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Megaaumento de combustibles en Brasil enfrenta una vez más a Bolsonaro con su vicepresidente

El vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourao, en su visita de la semana pasada por la asunción de Gabriel Boric como presidente de Chile.

elDiarioAR

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Un fuerte aumento en el precio de los combustibles en Brasil determinado por la estatal de capital abierto Petrobras distanció este lunes aún más al presidente Jair Bolsonaro y su vice, el general retirado Hamilton Mourao, en medio de previsiones de alzas históricas de la inflación y del costo de la energía.

Mourao defendió la permanencia en el cargo de presidente de Petrobras del general retirado Joaquim Silva e Luna, cuya continuidad había sido puesta en duda el sábado por Bolsonaro.

El presidente dijo que no aprobaba la forma con la cual la empresa estatal conduce su política de precios, alineada a los valores internacionales, una política implementada en 2016 tras la polémica destitución de la presidenta Dilma Rousseff.

Según Bolsonaro, Petrobras debía tener “más sensibilidad social” sin buscar ganancias extraordinarias con el precio internacional de petróleo aplicado al mercado interno de la mayor economía de América Latina.

“El general es resiliente, siempre lo fue, aguanta las presiones”, afirmó Mourao sobre Silva e Luna, quien fue colocado por Bolsonaro en 2021 al frente de la petrolera, que no ha frenado su política de precios internacionales reclamada sobre todo por sus accionistas extranjeros.

El humor social en un año electoral será puesto a prueba con el nuevo precio de los combustibles de Petrobras.

Desde el 11 de marzo, Petrobras aplicó el llamado “megaaumento” de sus productos, con una suba del 24,9% en los precios del diésel, el utilizado por el transporte de carga y pasajeros; 18,8 % en las naftas y 16,1% en el gas domiciliario.

Incluso en la región amazónica el litro de nafta común llegó a los 11 reales (2 dólares), contra un promedio de 7 reales (1,20 dólares) en el resto del país.

En Uruguayana, Río Grande do Sul, y Foz do Iguaçú, Paraná, se inició un movimiento de automóviles que no se veía desde antes de la pandemia: brasileños yendo con sus automóviles a cargar combustible a las estaciones de servicio en Argentina, en Paso de los Libres, Corrientes, y Puerto Iguazú, Misiones, respectivamente.

El vicepresidente Mourao defendió que el Gobierno no debe interferir en la política de precios alineada al precio internacional del crudo que aplica el Consejo de Administración de Petrobras, compañía que tuvo un lucro de 1.044% en 2021 respecto de 2020, basado en el aumento de los combustibles.

“Fue un lucro absurdo”, dijo Bolsonaro el sábado, cuando afirmó que no estaba garantizado en el cargo el general Silva e Luna.

El Gobierno brasileño se ha dividido sobre intervenir o no en el precio de los combustibles, siendo Brasil autosuficiente en producción petrolera, aunque bajo la gestión Bolsonaro se privatizó la Br Distribuidora, la red de estaciones de servicio que era clave para la regulación de los precios al consumidor.

Bolsonaro dijo que todavía se resiste a interferir en los precios.

“No estoy satisfecho con el reajuste (de precios) pero no voy a interferir en el mercado”, afirmó.

El viernes por la noche, Bolsonaro promulgó una ley que reduce el cobro del Impuesto sobre Circulación de Mercaderías y Servicios (ICMS) que los estados cobran a los combustibles.

Aliados de Bolsonaro como el jefe de Diputados, Arthur Lira, del oficialista Partido Progresista, quieren cambiar el rumbo de Petrobras, sobre todo temiendo una reacción del electorado en las elecciones generales del 2 de octubre, en las que el mandatario buscará una complicada reelección.

El Gobierno estudia un camino alternativo como un subsidio del gasoil, con el objetivo de reducir el impacto en los camioneros autónomos y las empresas de logística, que forman parte de la base de apoyo electoral del ultraderechista Bolsonaro.

Las diferencias de Bolsonaro y Mourao se iniciaron apenas comenzado el Gobierno en 2019, con el vicepresidente encargado de realizar una labor diplomática con países a los que el bolsonarismo ha lanzado ataques, como es el caso de China, principal socio comercial de Brasil desde 2009.

El precio de los combustibles está en el medio del debate electoral, y el favorito para ganar las elecciones, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, del opositor Partido de los Trabajadores, prometió que en caso de triunfar, su programa económico incluirá la intervención en el mercado para evitar aplicar en forma interna los precios internacionales en dólares.

La política fue iniciada en 2016 tras la caída de Rousseff por el presidente Michel Temer, quien designó al frente de la petrolera estatal de capital abierto al banquero Pedro Parente, un aliado del expresidente Fernando Henrique Cardoso.

La misma política de precios fue continuada por el presidente Bolsonaro, que inicialmente había acusado al “exceso de impuestos internos” del costo de los combustibles, aunque ahora admitió que no quiere intervenir directamente para cesar con esa línea de gestión.

Dentro de las Fuerzas Armadas, que dominan gran parte del gabinete, existiría una puja entre liberales e intervencionistas para abordar el tema de Petrobras, aunque por el momento está ganando la línea del ministro Paulo Guedes, de Economía, de evitar tocar los precios internacionales.

Guedes defiende privatizar Petrobras, líder mundial en explotación de aguas profundas, en caso de reelección de Bolsonaro.

Con información de Pablo Giuliano, de la agencia Télam.

IG

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