Entrevista

Un exsargento israelí desplegado en Gaza: “No hay reglas claras, nosotros decidimos si disparamos a los civiles”

Francesca Cicardi

Tel Aviv —

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“No había reglas de enfrentamiento claras con los civiles, cada soldado decidía si disparaba o no”. Así lo afirma un exsargento israelí de 23 años que sirvió en la guerra de Gaza en una unidad de infantería. Se reúne con elDiario.es en Tel Aviv, pero pide no publicar su nombre ni datos personales que puedan revelar su identidad.

“Durante mi segunda misión en Yabalia (en el norte de la Franja) fue la primera vez que vi a civiles. Los primeros días hubo algunos accidentes en los que los civiles fueron asesinados”, relata sin especificar las circunstancias de esos asesinatos. Fue unos meses más tarde, en la primavera de 2024, cuando tuvo un encuentro con civiles palestinos que cambió su visión de la guerra y le llevó, en última instancia, a rechazar seguir en su unidad en Gaza.

“Estábamos estacionados en un corredor humanitario; había muchos civiles en la carretera que huían del Hospital Al Shifa [en Ciudad de Gaza] y se dirigían hacia el sur”, tal y como el Ejército israelí les había ordenado que hicieran.

'Protocolo mosquito'

“La primera noche, el comandante nos dijo que cogiéramos a dos hombres de la calle para usarlos como escudos humanos en nuestras redadas. Usó el término 'protocolo mosquito'. Lo escuché en la radio y no entendí qué era ese protocolo, era la primera vez que lo escuchaba”, dice el sargento, refiriéndose a una práctica que está prohibida por las normas que rigen la guerra.

El comandante nos dijo que cogiéramos a dos hombres de la calle para usarlos como escudos humanos en nuestras redadas

El pasado mes de mayo, el Ejército israelí dijo en un comunicado que estaba investigando “varios casos” en los que sus soldados habían obligado a palestinos a actuar como escudos humanos, esto es, que entren antes de las tropas en edificios o lugares donde podría haber explosivos o milicianos de Hamás. El Ejército afirmó que “el uso de palestinos como escudos humanos o coaccionarlos para que participen en operaciones militares está estrictamente prohibido por las órdenes de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)”.

El exsargento entrevistado por este periódico y testimonios recogidos por otros medios indican que la práctica es común y que las fuerzas israelíes la han empleado durante los dos años de ofensiva en Gaza (durante la que han matado a más de 67.000 palestinos, la mayoría de ellos, menores de edad y mujeres).

“Trajeron a dos jóvenes, uno de 16 años y otro de unos 20. Temblaban, estaban esposados y con los ojos vendados. El oficial que me los entregó era el oficial de inteligencia y me dijo que debía usarlos con base en el 'protocolo mosquito'. También me dijo que estaban relacionados con Hamás, pero yo veía que eran sólo unos adolescentes”, relata el exmilitar con cierta amargura y vergüenza en su mirada.

Era la primera vez que estaba tan cerca de civiles: pude olerlos y ver lo asustados que estaban, fue impactante

Explica que los soldados no podían entender lo que los dos chicos les decían en árabe. “Pedían ir al baño, pero no podían hacerlo solos porque estaban esposados. Tuve que llevarlos al baño y abrirles la cremallera. Estaba muy cerca de ellos y pude ver lo asustados que estaban. Era la primera vez que estaba tan cerca de civiles. Cuando los vi tan de cerca, pude olerlos y ver lo asustados que estaban. Fue impactante”, admite.

“Los usamos en nuestras incursiones, cuando atacamos un par de edificios. Entraron antes que nosotros a los edificios, abrieron todas las puertas y ventanas y buscaron explosivos y miembros de Hamás que pudieran tendernos una emboscada; [en ese caso], morirían en nuestro lugar”, dice el exsargento, explicando básicamente en qué consiste el 'protocolo mosquito'.

Él y los demás integrantes del pelotón se negaron a seguir usando a los dos palestinos como escudos humanos, cuenta, aunque señala que no sabe si ese rechazo se dio en otros pelotones o batallones del Ejército. “Uno de mis soldados le dijo al comandante del batallón que estábamos cometiendo crímenes de guerra y violando el derecho internacional. Él respondió que un soldado no tiene por qué pensar en el derecho internacional y que sólo debe tener en cuenta el código ético de las FDI”. El joven recuerda que esa respuesta le afectó: “En ese momento me di cuenta de que estaba participando en una guerra inmoral”.

Uno de los soldados le dijo al comandante que estábamos cometiendo crímenes de guerra y violando el derecho internacional

El exmiembro de las FDI dice que lograron imponerse y el comandante le ordenó “soltar” a los dos chavales en el mismo lugar donde los habían secuestrado. Entonces, dice que se dio cuenta de que no tenían nada que ver con Hamás, porque de haber sido así los hubieran retenido durante más tiempo.

“Hay muchas cosas inmorales y erróneas en esta guerra, pero el encuentro con aquellos dos chicos fue impactante para mí y, seguramente, para ellos también”, dice el exsargento que, en aquel momento tenía casi la misma edad que el mayor de los palestinos.

