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Opinión

Cómo evitar una “Amalia Granata trans” en las listas

Franco Torchia

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Travas en las bancas de Callao y Rivadavia. Ahora que de integración laboral travesti - trans se trata; ahora que la casta político-partidaria de la Argentina dejó bien expuestas las vacantes legislativas para todo aquel que no sea tan “normaloide” como ella, la imaginación dirigencial pugna por listas electorales con representantes de la población a la que la flamante norma viene a asistir. 2021 será el año de la llegada al Poder Legislativo de la Nación de -por lo menos- alguna diputada trans. Por lo menos. Y el “una” y no el “une” obedece, claro, a la probabilidad, porque paradójicamente o no, en el país de Tehuel la ultrafeminización de las identidades disidentes manda.

La historia de la militancia travesti - trans es frondosa. Los nombres, muchos. Las pérdidas, incontables. Las posibles candidatas, varias. ¿El peligro? La opción farandulesca: apostar por alguna “Amalia Granata trans”. Si los aparatos partidarios se limitan a repasar la nómina de las mujeres no cis que han encontrado en el circo cierta chance de desarrollo y se preparan para extraer de su fama la rimbombancia de un nombre por todes conocido, la estrategia será propia de un extractivismo travesti. Y lo que es aún más grave, el trabajo histórico de decenas de notables dirigentes de marcada trayectoria habrá sido declinado en favor de una esteleridad que tranquilice a las mayorías. 

El trabajo histórico de decenas de notables dirigentes de marcada trayectoria habrá sido declinado en favor de una esteleridad que tranquilice a las mayorías

Un riesgo semejante encuentra antecedentes obvios en la promoción política de muchas mujeres televisadas: Irma Roy en el peronismo, Pinky en el PRO, las especialistas en jubilaciones y columnistas de noticieros María América González y Mirta Tundis (porque a la “clase pasiva” mejor que se le hable con la “dulzura de las mujeres”) y la candidatura finalmente testimonial de Nacha Guevara en 2009. Ahora, Cinthia Fernández. ¿Con qué fines? La marquesina distrae y ahorra explicaciones. La fama colma el espacio y es el territorio por default de “las distintas”, figuras de excepción en una regla de machos al volante y cuadros políticos femeninos que costaría décadas imponer. Con las personas travestis y trans se suma, además, la culpa: la historia partidaria y gremialista local está colmada de asados varoneros en los que “cogerse al travelo” fue (y es) el chiste, la acusación o el desenlace más frencuente. Nadie resiste archivo y el archivo, ahora, se manda a destruir. 

A la vez, claro, la devaluación de la palabra: cuando une famose diserta o reclama, la imagen anula al discurso. Y el discurso es absorbido como palabrerío tributario del batifodo del espectáculo. La lógica del sketch y el caso Miguel del Sel: termina mal o muy mal. Para actores y actrices, es una salida laboral transitoria. Para líderes políticos, un reconocimiento explícito de sus deficiencias. 

 Por eso, hacia el interior de las organizaciones LGBTTIQ+, el objetivo es que en nombre de la representación institucional lleguen a la Cámara de Diputados de la Nación y también a los concejos deliberantes y las legislaturas provinciales, referentes verdaderamente comprometidas. Sin vidriera y con militancia. Y a diferencia de la experiencia de la activista Paula Arraigada en 2019 -décima en la lista del Frente de Todos para aspirantes a la cámara baja por CABA-, la garantía de acceso esté bastante dada. Como con los puestos de trabajo, los tipos de contratos y las tareas asignadas, en las listas sábana se trata de que a travestis y trans no se las confine al Camino de Cintura. 

Responsable de la agrupación La Nelly Omar, con sede en Parque Chacabuco, Arraigada contó hace días en una entrevista con el periodista Gustavo Pecoraro en la red de podcasts El Vahído que habló con Máximo Kirchner al respecto. Derramar presencias trans y que nadie más hable en nombre de elles. ¿Qué hará la oposición? ¿A quiénes intentarán tentar las otras fuerzas políticas? ¿O concentradas en su electorado ni siquiera harán el esfuerzo? Interpelar sectores minozarizados ¿es sólo una cuestión de sensibilidad y táctica electoral? ¿Qué cambios esperables producirían les desobedientes en las instancias decisoras del Estado?

 La sociedad de la política y el espectáculo murió. O mutó. Los modos de farandulizar el poder ya no apuestan por la relocalización del escenario y que Moisés Ikonicoff alterne entre la Casa Rosada y un show de Jorge Corona, pese a que Macri aún cree que sí y convocó a Alfredo Casero. Si bien los últimos quince años popularizaron expresiones del tipo “actores militantes”, lo cierto es que esos actores y actrices, en su abrumadora mayoría, no ocupan cargos ni entran en las listas. Un ejemplo pavoroso acude al servicio de este viraje: el de Marcelo Tinelli. De la AFA a la Mesa del Hambre y del sueño presidencial al apagón. Como supo expresar alguna vez Charly García cuando le preguntaron si se dedicaría a la política: “No, porque ahora está hecha por especialistas”. 

Que no sea entonces justo a la hora histórica de las travestis y trans que la ocasión no candidatee especialistas y se incline por emergentes de Corrientes esquina Glamour. La sangre derramada no puede ser negociada como en una de Sofovich. 

   FT

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