Los bomberos comenzaron con la instalación de la estufa en la Capilla Sixtina de la que saldrá la fumata para anunciar los resultados de la votación del cónclave. Empiezan a descontar los días para el comienzo de la elección y no solo los preparativos adquieren ritmo. También la actividad de los cardenales, en público y entre bambalinas.
Tras el descanso de este 1 de mayo, en el que no hubo congregaciones generales pero sí muchas reuniones a puerta cerrada, en casas cardenalicias, monasterios –e incluso online– se reanudaron las reuniones, en las que ya comienzan a delinearse más claramente perfiles y grupos. Da la sensación, apunta un purpurado a elDiario.es, que los cardenales decidieron “apretar el acelerador” para llegar al 7 de mayo, día del comienzo del cónclave, con bloques y candidatos perfectamente definidos.
Por el momento, los “papables” continúan siendo los mismos que, con ciertos vaivenes, la prensa lleva señalando hace unos días. El italiano Pietro Parolin continúa estando a la cabeza, seguido por el filipino Luis Antonio Tagle, el italiano Matteo Zuppi o el estadounidense Peter Turkson. Las opciones de los conservadores se limitan, al menos en lo que se señala en público, al húngaro Peter Ërdo o al sueco Anders Arborelius. Pero esto no significa que los grupos de presión se hayan estado quietos. Ni mucho menos.
La cumbre de los ultras
De hecho, tal y como relata La Stampa y pudo confirma elDiario.es, ya se produjo una primera cumbre ultra en casa del norteamericano Leo Burke, una de las grandes estrellas del ala conservadora en el Vaticano. El cardenal, asesor de Steve Bannon desde el primer mandato de Donald Trump y uno de los mayores críticos al pontificado de Francisco –llegó a acusarlo de herejía– recibió a un grupo de cardenales aprovechando la jornada de descanso en las congregaciones generales con motivo del Día Internacional del Trabajo.
En 2023 el Papa retiró la asignación que le correspondía a Burke como alto cargo de la Curia, y se le pidió que abandonara su apartamento en Via Rusticucci, a pocos pasos de la plaza de San Pedro. Al parecer, Burke continúa viviendo en la lujosa residencia, en la que suelen alojarse altos personajes de la curia, aunque ahora pagándoselo de su bolsillo. O del de sus benefactores del movimiento MAGA, uno de los grandes grupos de presión en este precónclave.
El grupo de los ultraconservadores está comenzando a tomar conciencia de la dificultad de imponer un candidato netamente tradicional, que revierta las reformas emprendidas por el pontificado de Francisco. Son muchos en el Vaticano los que dan por hecho que el “legado Bergoglio” continuará, al menos en lo que se refiere a la sinodalidad, la prioridad por los pobres y descartados y el diálogo con los alejados.
Expertos y religiosos presentes en los corrillos estos días interpretan que el sector ultraconservador se está convenciendo de que no es el momento para un antibergoglio en el solio pontificio, y que sus líderes –el propio Leo Burke, el guineano Robert Sarah, el alemán Gerhard Müller, el chino Joseph Zen, el italiano Beniamino Stella– pueden estar tratando de aglutinar sus votos en torno a un candidato que tenga suficiente consenso antes de entrar en la Sixtina. Todos los caminos llevan a Pietro Parolin.
45 apoyos iniciales
Según fuentes cardenalicias, el secretario de Estado podría llegar al cónclave con unos 45 apoyos, 15 más de los que tuvo el candidato más votado en la primera elección de 2013, monseñor Angelo Scola (Bergoglio fue subiendo tras un primer escrutinio con 26). Una cantidad no suficiente, pero sí muy importante, especialmente si desde el principio no surge un candidato del sector partidario de profundizar la renovación emprendida por Francisco.
