El presidente Luiz Inácio Lula da Silva anunció este jueves que intentó negociar con Estados Unidos para evitar la entrada en vigor del nuevo arancel del 50% anunciado por Donald Trump. El gravamen, previsto para el 1 de agosto, golpea directamente a las exportaciones brasileñas y podría desencadenar una escalada comercial con consecuencias graves para la economía del país sudamericano.
Si la Casa Blanca no da marcha atrás, Lula advirtió que aplicará una medida equivalente a las importaciones estadounidenses, en un gesto de reciprocidad que busca mostrar firmeza pero también contiene riesgos: el informe del banco BTG Pactual alertó que una guerra arancelaria afectaría no solo el comercio bilateral sino también la inflación, la inversión y el empleo en Brasil.
El miércoles, Lula había publicado en X (Twitter): “Ante la declaración pública del presidente estadounidense, Donald Trump, es importante enfatizar: Brasil es un país soberano con instituciones independientes que no aceptarán el control de nadie; los procesos legales contra quienes planearon el golpe de Estado son competencia exclusiva de los tribunales brasileños y, por lo tanto, no están sujetos a ningún tipo de interferencia o amenaza que viole la independencia de las instituciones nacionales; en el contexto de las plataformas digitales, la sociedad brasileña rechaza el contenido de odio, el racismo, la pornografía infantil, las estafas, el fraude y los discursos que violan los derechos humanos y las libertades democráticas; en Brasil, la libertad de expresión no debe confundirse con la agresión ni con las prácticas violentas. Para operar en nuestro país, todas las empresas nacionales y extranjeras están sujetas a la legislación brasileña”.
Una medida con fuerte impacto económico
La reacción brasileña fue proporcional al tamaño del golpe. Según BTG Pactual, la decisión de Trump podría provocar una pérdida de hasta US$13.000 millones en 2026, lo que representa el 0,6% del PBI brasileño y casi un tercio de lo que Brasil exportó a Estados Unidos en 2024 (US$41.000 millones). Si se eliminan todas las excepciones arancelarias, como las del petróleo, el impacto treparía a US$14.000 millones.
La estimación para 2025 es de una reducción de US$7.000 millones, el 0,3% del PBI, dado que el arancel entra en vigencia en agosto y sus efectos más fuertes se verán recién al año siguiente.
BTG Pactual subrayó que la medida rompió con el tratamiento dado a otros países y fue impulsada más por motivaciones políticas que económicas: Trump hizo alusión al proceso judicial que enfrenta Jair Bolsonaro en Brasil y a restricciones locales a las redes sociales, lo que sugiere un uso geopolítico de la política comercial.
Un retroceso en la relación bilateral
Estados Unidos es desde hace décadas el principal destino de las exportaciones brasileñas de alto valor agregado y el segundo mercado en términos generales, detrás de China. Sin embargo, su participación en el comercio exterior de Brasil cayó del 25% en el año 2000 al 12% en 2024, y el nuevo arancel podría acentuar esa tendencia.
El informe advierte que el efecto más dañino no será el flujo comercial directo sino el deterioro de la relación bilateral y el aumento de la incertidumbre regulatoria, con impacto negativo en la confianza de los inversores.
De hecho, el arancel promedio efectivo para los productos brasileños pasará del 1,3% en 2024 al 37,2% en 2025, según estimaciones del banco. Las patronales ya levantaron la voz: la Confederación Nacional de la Industria (CNI) calculó que unas 10.000 empresas se verán afectadas en su competitividad.
Empleo, salarios y un Gobierno en alerta
Brasil teme una caída de la producción y un aumento del desempleo. La CNI recordó que por cada R$1.000 millones (unos US$180 millones) exportados, se crean 24.300 empleos y se generan salarios por R$531 millones (US$95 millones).
Aunque los efectos pueden variar según el sector, el golpe sería más duro en la industria: acero, aluminio, aviación y bienes industriales no cubiertos por tarifas específicas serán los más afectados. La empresa Embraer, símbolo de la industria aeronáutica brasileña, sufrió una caída en sus acciones tras el anuncio.
En cambio, el sector agropecuario podría amortiguar el golpe, por su competitividad y capacidad de buscar nuevos compradores. Así lo señaló el economista Paulo Feldmann, de la Universidad de São Paulo (USP), mientras que su colega Renan Pieri, de la Fundação Getúlio Vargas, advirtió que el nuevo arancel ya redujo expresivamente las exportaciones a EE.UU. y podría tener un efecto directo sobre el desempleo.
Lula entre la cautela y la presión interna
El anuncio de Trump tomó por sorpresa a Brasil. En el primer semestre, el país había destinado un 12% de sus exportaciones al mercado estadounidense. El Gobierno de Lula respondió con rapidez, aunque sin mostrar aún detalles de la represalia prometida.
Para Pieri, el Presidente actuará con prudencia: las exportaciones brasileñas tienen bajo peso relativo en EE.UU., mientras que muchas importaciones estadounidenses son difíciles de sustituir para Brasil. En otras palabras, un juego de suma cero podría costarle más al país sudamericano.
Además, los analistas no descartan que el arancel finalmente no entre en vigencia en agosto o que su aplicación sea postergada, como ha sucedido con otros anuncios de Trump. Aun así, el clima de incertidumbre ya está instalado y podría acelerar un reordenamiento del comercio exterior brasileño.
En ese sentido, BTG Pactual apuntó que Brasil cuenta con otros socios para mitigar el impacto, y la coyuntura podría fortalecer los vínculos con China y con la Unión Europea, con quien el Mercosur busca cerrar un acuerdo de libre comercio.
“Brasil tiene varias alternativas”, insistió Feldmann, en un mensaje que Lula parece compartir, pero que deberá equilibrar con las presiones internas de los sectores industriales, los sindicatos y los inversores, que exigen una respuesta firme pero no suicida.
EFE