Tensión geopolítica

Qué es el Cártel de los Soles, la organización fantasma que Trump usa para acorralar a Maduro en Venezuela

Víctor Honorato

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El país que declaró “la guerra contra las drogas” —Richard Nixon, en los años 70— y emprendió con el cambio de siglo una “guerra contra el terrorismo” —George W. Bush, desde 2001— está inmerso ahora en una nueva contienda donde el enemigo es difuso y mutable, en función de las circunstancias: se trata de la guerra contra el “narcoterrorismo”, síntesis de los dos conceptos anteriores, en la que el enemigo principal es hoy, según repite el mandatario estadounidense, Donald Trump, el líder venezolano, Nicolás Maduro. Es él quien está al mando del llamado “Cártel de los Soles”, organización criminal que la gran potencia se apresta a erradicar, a pesar de las dificultades que existen para definir su contorno y jerarquía, e incluso su existencia como tal.

¿Qué es el Cártel de los Soles?

Las primeras referencias al Cartel de los Soles se remontan a los años 90, relacionadas con la connivencia entre elementos militares venezolanos y el negocio del narcotráfico, cuyas redes empezaban a extenderse desde la limítrofe Colombia. Según recuerda un informe de la fundación estadounidense InsightCrime, que sigue la evolución del crimen organizado en América Latina, el nombre hacía referencia al sol de las charreteras de los oficiales de brigada del ejército del país caribeño. El cártel era inicialmente “del sol”, pero pasaron a ser “soles”, en plural, cuando se empezó a señalar la implicación de oficiales de mayor rango, que llevaba dos astros en el uniforme, en lugar de uno.

Es una denominación que se impuso desde fuera para una red criminal compuesta por miembros del ejército venezolano. “Nadie sabe si existe o no existe. Estas redes funcionan así, muy descentralizadas, precisamente por su seguridad. No es una organización compacta. Son grupos que tienen sus relaciones. No hay un solo grupo”, dice Anna Ayuso, investigadora sénior para América Latina del Barcelona Center for International Affairs (CIDOB) desde 2002. Para Trump y su Gobierno, el Cártel de los Soles es una organización perfectamente jerarquizada con Maduro a la cabeza.

¿Está implicado el Gobierno venezolano?

Ayuso pone en solfa las acusaciones estadounidenses. “Una cosa es que haya generales y un sector del ejército implicados en relaciones con el narcotráfico y otra cosa es que ellos lideren ese cártel. Lo que hacen es negocios: ellos [los militares] proporcionan recursos, hacen la vista gorda, muestran connivencia. [Pero] de que sean ellos los que organicen esa actividad de narcotráfico no hay evidencias. Y mucho menos que sea directamente el Gobierno”, indica.

¿Qué alega EEUU?

Pese al carácter difuso de la organización, EEUU lleva meses cargando las tintas contra el Gobierno venezolano, y, en especial, contra Nicolás Maduro. El pasado verano elevó a 50 millones de dólares la recompensa por proporcionar información que lleve a su detención, y este lunes lo declaró formalmente “terrorista”. Con la denominación de “organización terrorista extranjera” (FTO, según sus siglas en inglés), la gran potencia se dota de mayores poderes para combatirla: puede vetar la entrada o forzar la expulsión de sus miembros del país, impedir que reciban asistencia de nadie que resida en EEUU y evitar que tengan tratos con instituciones financieras del país.

“Señala [a Maduro] como narcotraficante y a partir de ahí le puede imponer una serie de sanciones y estrechar el círculo sobre él. Le afecta a él como persona y a cualquiera con quien tenga negocios, que también puede ser objeto de sanciones. Ahora cualquier actividad financiera puede ser considerada como ayuda al narco. Ese es el salto cualitativo, porque ya estaba sancionado”, detalla Ayuso.

¿Cómo ha respondido Venezuela?

El Ejecutivo venezolano viene negando sistemáticamente las acusaciones sobre sus vínculos con el narcotráfico. El ministro de Interior y Justicia y hombre fuerte del Gobierno, Diosdado Cabello, las tachó el pasado verano de “invento”. Con un portaviones merodeando por sus costas y los misiles estadounidenses hundiendo lanchas de supuestos narcos en el Caribe, Maduro trata en los últimos meses de aplacar el ardor guerrero estadounidense. Avisando de que armará a la población si EEUU se decide a invadir, aviniéndose a negociar “cara a cara” con Donald Trump, o incluso encomendándose a Jesucristo y John Lennon.

La campaña de ejecuciones extrajudiciales en el mar Caribe va dirigida contra otra organización declarada terrorista por Trump, el Tren de Aragua. En este caso, EEUU no alega que Maduro sea el líder, pero sí que controla su actividad. El presidente estadounidense se sirvió de la supuesta presencia de esta banda en su país para azuzar la campaña contra la inmigración irregular.

El frente judicial

Aunque la participación directa de la jerarquía venezolana en el narcotráfico no esté probada, el país ha registrado numerosos casos de corrupción ligada al negocio ilegal. Uno de los casos más sonados fue el del exgeneral chavista Clíver Alcalá, que se entregó en 2020 a la Justicia de EEUU y fue condenado a 21 años de cárcel, tras haberse ofrecido a colaborar.

Otro de los argumentos que sustenta la acusación estadounidense es el testimonio de Hugo Carvajal, exjefe de Inteligencia Militar venezolana, que rompió con Maduro en 2017. Carvajal se declaró culpable en junio de tráfico de drogas y narcoterrorismo en Estados Unidos, donde está detenido, tras un periplo judicial, donde había sido arrestado en 2019. Pendiente de extradición, huyó de la Justicia hasta su segundo arresto dos años después, momento en el cual se ofreció a colaborar para evitar ser enviado a EEUU. A la Audiencia Nacional le dijo que tenía pruebas de la financiación ilegal de Podemos. Nunca aparecieron.

Terrorismo como cajón de sastre

Trump recurre al comodín del terrorismo con asiduidad desde su regreso al poder. Si Maduro es desde este lunes un líder narcoterrorista, la semana pasada se sumaron a la lista de señalados por este motivo colectivos antifascistas europeos, después de haber sido también señalados los de raíz estadounidense. Al mismo tiempo, el mandatario estrecha relaciones con personas con antecedentes mucho más explícitos, como el presidente de Siria, Ahmed Al-Shara, antiguo miembro de Al Qaeda. “Me cae bien, ha tenido un pasado difícil”, justificó.

Todavía no es terrorista según la clasificación de Trump el presidente colombiano, Gustavo Petro, a quién EEUU sí ha sancionado por tener supuestos vínculos con el narco. El mandatario se ha revuelto contra las acusaciones publicando sus gastos.

Las incertidumbres sobre la naturaleza y jerarquía del Cártel de los Soles lo convierten en un instrumento dúctil de la política exterior trumpista. La investigadora del CIDOB lo resume con una paradoja: “Lo que define a estos grupos es que no se sabe mucho de ellos”.