es algo que no va a cambiar por las circunstancias. Y en ese sentido, después de un período de creación muy contingente, por mi parte, con el libro las Décimas del estallido, con varias canciones que hablaban también de lo que estaba pasando aquí, me viene muy bien y me siento muy tranquilo y en confianza de publicar este disco que no es contingente, que no habla del día a día, que no habla de las pequeñitas o grandes cosas que nos suceden sino más bien de lo que nos pasa por dentro, de los procesos más lentos de vida de cada uno.

-¿Y cómo elegiste a estos tres invitados que tenés en el disco?

-Muy sencillo. Por el cariño que les tengo. No hay ninguna otra explicación. El Raly (Barrionuevo), la Magda Matthey y Omar Caminos de Perú son muy queridos amigos. No me haría ningún sentido invitar a un disco como este a gente con quien no tengo mucha confianza, mucho cariño, porque es un disco muy íntimo también. Y tengo mucha admiración por su trabajo. Y en particular esas tres canciones me resuenan también con lo que hacen ellos. Son influencias ellos en mí también. Y cada una de estas canciones siento que eran un reflejo mío de lo que hacen ellos y por lo tanto fue muy orgánico y muy lindo y así lo sintieron ellos, parece, también.

-¿Por qué presentás el disco primero acá y después en Chile?

Es una cuestión completamente coyuntural. Yo solía girar mucho por Argentina. Me encanta ir, encontrarme con el público de allá. Siento que hay un cariño mutuo. Y entre el estallido y la pandemia no se pudo. Pasaron dos años y medio sin ir, en los que nos hemos extrañado mucho. Y se dio la oportunidad de ir ahora con el presidente Boric en este cruce cultural que se hizo (NdR: El presidente chileno visitó Argentina a principios de abril y se hizo un recital con artistas argentinos y chilenos). Y estando ahí vimos que finalmente los impedimentos logísticos, sanitarios ya eran un poco más llevaderos y nos reunimos con un par de personas queridas de nuestro equipo allá y dijimos, bueno, vamos. Entonces la idea es hacer ahora primero una gira solista. Voy yo con la guitarra al hombro y un montón de amigos y de invitados en cada una de las ciudades, por suerte. Y la idea, sin duda, es más adelante durante el año con mayor tiempo de planificación poder volver con mi banda a hacer una presentación del disco más parecido a lo que suena el disco. Es un desafío grande, pero también es como una pretemporada, como hacen los futbolistas, ir a cantar estas canciones solo, que no es fácil. Sobre todo cuando el disco está recién hecho. Con un disco como este, que tiene una sonoridad más o menos grande, uno está muy apegado al sonido del disco. Llevo años escuchando, imaginando, mezclando, el detallito, que el trombón y que el cuarto violín y qué se yo. Entonces ahora, pum, quitarle todo y decir “bueno, a la cancha nada más que con la guitarra y las canciones” es al mismo tiempo un desafío y una oportunidad de empezar a sentir esta música desde otro lugar. Y está bueno. Creo que va a permitir también una intensidad emocional porque la gente va a estar descubriendo las canciones y yo también, en cierto sentido.

-¿Cuáles van a ser los invitados que vas a tener en estas fechas?

-Va a estar Raly en Córdoba. La Micaela Vita, de Duratierra, también, Ramiro González de La Rioja. Me gusta Córdoba porque se reúne gente de las distintas provincias, más que en Buenos Aires, casi. Tengo muchos amigos de distintos lugares de Argentina que están todos ahí. Después, en Mendoza, van a estar Nahuel Jofré y Francisca Figueroa. En Rosario aún no tengo confirmado quién estará. Y en Buenos Aires, (el tucumano) Manu Sija, que ya es como parte del equipo, y otros que aún no puedo revelar.

Hay un ambiente de mucha confrontación. Pero también hay una buena parte de la gente que entiende que este es un proceso que está comenzando, un proceso de renovación histórica. Realmente aquí hay un cambio como no vivíamos desde el fin de la dictadura

-¿Cómo está el ambiente en Chile desde la asunción de Boric?

