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Entrevista

Dante Sica: “No hay margen para la conflictividad social, el Gobierno conserva el apoyo del balotaje”

Dante Sica, exministro de Producción y Trabajo del gobierno de Mauricio Macri.

Juan José Domínguez

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La promesa de recuperación en el segundo semestre no es nueva en la Argentina. En 2016 era la justificación del gobierno de Mauricio Macri a sus medidas de ajuste. Y ahora lo es para la gestión de Javier Milei, quien aplica un ajuste mucho más duro que aquel y con la sociedad más empobrecida pero, al parecer (y para sorpresa de todos), más tolerante.

Dante Sica, exministro de Producción y Trabajo de Macri, también proyecta, como hace ocho años, una recuperación para el segundo semestre aunque sostiene que en algunos sectores será más rápida y para otros, como el consumo, más postergada. Estimó también que para el cuarto trimestre la inflación podría ubicarse en el 4% o 5% mensual y no cree que el tipo de cambio esté atrasado.

En una conversación que tuvo con los periodistas Hernán Cappiello, Ariel Cohen y Juanjo Domínguez en Gambito de Datos (Radio Con Vos), el economista señaló que la fortaleza del Gobierno es el apoyo social que aún conserva en números similares a los del resultado de la elección de segunda vuelta y, por el contrario, el desprestigio de la dirigencia sindical, como consecuencia del cual, sostiene, no hay clima para acciones que promuevan la conflictividad social.

—¿Cómo observa este momento de la economía, con los valores de la macroeconomía tendiendo a ordenarse pero todavía con una recesión y unos precios por fuera de los que la gente puede pagar?

—Este gobierno no cumplió cuatro meses y heredó una situación catastrófica desde el punto de vista de la economía. Entonces, hay que mirarlo a la luz de los primeros resultados. Cuando uno observa este programa, que es una mezcla todavía de medidas de emergencia, un programa de estabilización y liberalización de precios, claramente en términos macro está dando mejor resultado que lo que el consenso esperaba. Por ejemplo, mirando la tasa de inflación y la recuperación de anclas que parecían perdidas. Entre ellas, la persistencia y la firmeza del gobierno en el tema fiscal y la recuperación de las reservas del Banco Central.

—Claro pero la economía sigue en recesión.

—En términos de actividad estamos en el peor momento de la recesión; una recesión que ya había empezado en el último trimestre del año pasado. No es sólo producto del programa que este gobierno está implementando. Y además, obviamente, todo programa de corrección siempre tiene un impacto en la actividad. Hay distintas cuestiones que ya se veían venir de la propia dinámica de la economía y estamos, me parece, en una recesión de una ve corta. En este trimestre es donde estamos viendo los números más fuertes pero ya empieza a haber expectativas respecto de que estamos ya en el piso de esa recesión y en el segundo semestre vamos a tener una recuperación.

—¿Cómo sería esa recuperación?

—Va a estar muy de la mano del sector externo, muy empujada por el sector agropecuario y toda su cadena, muy empujada por el sector energético y de la minería. El consumo va a quedar un poco más rezagado. Esa ve corta que vamos a ver en algunos sectores y que va a movilizar la economía para otros sectores va a ser, yendo a una sopa de letras, una u aplanada. Recién en la última parte del año en sectores especialmente durables vamos a ver recuperación. Y nosotros pensamos que alimentos y bebidas ya en el tercer trimestre deberían empezar a recuperarse porque la gente ya va a empezar a tener mucha más conciencia de, por un lado, cuánto es lo que gana en términos de las recomposiciones salariales, y, por el otro, del set de precios relativos.

—La verdad es que es una alegría escuchar buenas noticias, a juzgar por el escenario que usted plantea. Pero parece que para que esto tenga un impacto en los salarios falta aún más, ¿no?

—Los salarios han caído en forma dramática en los últimos cinco años. Si uno compara el promedio del ingreso salarial, en 2017 estaban US$1.500. En 2023, en US$400. Los sectores informales, que hoy son más de 5,5 millones de trabajadores, perdieron en cuatro años el 35% de los ingresos. Entonces, no es sólo lo que está pasando en estos meses. El único sector donde creció el salario real en los últimos años fue en el sector público. En el sector de asalariados privados formales y en el de salariados informales cayó.

—Ahora empiezan a producirse una serie de conflictos gremiales y este mes aún quedan más ajustes, por ejemplo en las tarifas, ¿Llegamos enteros al último trimestre?

