Hace un año entró en vigor el alto el fuego entre Israel y el grupo chií libanés Hezbollah, pero los ataques israelíes no cesaron en este tiempo y en las últimas semanas se intensificaron, no solo contra objetivos de la milicia chií, sino contra presuntos blancos del movimiento palestino Hamas en suelo libanés.
La organización Armed Conflict Location & Event Data (ACLED) contabilizó más de 2.200 ataques entre el 27 de noviembre de 2024 (fecha que marca el comienzo del cese de hostilidades) y mediados de este mes, siendo ataques aéreos casi la mitad de ellos. ACLED destacó la intensidad de los ataques el pasado octubre, lo cual “aumenta los temores de que Israel pueda estar desplazando su atención hacia Líbano después de que fuera acordado el alto el fuego en Gaza”, el 10 de octubre.
Desde que el alto el fuego entró en vigor en Líbano, los ataques israelíes mataron al menos a 127 civiles, además de haber dañado o destruido infraestructura civil, incluidas viviendas, rutas y fábricas, según el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. La incesante violencia también mantiene a más de 64.000 personas desplazadas de sus localidades en el sur del país árabe, de donde huyeron cuando las tropas israelíes invadieron Líbano en octubre de 2024.
El domingo pasado Israel bombardeó los populosos suburbios del sur de la capital, Beirut, por primera vez en varios meses y asesinó al líder militar de Hezbollah, Haytham Ali Tabatabai, que había asumido ese papel después de que los ataques selectivos israelíes acabaran con toda la cúpula del movimiento chií el año pasado –incluido su máximo líder, Hasán Nasralá–. Junto a Tabatabai murieron otras cuatro personas y una treintena resultó herida, según las autoridades sanitarias de Líbano.
La comunidad internacional está dejando al Gobierno libanés en una posición muy precaria, en la que no puede defender a su pueblo
En respuesta a ese ataque y mostrando su impotencia, el presidente del país árabe, Joseph Aoun, pidió una intervención internacional para evitar una mayor escalada a manos de Israel: “El Líbano, que se ha adherido al cese de hostilidades durante casi un año y ha presentado una iniciativa tras otra, renueva su llamamiento a la comunidad internacional para que asuma su responsabilidad e intervenga con firmeza y seriedad para detener los ataques contra el Líbano y su pueblo”, dijo en un comunicado.
Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, defendió el ataque selectivo contra el número dos de Hezbollah y aseguró que Israel no permitirá que la milicia chií “reconstruya su poder” y “vuelva a representar una amenaza” para Israel. Su gobierno y el Ejército amenazaron reiteradamente con reanudar su ofensiva contra Líbano si Hezbollah no acepta desarmarse y retirarse por completo del área entre la frontera libanesa-israelí y el río Litani, situado al norte de la divisoria.
En esa zona, está desplegada la misión de paz de la ONU en Líbano (FPNUL), que contabilizó el año pasado unas 10.000 violaciones del acuerdo de alto el fuego (7.500 de ellas aéreas y casi 2.500 terrestres) solo en su área de operaciones. Una de las más recientes, denunciada por la FPNUL y también por España, fue un ataque israelí contra cascos azules españoles que patrullaban en esa región.
Más ataques y amenazas
Jean Kassir, experto en Líbano del Instituto Tahrir para la Política de Oriente Medio, considera que el ataque del día 23 contra el jefe militar de Hezbollah marca una escalada de la violencia, sobre todo por las declaraciones de los dirigentes israelíes que indican la voluntad de ir a más. “No es solo una de las violaciones casi diarias que han estado ocurriendo desde la firma del alto el fuego. Atacando Beirut días antes de la visita del papa León XIV a Líbano [prevista entre el 30 de noviembre y el 2 de diciembre] Israel también indicó que está dispuesto a mantener la presión sobre Hezbollah”, afirmó Kassir.
Explicó a elDiario.es que el asesinato de Tabatabai también hay que entenderlo en el contexto nacional, en el cual el Gobierno y el Ejército libaneses están aplicando un plan para desarmar a Hezbollah –aprobado oficialmente a principios de septiembre–, sometidos a fuertes presiones de Estados Unidos, que impuso el acuerdo de alto el fuego y también la exigencia de desarmar al movimiento chií considerado terrorista por Washington.
“A pesar del anuncio del Gobierno de monopolizar el uso de las armas y, de forma implícita, empezar a desarmar a Hezbollah, no ha habido gestos de buena voluntad por parte de Israel ni ha reducido sus ataques”, señaló el analista del instituto con sede en Washington. Kassir afirmó que el Ejército libanés está cumpliendo con su parte del trato, tomando posiciones al sur del río Litani y requisando armas, pero “está en una postura muy difícil y con poco margen de maniobra”.
A pesar del anuncio del Gobierno de monopolizar el uso de las armas y empezar a desarmar a Hizbulá, no ha habido gestos de buena voluntad por parte de Israel ni ha reducido sus ataques
A mediados de octubre, los jefes militares de EEUU, Francia y la FPNUL certificaron que las Fuerzas Armadas de Líbano estaban llevando a cabo de forma exitosa el proceso de desarme y habían retirado unos 10.000 cohetes, casi 4.000 misiles y más de 200.000 restos de municiones sin explotar en el sur de Líbano desde la entrada en vigor del alto el fuego.