-El ambiente está muy enrarecido. No es quizá lo que se ve desde afuera, que la gente proyecta toda esta avalancha de esperanza. Como que no hubo luna de miel del gobierno. Porque, claro, a Boric le toca asumir la crisis de todas las crisis. En todos lados. Aquí se suma la crisis social que nos tiene metidos en un proceso constituyente, que añade por un lado esperanza y por otro lado incertidumbre, obviamente, como es natural en un proceso como este. Y, claro, una oposición despiadada, que está sobándose las manos frente a la posibilidad de que una coalición joven fracase. Y están haciendo todo lo posible. No llevamos ni dos meses de gobierno y ya hay paro de los camiones, que es una de las mayores herramientas disruptivas que tienen los gremios y sabemos quiénes están detrás. La historia de Chile es demasiado explícita. Paro de los camioneros, sabemos lo que significa y ya está sucediendo. Entonces hay un ambiente de mucha confrontación. Pero, por otro lado, también hay una buena parte de la gente que entiende que este es un proceso que está recién comenzando, que es un proceso de renovación histórica. Realmente aquí hay un cambio como no vivíamos desde el fin de la dictadura. Y que por supuesto en siete semanas es absurdo exigir resultados, porque de haber resultados serían cortoplacistas y eso no es lo que hay que hacer. En ese sentido, soy un convencido de que se están tomando decisiones correctas, pero que esas decisiones no van a redundar si no hasta un plazo un poquito mayor. Y lo complejo es cómo manejar el día a día en una situación de crisis social, de crisis inflacionaria, de violencia. Eso yo te diría que es lo más brutal. Hay mucha violencia en toda escala. Hay la gran violencia de los atentados, que se queman camiones, se queman casas, hay mucha violencia en las calles, pero también hay una violencia más sutil. En el trato de las personas hay un hartazgo que creo que es consecuencia en gran parte de la pandemia y de la crisis social también que ya la gente la siente adentro y, buff, cuesta.

-Contame un poco del libro Décimas del estallido (que se presenta en Córdoba, este martes 3, y en Avellaneda, el lunes 9).

-Es un libro muy contingente de la situación aquí. Reúne a modo de crónica lo que ocurrió en Chile desde el día del estallido social el 18 de octubre (de 2019) hasta el 26 de abril, que fue la fecha en que iba a ser el plebiscito que no fue por el Covid. Me pareció una fecha simbólica para cerrar. Está escrito en décimas, lo cual lo empalma con una tradición muy antigua en Chile y en Latinoamérica de crónica en verso. Es muy interesante y es muy personal también. Complementé todos estos fragmentos en verso con fragmentos en prosa en que intenté -consciente de lo imposible de la misión- pero al menos intenté alejarme de mi subjetividad un poquitito para ir diciendo: bueno, esto es lo que pasó y así es como nosotros lo vivimos. Y va día a día haciendo un recuento. Y me parece que es un libro -lo teníamos claro desde el momento en que decidimos pasarlo al papel- que iba a ir adquiriendo interés a medida que pasa el tiempo. Porque se nos va olvidando y entonces es más importante tener este material de ayuda.

La música nos arrejunta a todos en todo sentido. Rompe todas las barreras posibles. Y nos hace vivir en carne propia los discursos cliché de los pueblos hermanos y todo eso. Pareciera que cuando cantamos juntos se hace realidad y eso es muy hermoso

-¿Cómo sentís el intercambio musical entre Argentina y Chile?

-No existe intercambio más potente con ningún otro país, por lo menos aquí en Chile. Ustedes tienen al lado a Uruguay y a Brasil, que son gigantes. Pero nosotros geográficamente compartimos un nivel de frontera y de cercanía cultural con Argentina que no compartimos con nadie. Es mucho más parecida la cultura de Argentina a la chilena que, por decir, la de Perú o Bolivia, que por su mera posición geográfica, del mundo andino, pertenecen como a otro rollo. Y en lo personal para mí Argentina después de Chile es el territorio donde más me siento en una conexión directa con la tierra, con la gente, con la cultura y, obviamente, con las y los colegas músicos, con quienes disfruto mucho tocar. Tengo muchos amigos. Me siento muy afortunado. Y es lindo también ver que eso trasciende las generaciones. Que puedo tocar con Manu Sija, con el Chango Spasiuk o con Teresa Parodi (NdR: Con estos últimos, tocó en el concierto durante la visita de Boric). La música nos arrejunta a todos en todo sentido. Rompe todas las barreras posibles. Y nos hace vivir en carne propia los discursos cliché de los pueblos hermanos y todo eso. Pareciera que cuando cantamos juntos se hace realidad y eso es muy hermoso.

CRM