—Hay que ver qué es llegar entero pero, si uno alude a la conflictividad social, los principales actores que teóricamente deberían liderar parte de esa mayor conflictividad están muy desprestigiados. Tenés toda la CGT, que hizo un paro a los 40 días y más que un paro fue una movilización. No veo hoy voluntad de protestas por distintas cuestiones. Pero si uno mira la confianza en las políticas de gobierno, sigue estando igual al resultado del balotaje. Entonces no veo margen, no veo capacidad en los sectores, tanto sindicales como en los movimientos sociales, para poder plantear algún tipo de desorganización o conflictividad social, porque no hay ambiente en la gente. Cuando uno revisa en las encuestas y conversa con otros colegas en los temas de focus group, hay una sensación distinta. La gente sabe que está haciendo un sacrificio muy fuerte, que tiene una caída de ingresos, pero tiene una expectativa distinta con respecto a la salida. Así que yo no veo un nivel de conflictividad en la calle que te permita decir que el Gobierno no va a poder llegar. Yo no creo eso.

—Esta semana vamos a se va a conocer el índice de inflación de marzo y hay mucha expectativa sobre todo por el número mágico de 10%. Algunos miran esa cifra positivamente, porque se acerca al dígito, y otros creen que se está haciendo un poco cuesta arriba la desaceleración.

—De nuevo digo: estamos a cuatro meses de la implementación de todas estas medidas de gobierno y yo creo que la tendencia es que ya vamos a una inflación de un dígito para la segunda parte del año. Será este mes, el mes que viene. Sigue siendo todavía una inflación alta porque un dígito mensual es alto pero en la medida que se fortalezca y se mantenga la cuestión fiscal va a continuar el reacomodamiento de precios y se registra un descenso de la tasa de expansión. En marzo y lo que va de abril estamos viendo, sí, el impacto de los servicios, desde las prepagas hasta las escuelas, y en especial las tarifas de de la luz. Para mayo o junio nosotros esperamos una inflación de un dígito. Si el Gobierno mantiene la fortaleza en el tema fiscal deberíamos estar pensando, para el último trimestre del año, en una inflación del 4% o 5% mensual.

—Después de este shock, ¿hay detrás un plan económico de crecimiento?

—Hay sectores que ya con la estabilidad macro van a tener una recuperación muy fuerte. En general, en todos los programas de estabilización el aliado natural que te garantiza la recuperación es la inversión privada, no es el consumo. Entonces, cuando uno mira, Argentina tiene, a diferencia de otras etapas, más de un sector que puede interaccionar muy rápidamente. Siempre, tradicionalmente, fue el agro el que primero reaccionaba, pero ahora tenés todo lo que es el conjunto sistémico del área de energía. El otro sector muy fuerte es la minería y no sólo la de litio, que es la que se ha movilizado estos años y que ha tenido expansión, sino básicamente la del cobre, que hoy es uno de los principales minerales demandados para la transición energética y la nueva movilidad. Por otro lado, los servicios basados en conocimiento, que con libertad en el movimiento del tipo de cambio, tipo de cambio unificado, es un sector que Argentina tiene muchísimo potencial de crecimiento, ya siendo hoy el cuarto exportador argentino. Y en servicios, turismo, entretenimiento y gastronomía, que es un gran generador de empleo. Entonces, cuando se estabiliza la macro y das reglas de juego, das señales de cambio, esos sectores rápidamente tienen capacidad de tracción porque hay una demanda y una demanda creciente por parte del mundo. Y después, obviamente, hay otros sectores que van a tener que empezar a acomodarse esta nueva dinámica.

—Milei y Caputo dicen que el tipo de cambio existe en función del mercado y se niegan a intervenir para ponerlo en un valor determinado. Mucha gente dice: no, acá hay que devaluar, hay que ajustarlo al tipo de cambio, porque si no, no da. ¿Hace bien el gobierno sosteniendo esta libre flotación o debería haber un ajuste?

—El Gobierno también ahí tiene que dar unas señales que están faltando, que forman parte también de la incertidumbre futuro. Una de ellas es cuál va a ser el régimen cambiario que vamos a tener de aquí en delante. Es decir, si vamos a un tipo de cambio fijo o un tipo de cambio más flexible. Da la sensación de que el Gobierno está pensando en un tipo de cambio con flotación. En principio, todavía no lo ha terminado de definir en este pasaje. Después, todavía el tipo de cambio tiene margen, nosotros no vemos que tengamos todavía un atraso tan fuerte en el tipo de cambio. La devaluación ha sido fuerte, la inflación ha bajado más de lo que se esperaba, el hecho de que el paquete fiscal se corriera y se sacara del foco la posibilidad de poner retenciones al resto de los sectores, también hizo que la expectativa devaluatoria de alguna manera aflojara. Y a su vez también está el tema del impuesto PAIS, que teóricamente hay un compromiso con el Fondo Monetario Internacional de eliminarlo a fin de año. Con lo cual a mí me da la sensación que todavía el tipo de cambio no está en una situación crítica que permita o que pueda impedir o quitar potencia lo que es la salida exportadora argentina. Obviamente eso va a depender mucho del comportamiento de la inflación en el futuro y de cómo se muevan también algunos otros costos, en términos de regulaciones. Pero todavía no veo un problema en el tipo de cambio.

JJD

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