Una guerra de venganza

Antes de la ofensiva contra la Franja de Gaza, el militar había servido en la Cisjordania ocupada, donde estaban desplegadas la mayor parte de las tropas en los meses previos a octubre de 2023. “Al principio, la gente pensaba que servir en la Franja de Gaza era más moral [que en Cisjordania] porque allí se enfrentarían a terroristas”, recuerda, agregando que después de los ataques de Hamás contra el sur de Israel el 7 de octubre de hace dos años, muchos uniformados fueron a Gaza “con ganas de venganza”.

“Muchos soldados estaban en estado de shock tras el 7 de octubre y querían vengarse. Yo no fui con ese sentimiento de venganza; lo único en lo que pensaba era en la seguridad y el bienestar de mis soldados”, asegura.

Era libre de hacer lo que quisiera, no disparé a ningún civil porque no quería

Esos soldados con sed de venganza, que muchas veces tienen unos 20 años, son los que deciden sobre la vida de los palestinos en Gaza. “No hay reglas claras, nosotros decidimos. Pero si disparaba a un niño o una niña, creo que nadie me habría castigado. Era libre de hacer lo que quisiera, no disparé a ningún civil porque no quería”, afirma.

“Durante los siete meses que serví en Gaza, solo vi a hombres armados en cuatro ocasiones. Los demás eran gente desarmada y no creo que ningún soldado debería dispararle a alguien desarmado”, dice el exsargento, destacando que él tenía claro lo que era “correcto” y lo que no, pero que algunos militares competían por matar a más palestinos. “Hay un juego entre los soldados: cuantas más personas mates, más X [puntos] obtienes”.

Desde la organización israelí Breaking the Silence -fundada en 2004 por soldados “arrepentidos” que empezaron a denunciar lo que hacía el ejército en los territorios palestinos ocupados-, su director Nadav Weiman afirma que deberían ser los comandantes y los oficiales de alto rango los que garanticen que los soldados aplican las órdenes “sin hacer daño a los civiles, sin prender fuego o saquear las casas” de los palestinos.

“Por supuesto un soldado de 19 años, cuyos amigos o familia fueron masacrados el 7 de octubre, está enfadado y quiere vengarse. Lo entiendo. Pero los oficiales deben pararlo”, afirma en una entrevista con elDiario.es. Sin embargo, Weiman dice que en esta guerra son los militares de alto rango los que incitan a sus subordinados a luchar “una guerra sagrada contra los infieles” en Gaza.

En los pasados dos años, desde el comienzo de la brutal ofensiva contra la Franja, Breaking the Silence ha recopilado casi 200 testimonios de militares. Weiman explica que antes solían rondar los 50 testimonios al año, pero desde octubre de 2023 han aumentado considerablemente. Solo en los pasados dos meses, la ONG ha hecho 33 entrevistas con soldados que cuentan lo que han hecho en la Franja y cuyos relatos se parecen a los del exsargento entrevistado por este periódico.

Muchos soldados, incluidos comandantes, quieren hablar con nosotros para que en Israel y en todo el mundo la gente sepa lo que las fuerzas israelíes hacen en Gaza

“Esto demuestra que la conducta del ejército en Gaza es muy problemática y muchos soldados, incluidos comandantes, quieren hablar con nosotros para que en Israel y en todo el mundo la gente sepa lo que las fuerzas israelíes hacen en Gaza”, asegura el director.

Weiman dice que si se compara la actual guerra en Gaza con la ofensiva israelí de 2014 contra la Franja, las FDI siguen teniendo prácticamente los mismos comandantes, “pero están dopados por los ataques del 7 de octubre”. Weiman considera que buscan demostrar que siguen siendo la fuerza predominante, después de haber fracasado a la hora de evitar los ataques de Hamás que aquel día acabaron con la vida de unas 1.200 personas en el sur de Israel. Y lo hacen “masacrando a los civiles”.

Los comandantes del Ejército están dopados por los ataques del 7 de octubre

El director, que en su día sirvió en las FDI, relata que “los soldados cuentan que pueden hacer lo que quieran” en Gaza, desde tomar escudos humanos a ordenar un bombardeo si ven una silueta a través de una ventana en algún edificio sin saber quién se encuentra en su interior. Agrega que las normas de enfrentamiento para los uniformados israelíes llevan siendo vagas muchos años. Y son así a propósito.

“Por supuesto, esto está afectando a los soldados”, dice Weiman, y lo corrobora el exsargento, quien fue a terapia durante algunos meses después de su experiencia en la Franja. “Ahora quiero que la gente sepa lo que está pasando en Gaza”, afirma el joven.

“Israel está bombardeando a periodistas en Gaza y prohíbe la entrada de la prensa internacional. El portavoz de las FDI no es de fiar y [la gente] no puede saber la verdad” de lo que ocurre en la Franja, lamenta, aunque admite con cierta frustración que “la mayoría de los israelíes no quieren saber ni pensar en ello”.