Después de las urnas: el peronismo frente al desafío que debe resolver
Las elecciones del domingo 26 de octubre arrojaron, contra la mayoría de los pronósticos y las propias expectativas del gobierno, un claro triunfo para Javier Milei. Con un bajo nivel de participación, los resultados evidenciaron también una profunda polarización entre los armados provinciales de La Libertad Avanza y las diversas propuestas del peronismo alrededor del país. Los resultados favorables al oficialismo nacional se explican fundamentalmente por dos motivos. En primer lugar, el éxito de su campaña del miedo donde una victoria peronista implicaba la terminación abrupta de la asistencia de los Estados Unidos, un estallido económico y, siempre según su relato, el retorno del kirchnerismo. En segundo término, la incapacidad del peronismo para articular, además de una oposición férrea al gobierno, una idea diferente de país que mire al futuro y conecte con las necesidades de este tiempo. Por eso, para quienes integramos el peronismo nos resulta necesario pensar cuáles son las tareas inmediatas a las que debemos abocarnos si, además de criticar y oponernos a las medidas y acciones del gobierno, queremos volver a ser una alternativa para la mayoría del país.
El resultado de las elecciones no esconde las debilidades del gobierno de Milei. El escándalo de $LIBRA, las presuntas coimas en ANDIS o las vinculaciones de referentes libertarios con financiamiento proveniente de personas de investigadas por narcotráfico, conviven con una sociedad donde, a pesar de los datos sobre menores niveles de inflación, una porción creciente de las familias no llegan a cubrir alquileres, alimentos, servicios o medicamentos. Bajo su lema de déficit cero y el fin de los curros de la política, el gobierno libertario atacó con recortes presupuestarios y con represión callejera a jubilados, discapacitados, médicos y docentes universitarios. El gobierno anarco-capitalista y anticasta perdió su frescura al llenar las listas con viejos apellidos de la política y redujo su campaña electoral en un ya agotado discurso antiperonista. Al mismo tiempo, no conforme con dilapidar su capital político inicial, y ante el fracaso de su plan económico, resignó también cualquier margen de maniobra a futuro al entregar todas las decisiones trascendentes a Donald Trump, Scott Bessent y el armado politico a Barry Bennet.
Ahora bien, LLA fue la única fuerza que presentó oferta electoral bajo el sello propio en las 24 jurisdicciones del país. Con listas llenas de ex modelos, artistas, ex peronistas, el único activo que tuvo la campaña fue la figura de Milei. Esto transformó unas elecciones de medio término en una campaña nacional de plebiscito al gobierno. Sin embargo, del otro lado, el peronismo no nacionalizó la campaña y la dejó casi en un segundo plano para estar expectantes del desenlace de la crisis económica del gobierno. A su vez, la falta de una propuesta nacional peronista resultó en la provincialización de algunos proyectos políticos. Pese a ello, Fuerza Patria se conformó nuevamente como la herramienta de los votantes para castigar a LLA, pero lo que en septiembre alcanzó para triunfar en la provincia de Buenos Aires, en octubre no fue suficiente. En los largos dos años que faltan para 2027 el peronismo tiene que avanzar en un programa claro para resolver los problemas al núcleo central de la sociedad. Ya no basta con poner el eje en una construcción de oposición frontal a Milei o con la unidad de todas las tribus. Hay que hacer cambios profundos: de ideas, métodos y referencias.
La magnitud del daño que el gobierno le está generando a la Argentina puede medirse en el endeudamiento, pero también en la destrucción de su infraestructura a través de la falta de obra pública y el ataque permanente a la industria nacional. Desde el peronismo tendremos la oportunidad de elegir entre reconstruir la imagen del pasado o avanzar hacia el futuro. La campaña de 2023 demostró que nadie pelea para defender derechos que nunca tuvo.
¿Cómo nos conectamos con esta nueva era si no le hablamos a los más de 10 millones de argentinos que no trabajan en la formalidad? Miles de trabajadores de plataformas,vendedores ambulantes, cuidadoras de niños y ancianos y decenas de ramas precarizadas de la industria y el comercio desarrollan sus actividades por fuera del marco de la economía formal. Si no discutimos y pensamos cómo darle derechos a casi el 40% de los trabajadores vamos a seguir desconectados de nuestro aquí y ahora.
Ahora que las elecciones de medio término finalizaron, empieza otro partido. El padecimiento de la sociedad es tan profundo que el peronismo podría pagar muy caro confundir la estrategia electoral con la construcción de poder político que le permita reconstruir el país. Para ello es necesaria otra ingeniería política (no un frente electoral), un proyecto nacional que incluya a las fuerzas políticas provinciales y no se piense sólo desde el AMBA. Un armado que incorpore a los actores relevantes y sus mediaciones: movimientos sociales, sindicatos, cámaras empresarias y sectores del campo.
Desde el peronismo y el campo popular, creemos que quienes están en las calles, a veces de forma multitudinaria como en las marchas universitarias y otras de forma constante como los jubilados cada miércoles, necesitan un canal de expresión electoral que permita soñar con algo más recambio de gobierno. Del mismo modo, la militancia que a pesar de todo sigue activa en los barrios populares resistiendo a la destrucción del tejido social, merece ser protagonista de un proyecto que supere las rencillas por cargos y encare la discusión por la construcción de poder para transformar profundamente nuestra patria.
El autor es dirigente nacional del Movimiento Evita
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