Aquí entraría en juego el grupo de ultraconservadores, que podría sumar en torno a una decena de votos –son más los mayores de 80 en este sector, que los que entrarán en la Sixtina– con la condición (no escrita, pues este tipo de pactos están expresamente prohibidos por las reglas del cónclave) de que elija como secretario de Estado a alguien de su cuerda; en concreto, el húngaro Peter Ërdo.
Desde la casa de Burke se lanzan mensajes online a cardenales, pero también a medios de comunicación, refiriéndose a los criterios apuntados en la web de Edward Pentin, en la que se evalúan los perfiles de los papables en función de su defensa de la doctrina: ordenación de mujeres diáconos, bendición de parejas homosexuales, el celibato opcional, las misas en latín, el acuerdo Vaticano-China o el proyecto de Iglesia 'sinodal'.
La “herida” de los abusos sexuales
Más de 180 cardenales volvieron a encontrarse este viernes en la octava congregación general, con unos 120 electores presentes, aunque ya casi todos están en Roma. Quedan solo cuatro por llegar, si descontamos los dos que ya anunciaron que no participarán del cónclave por cuestiones de salud: el español Antonio Cañizares y el arzobispo emérito de Nairobi, el keniata John Njue.
A lo largo de dos horas y media, hablaron 25 purpurados, que aterrizaron algunas cuestiones. La fundamental, el debate sobre los abusos sexuales y los escándalos financieros en la Iglesia católica, “una herida abierta que hay que cerrar”, y encontrar la fórmula de hacerlo. Se trata de un tema espinoso sobre todo estos días a causa de la polémica por el flagrante desafío de Juan Luis Cipriani, el cardenal del Opus sancionado por el Papa tras una acusación de abusos sexuales que está participando de las congregaciones y se pasea por el Vaticano vestido de cardenal cuando tiene una prohibición expresa de hacerlo.
El portavoz vaticano Matteo Bruni se sacudió como pudo las preguntas sobre Cipriani, sin ofrecer más información de la que ya se dio, con cuentagotas, en los últimos días. “Todos los cardenales tienen derecho a participar, salvo impedimento expreso”, insistió. Y rechazó confirmar si algún participante de la reunión había hecho referencia a la presencia de Cipriani cuando se habló de abusos. “Una cosa son las congregaciones y otra el cónclave”, matizó. Cipriani no tiene derecho a participar del cónclave porque es mayor de 80 años.
La organización estadounidense Bishop Accountability, que se ocupa de recopilar casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes y ayudar a las víctimas, acusó este viernes a dos papables en el próximo cónclave, el secretario de Estado, Pietro Parolin; y el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, de no actuar ante los casos de abusos.
El grupo, que convocó una rueda de prensa este viernes en Roma, aseguró que “ningún funcionario eclesiástico en el mundo desempeñó un papel tan central en mantener oculta la información sobre delitos sexuales dentro del Vaticano como el cardenal Parolin”.
Mientras que sobre Tagle, actual proprefecto del dicasterio de la Evangelización y exobispo de Manila, dijo que “a pesar de hablar con elocuencia sobre la sanación de las heridas de las víctimas de abuso sexual por parte del clero”, sin embargo “ha sido ineficaz para mejorar la difícil situación de las víctimas de abuso sexual en la iglesia filipina.
En lo que sí fue claro Bruni fue en el desmentido de informaciones que sugerían una salud frágil cardenal Pietro Parolin, y que hablaban incluso de un desmayo el pasado miércoles. “No, no ha ocurrido. No es cierto”. Ante la pregunta sobre una posible intervención de médicos o enfermeros, la respuesta fue igual de rotunda: “No, en absoluto”.
Entre polémicas, desmentidos e intrigas avanza la semana previa al cónclave, ya con la chimenea instalada –los trabajos no terminaron– en la Capilla Sixtina. ¿Habrá pruebas de la fumata?, preguntaron los periodistas a Matteo Bruni en la rueda de prensa diaria. “Seguramente”, contestó, aunque no aclaró cómo ni cuándo.