Zohran Mamdani, recién elegido alcalde de Nueva York, dio una de las respuestas más reveladoras sobre qué tipo de político es hace unas semanas en un pódcast de la radio pública con David Remnick, el director del New Yorker. La pregunta era: “¿La ciudad necesita más Robert Moses o más Jane Jacobs?”
Moses fue el poderoso concejal de parques y jardines de Nueva York que acabó dirigiendo la mayoría de las obras públicas en el siglo XX que marcaron lo que es hoy la ciudad. Sus autopistas, puentes, parques, playas y casas de protección social crearon más conexiones y espacios públicos, pero también destruyeron barrios populares, casi siempre habitados por minorías, y priorizaron el automóvil fuera de Manhattan. Mamdani tiene entre sus libros de cabecera, como buen neoyorquino, The Power Broker del periodista Robert Caro, que cuenta en un millar de páginas el legado complejo y controvertido -también racista- de Moses y las batallas que perdió contra grupos de vecinos que resistieron sus excavadoras a toda costa.
Jane Jacobs, activista, autora de Muerte y vida de las grandes ciudades y defensora de un modelo de ciudad “caminable” que ayudó a salvar a finales de los años 50 Washington Square Park, una de las plazas históricas más populares del sur de Manhattan, fue el reverso de Moses y en muchos sentidos la heroína de un modelo de ciudad actual a medida de peatón y símbolo progresista.
La respuesta de Mamdani a la pregunta sobre estos dos personajes opuestos fue: “La ciudad necesita a alguien que pueda encontrar inspiración en ambos”.
Remnick, tal vez influido por la caricatura de Mamdani, dijo estar sorprendido por el hecho de que el candidato a alcalde pareciera especialmente interesado en la “agenda de la abundancia” que defiende ahora Ezra Klein, el influyente opinador del New York Times identificado habitualmente con el ala más centrista del Partido Demócrata, en un libro que ha suscitado mucho debate. Uno de sus argumentos es que los demócratas, especialmente quienes tienen responsabilidad a nivel local, tienen que esforzarse más por construir más rápido, más barato y con menos burocracia en lugar de intentar regular lo ya existente. “La cosa más importante es cumplir. En ese contexto tienes que estar dispuesto a escuchar a todo el mundo que te pueda ayudar a acercarte a eso”, contestó Mamdani, a menudo identificado con su propuesta de congelar el alquiler para las viviendas de renta antigua o renta controlada de Nueva York -que son cerca de una quinta parte del total y tienen un alquiler por debajo de lo habitual con un techo que establece un consejo municipal- y que se equivoca con una propuesta más general de intervenir sobre todos los alquileres.
Trump y sus seguidores etiquetan a Mamdani de “comunista”, e incluso el matinal de la radio de la BBC lo describe como “de izquierdas radical”. Ser del grupo socialista dentro del Partido Demócrata no es tan radical como tampoco lo son sus propuestas para la ciudad.
Propuestas no tan radicales
Su concentración en el problema universal de lo inasequible que es vivir ahora en una gran ciudad ha sido la clave de su éxito, pero sus propuestas concretas no suenan radicales en Europa, y ni siquiera tanto en Estados Unidos considerando las políticas del Partido Demócrata en la última década.
Mantener los contenedores de reciclado en las calles en lugar de la basura en bolsas y ofrecer el bus gratuito -como ya hacen en España hasta gobiernos conservadores del PP para algunos segmentos de la población- son algunas de sus propuestas. Subvencionar supermercados en barrios designados como desiertos alimentarios porque apenas hay oferta es una de sus ideas cuestionadas, pero ni siquiera es tan nueva en la ciudad, donde ya existen cooperativas de alimentos (la Food Co-Op de Park Slope, en Brooklyn, es una institución de más de 50 años y a menudo centro de debate político).
Una de sus ideas es subirle los impuestos a los más ricos, algo que defienden los candidatos más centristas desde hace años -y lo han hecho, incluido Joe Biden- y ofrecer guarderías gratuitas para todos, en un paso algo más allá de lo que han intentado otros demócratas.
Mamdani ha alabado algunas políticas sobre bicis, parques y movilidad del exalcalde Michael Bloomberg, multimillonario primero republicano y luego independiente que gastó millones en las primarias para respaldar a rivales de Mamdani. En septiembre, se reunieron en lo que un portavoz de Bloomberg describió como una “conversación cordial”, centrada sobre todo en el transporte.
Mamdani hasta ha pedido perdón por sus posiciones más críticas sobre la policía de Nueva York en 2020, cuando muchos en el Partido Demócrata reaccionaron contra la violencia policial tras el asesinato de George Floyd en Minneapolis que provocó protestas por todo el país. Esto, a diferencia de sus posiciones sobre política exterior, tiene impacto directo porque le tocará gestionar una fuerza policial de unos 33.000 agentes, es decir mayor que el ejército de Bélgica o Dinamarca. En 2020, cuando se presentaba a concejal, dijo que la policía de Nueva York era “racista, anti-queer, y una gran amenaza para la seguridad pública”. Ahora dice que ha “aprendido” desde entonces, que la policía se merece una disculpa suya y que lo esencial es que los agentes no estén sobrecargados por tareas que no les corresponden, como lidiar con personas sin hogar o con enfermedades mentales.
La posición que más han intentado utilizar contra él sus rivales es la defensa de los derechos de los palestinos en Gaza, algo que le interesaba desde pequeño en el tiempo que pasó en Uganda y en Sudáfrica por el trabajo de su madre, célebre cineasta educada en la Universidad de Harvard, y su padre, catedrático de la Universidad de Columbia y experto en colonialismo. Sus progenitores nacieron en India y, como muchos del antiguo imperio británico, se mudaron a países africanos y, gracias a programas de intercambio, estudiaron en las mejores universidades del mundo, en este caso en Estados Unidos.
A cualquiera que escuche el mensaje de Mamdani desde un país como España le sorprenderá, en cambio, el énfasis que pone en el derecho de Israel como Estado y en la necesidad de reconciliación. Justo antes de las elecciones, Mamdani recibió el apoyo de líderes de una comunidad de judíos ortodoxos. Hizo campaña con rabinos y otros líderes en sinagogas en Brooklyn. En su discurso de la victoria, Mamdani insistió en la lucha contra el antisemitismo en la ciudad.
Base electoral demócrata
Ha conseguido ilusionar a nuevos votantes, sobre todo los más jóvenes, en el Partido Demócrata, aunque su base electoral clave sea muy parecida a la de Kamala Harris y los demócratas de la última década, es decir, personas con estudios superiores, que viven en barrios de clase media o media alta -no son millonarias, pero están acomodadas-, y gran parte de votantes negros e hispanos de todas las rentas. Por los datos barrio a barrio sobre su victoria, Mamdani no ha conseguido recuperar a quienes votaron a Biden en 2020 y luego a Trump en 2024 ni ganar la mayoría de votos en barrios de clase obrera blanca en Queens, partes de Brooklyn y Staten Island. Pero ha movilizado a votantes nuevos por edad o ciudadanía y a algunos que se quedaron en casa en las presidenciales de hace un año.
Sus ideas no son radicales como la caricatura impuesta por unos pocos políticos y sus altavoces en redes sociales. Lo que es radical es la manera de expresarlas, con una autenticidad que cada vez parece más ausente en el mundo de la política y más allá. Su juventud y su frescura le ayudan en una ciudad progresista que suele apreciar lo nuevo.
“No tengo miedo de mis propias ideas”, dijo en un perfil en el New Yorker. “Durante demasiado tiempo hemos intentado no perder en lugar de intentar entender cómo ganar”.