Sin embargo, Kassir señala que “la comunidad internacional está dejando al Gobierno libanés en una posición muy precaria, en la que no puede defender a su pueblo y tampoco puede obtener legitimidad a través del proceso de monopolizar el uso de las armas”. El experto agrega que, en esta situación, una parte de la ciudadanía podría pensar que no hay alternativa a Hezbollah frente a la agresión y ocupación de Israel, a pesar de que muchos libaneses apoyan el proceso para desarmar al grupo.
“Se le está pidiendo al Gobierno que retire las armas [de Hezbollah], sin ninguna garantía de que Israel va a detener sus ataques”, añadió, denunciando que esta falta de garantías y las continuas violaciones israelíes de la soberanía libanesa afectan a la credibilidad de las autoridades, ya de por sí debilitadas por varios años de crisis institucional, financiera y política. “Es bastante peligroso y contraproducente”, adviertió Kassir desde Beirut.
Si bien el experto no se atrevió a vaticinar si Israel lanzará una nueva ofensiva a gran escala contra Líbano, dice que hay “señales” de que el pequeño país mediterráneo se encamina hacia una escalada, con base en “lo que vienen amenazando los israelíes en las últimas semanas”.
Un Ejército sin recursos frente a Israel
El frágil alto el fuego que entró en vigor el 27 de noviembre de 2024 puso fin a un conflicto de más de un año de duración que dejó 4.000 muertos, 16.000 heridos y 1,2 millones de desplazados en Líbano. Las deslegitimadas y depauperadas instituciones no han podido reconstruir los edificios destruidos por Israel ni tienen la capacidad de apoyar a la población afectada. Ahora intentan a toda costa evitar una nueva guerra de alta intensidad.
El presidente Aoun pidió el 22 de noviembre –en su discurso por el día de la independencia de Líbano– la retirada de Israel de las cinco posiciones que mantiene en suelo libanés, pero se mostró conciliador con el vecino que en las pasadas décadas invadió Líbano en más de una ocasión y le declaró varias veces la guerra. También solicitó ayuda y supervisión internacionales para garantizar que el ejército asume el control de la zona fronteriza y consigue hacerse con todas las armas que hay en el país –no solo en manos de Hezbollah–.
Aoun es consciente de la debilidad de sus militares (fue el jefe del Ejército antes de ser elegido presidente en enero de 2025) y de una institución que depende en gran medida de las donaciones de Estados Unidos y Qatar. Precisamente por la presión de Estados Unidos y la necesidad de demostrar que puede controlar el país, las Fuerzas Armadas incluso se embarcaron en el desarme de las milicias palestinas presentes en Líbano, en concreto, en los campos de refugiados palestinos, donde viven casi medio millón de personas –según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, aunque se cree que el número es superior–.
Se le está pidiendo al Gobierno que retire las armas [de Hizbulá], sin ninguna garantía de que Israel va a detener sus ataques
Las autoridades de Beirut quieren evitar que Israel tenga cualquier pretexto para seguir atacando suelo libanés, tal y como está haciendo desde el comienzo del genocidio en Gaza. Los intensos bombardeos contra la Franja a partir del 7 de octubre de 2023 provocaron la rápida reacción de Hezbollah, que empezó al día siguiente a lanzar cohetes hacia territorio israelí, tratando así de desviar la atención y recursos del ejército israelí.
El ataque más letal que perpetró Israel durante el alto el fuego fue precisamente contra el campo palestino de Ain el Helu, en la localidad meridional de Sidón, que acabó con la vida de 13 personas, incluidos 11 niños, según datos de la ONU. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos denunció que todas las víctimas fueran civiles y señaló que ese hecho indica que “el ataque militar de Israel puede haber violado la ley humanitaria internacional”.
El Ejército israelí aseguró en ese momento que había atacado un “complejo militar utilizado por terroristas de Hamas para maniobras de entrenamiento para planear y llevar a cabo ataques terroristas”, sin ofrecer evidencias. Por su parte, Hamas negó esas acusaciones y afirmó que el objetivo era un centro deportivo público de Ain el Helu, “frecuentado por jóvenes del campamento y conocido por todos sus residentes”, y que las víctimas fueron un grupo de jóvenes que se encontraban en el lugar pero que no tenían vinculación con el movimiento islamista.
No era la primera vez que Israel atacaba supuestos objetivos de Hamas en Líbano, donde el grupo tiene cierta presencia y cuyos milicianos se niega a entregar las armas al Ejército libanés, de momento. En enero de 2024, un bombardeo israelí mató al número dos de la oficina política de Hamas, Saleh al Arouri, en Beirut. Fue el asesinato del más alto cargo del movimiento islamista en suelo libanés, después del ataque selectivo que acabó con la vida de su máximo dirigente político, Ismail Haniyeh, en julio de 2024 en la capital iraní. Según ACLED, Israel ejecutó más de 40 ataques contra las facciones palestinas en Líbano desde octubre de 2023.