No hay espacio para la vejez trans

¿Cómo pensamos o nos imaginamos una vejez trans? Durante muchísimo tiempo, nuestro proyecto de vida fue morir jóvenes y bellas en un cajón. Nunca nos proyectamos experimentando una vejez. Después del 2012, con la Ley de Identidad de Género, algo de eso cambió: pudimos empezar a pensar en nuevas posibilidades e incluso vimos subir el índice de esperanza de vida, que pasó de los 35 a los 42 años. Sin embargo, nuestras compañeras menores de 60, se nos siguen muriendo.

Si la vejez es un problema de la sociedad en su conjunto, en tanto que la tercera edad es vista como descarte, imaginate ser una vieja trans. Nosotras, para ser tenidas en cuenta y aceptadas por la sociedad, tenemos que ser jóvenes, chistosas y bonitas, y estar, de preferencia, paradas en una esquina o en un set de TV. No hay un espacio para la vejez trans, no somos tenidas en cuenta. En caso de necesitar cuidado personal, por ejemplo, una persona cis podría llegar a evaluar el ingreso a una residencia para mayores. ¿Cómo se pensaría en meter a una persona trans en uno de estos centros? ¿Querrían aceptarla? ¿Cómo sería tratada? Muchas veces, las personas de nuestra comunidad tienen que hacerse pasar por hombres gays o mujeres lesbianas para ser aceptadas en los geriátricos. Y después, rezar por un buen trato. En Madrid, hace unos años, se hizo conocido un caso que exponía la violencia que lxs trans recibían por parte de las enfermeras de un centro para mayores. Gracias a la viralización de esos registros, se logró la apertura de la Fundación 26 de Diciembre, un espacio de activismo que trabaja para dar visibilización, dignidad y derechos a las personas mayores de la comunidad. Un caso, dentro de miles. 

De cualquier manera, para suponer el ingreso de una persona trans a una residencia para mayores, tendríamos que también suponer que tuvo un trabajo digno toda su vida, que le dio acceso a una jubilación y que con esa jubilación alcanza para cubrir los gastos que trae el ingreso y la estadía en los geriátricos. Y me pregunto: ¿a un jubiladx, el día de hoy, le alcanzaría el dinero? La lógica me dice que no. A una persona trans, menos que menos. Sin dudas, la reparación histórica sería un puente directo para poder vivir una vejez digna, pero en el contexto de la Argentina de hoy día, es una solución cada vez más lejana: si este gobierno le saca la medicación a niñxs en tratamiento oncológico, ¿qué me van a dar a mí?

En estos últimos días, la muerte nos llegó de cerca al Archivo de la Memoria Trans (AMT), con el fallecimiento de Diana Magalí Muñiz. Ella venía sufriendo su vejez trans desde septiembre, cuando inició un derrotero en hospitales, trámites, diálisis, sondas, altas voluntarias, varias internaciones. Bajo una identidad transgénero, toda su lucha fue mil veces más difícil.

Magalí, siendo menor de edad, fue una detenida trans más en los centros clandestinos durante la dictadura y post dictadura en nuestro país. Nunca llegó a declarar ante la justicia y se fue, como muchas de nosotras, sin recibir una reparación por parte del Estado. En el AMT, llegó a capacitarse y logró cosechar todo lo que sembró durante sus últimos años de activismo. Todo su trabajo se vio reflejado en las muestras de afecto y palabras de apoyo que le dedicaron y dedican sus compañerxs y colegas. Maga cumplió 60 años el 9 de febrero, rodeada por su familia y sus afectos. Murió el 19 de febrero.

Buen viaje, Maga, besos a Carla y a todas las chicas.

Preparen la fiesta para el reencuentro. 

P.D.: Desde el Archivo de la Memoria Trans, venimos trabajando hace meses para crear un espacio de contención y reunión para las compañeras trans mayores de 50 años. Nuestro deseo es lograr abrirlo a partir de marzo. Por el momento, lo que puedo adelantar es que nos vamos a manejar con turnos para recibir tanto a las compañeras como a quienes quieran realizar donaciones. El mail para contactarse es espacioamt@gmail.com.

ABC/SN/DTC