La guerra en Ucrania

Zelenski, más vulnerable que nunca

Iñigo Sáenz de Ugarte

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Zelenski abandonó la camiseta verde oliva típica de los uniformes militares en su vestuario. Ahora viste todo de negro, lo que mantiene su imagen de comandante en jefe de un país en guerra al prescindir del traje y corbata convencionales de los dirigentes de un Estado. Fue una de las concesiones que hizo en su última visita a la Casa Blanca. Cualquier cosa con tal de impedir que Donald Trump vuelva a su idea de que las cartas del presidente de Ucrania son muy malas en su guerra contra Rusia.

Su viaje a España forma parte de una gira europea que se produce en uno de sus peores momentos desde el comienzo de la invasión rusa. Un escándalo de corrupción impactó de lleno a dos de sus ministros y a un antiguo socio profesional suyo, uno al que la guerra contribuyó a enriquecer. Los rusos se han hecho con el control de la ciudad de Pokrovsk, o están a punto de conseguirlo, donde las fuerzas militares de ambos bandos han combatido los últimos dieciocho meses. Las necesidades financieras del Estado ucraniano son más acuciantes que nunca y los países europeos no encontraron una fórmula (legal) que permita utilizar los activos financieros rusos congelados en Europa.

Desde el inicio del conflicto, los gobiernos europeos insistieron a Volodímir Zelenski que la lucha contra la corrupción –un fenómeno endémico en ese país desde la recuperación de la independencia– era esencial para que la ayuda multimillonaria no perdiera el apoyo de la opinión pública de sus países. No se puede decir que este año haya sido muy alentador.

En julio, los servicios de inteligencia detuvieron a varios de los integrantes de la oficina anticorrupción con el argumento de que había sido infiltrada por espías rusos. Era la primera parte del plan de Zelenski. Al día siguiente, reclamó al Parlamento que aprobara los cambios legislativos necesarios para que esa oficina perdiera su independencia del poder ejecutivo, también con el mismo argumento, impedir que cayera en manos del enemigo.

Las manifestaciones de protesta y las presiones de los gobiernos europeos le obligaron a rectificar. Meses después, se ha sabido lo que estaba en juego y lo cerca que esas investigaciones estaban del círculo personal del presidente. Esta semana, los responsables de las pesquisas hicieron públicas las pruebas. Altos cargos estaban recibiendo sobornos a cambio de dar luz verde a contratos de construcción con los que reforzar la seguridad de la infraestructura energética frente a los ataques rusos.

“Cómo están robando al país los amigos del presidente en la guerra”, tituló un periódico de la oposición. Mientras los ciudadanos sufren las consecuencias de los apagones causados por los ataques a la deteriorada red eléctrica, personas muy cercanas al presidente se estaban enriqueciendo.

Zelenski se vio obligado a forzar la dimisión de los ministros de Justicia y Energía. Es más relevante que decidiera imponer sanciones económicas a Timur Mindich, amigo personal y dueño de la productora televisiva que fundó el presidente en su etapa de actor cómico. Mindich fue quien le prestó su coche blindado para la campaña electoral que le llevó a la presidencia. Zelenski celebró su fiesta de cumpleaños de 2021 en un apartamento propiedad del empresario.

Los investigadores acusaron a Mindich de jugar un papel clave en la estafa por un valor de cien millones de dólares y anunciaron que había huido a Austria pocas horas antes del registro de su casa, seguramente alertado por policías corruptos.

Atrás quedó lo que no podía llevarse consigo. La acusación filtró el contenido de las conversaciones grabadas a los protagonistas de la trama y la foto de uno de los baños de la vivienda de Mindich en el que se puede apreciar un inodoro y un bidé chapados en oro. Además de las inevitables bolsas llenas de dinero en efectivo habituales en los domicilios de los miembros de una red corrupta.

El frente de batalla tampoco ha ofrecido noticias buenas en el último año. La capacidad ucraniana de montar y ejecutar una gran contraofensiva es prácticamente nula. Los rusos continúan aprovechándose de su superioridad a la hora de sustituir los soldados muertos o heridos con fuerzas de refresco. Los combates en torno a la ciudad de Pokrovsk –60.000 habitantes antes de la guerra y un punto con valor estratégico– se han dilucidado en favor de las tropas rusas.

Al igual que ocurrió en Bakhmut en 2023, Zelenski y la cúpula militar deben decidir si reducen las pérdidas ordenando la retirada cuando aún es posible o seguir gastando vidas de soldados de los que no pueden prescindir en otros lugares del frente.

El avance ruso es, sin embargo, extremadamente lento y costoso en vidas humanas. Esto último no preocupa en Moscú mientras conserve su capacidad de reclutar más de 30.000 nuevos reclutas al mes gracias a los generosos sueldos ofrecidos en las zonas más pobres del país. Se prevé que el Gobierno alcance este año el objetivo de reclutamiento de 403.000 efectivos, según cifras de The Economist basadas en fuentes de la inteligencia militar ucraniana, ligeramente por debajo de los 420.000 de 2024.

Antes de llegar a Madrid, Zelenski estuvo en París donde firmó un acuerdo de compra de material militar que incluye cien cazas Rafale, misiles de defensa antiaérea, radares y drones. Lo que no está claro es cómo pagará Ucrania un contrato que alcanzará varios miles de millones de euros.

El proyecto de conceder a Kiev un crédito gigantesco sin intereses avalado por los 140.000 millones de euros del banco central ruso congelados en Bélgica sigue paralizado por el deseo belga de que todos los países europeos se hagan corresponsables de esa operación, para el caso de futuras reclamaciones rusas en los tribunales, y el rechazo de Eslovaquia a esta opción. La idea se basa en que no parezca que se trata de una confiscación de activos del Estado ruso cuando se trata precisamente de eso.

En la rueda de prensa posterior a la reunión en Moncloa, Pedro Sánchez se mostró a favor de una medida que aún lleva un año discutiéndose: “Los activos rusos congelados deben ser utilizados para reconstruir Ucrania”.

Sánchez anunció una ayuda extra de 200 millones de euros que se destinarán a la reconstrucción de Ucrania y el compromiso de gastar 615 millones en ayuda militar (estos últimos están dentro de los mil millones prometidos hace meses). Cien de esos millones se emplearán en comprar material militar a Estados Unidos con destino a Kiev. Zelenski comentó que la mayor parte del gasto se dedicará a los Patriot y otros sistemas de defensa antiaérea.

Después de visitar Turquía, Zelenski regresará a su país con el mensaje de que los problemas internos no han puesto en peligro su estatus de interlocutor privilegiado de los países europeos, de alguien con capacidad para obtener la ayuda militar que el país necesita. La oposición y los medios de comunicación se ocuparán de recordarle que la corrupción no es un asunto del pasado, sino que están implicadas personas que han sido muy cercanas a él. No le bastará con prescindir de dos ministros.