Con las campañas cerradas, la votación en CABA resetea la política nacional y pone a prueba liderazgos y estrategias para 2027

Con los cierres de campaña ya finalizados y la veda electoral en marcha, la Ciudad de Buenos Aires renovará este domingo 30 de sus 60 bancas en la Legislatura porteña. Se trata de una elección de medio término pero es más que eso: el resultado marcará cómo se va a reordenar la política nacional, tras el triunfo nacional de Javier Milei.
No figurará Juntos por el Cambio/Cambiemos por primera vez en una década; el oficialismo nacional vuelve a competir con su propio partido, sin aliados; el peronismo llega más competitivo que nunca y el PRO se juega su hegemonía. Todo esto y más forma parte de una oferta electoral atomizada en 17 listas habilitadas, donde aparecen desde exjefes de Gobierno, como Horacio Rodríguez Larreta, hasta extrapartidarios y figuras del sindicalismo, el deporte y la cultura.

Están habilitados para votar 2.526.676 ciudadanos que utilizarán la Boleta Única Electrónica (BUE): el elector marca su decisión en una máquina, la imprime, la verifica y la deposita en la urna. En total, hay más de 500 candidatos postulados para las 30 bancas en juego. Pero, a menos que haya sorpresas, la elección se juega entre cuatro figuras, cabezas de lista: Manuel Adorni, Leandro Santoro, Silvia Lospennato y Rodríguez Larreta. También están en carrera Ramiro Marra, por fuera de LLA y ahora como candidato de la Ucedé; Lula Levy, por el radicalismo de Evolución, que lidera Martín Lousteau; Vanina Biasi, por el Frente de Izquierda; Paula Olivetto, como candidata de Elisa Carrió; y otros dos peronistas (por separado): Juan Manuel Abal Medina, representando al Movimiento Evita, y Alejandro Kim, a Guillermo Moreno.
La irrupción de Milei en la política nacional dinamitó los equilibrios preexistentes. En CABA, su figura interpela a una parte del electorado que antes votaba PRO. Su candidato, Manuel Adorni, es la extensión del Presidente en la Ciudad. No tiene trayectoria legislativa ni estructura propia, pero sí capitaliza el peso simbólico del mandatario nacional.
Su función como vocero, su rol protagónico en la comunicación de la Casa Rosada y la bendición directa de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, le otorgan centralidad. La consigna “Adorni es Milei” resume esa lógica: el candidato como marca, sin mediaciones ni trayectoria previa.
En los últimos días, Milei reforzó su campaña para cerrar la brecha perceptiva que todavía lo distancia de su vocero entre los votantes menos politizados. Si LLA logra disputar el primer lugar, no será tanto por Adorni como por el arrastre presidencial.
Del otro lado, el peronismo se juega su mejor chance en años. Santoro lidera una lista que, por primera vez, logró sintetizar a casi todo el espectro progresista porteño. Su campaña, desvinculada del kirchnerismo nacional, apuesta a una identidad propia: sin fotos con Cristina Fernández de Kirchner, sin referencias al PJ bonaerense y con guiños al electorado universitario y ambientalista.
Su objetivo es más estratégico que coyuntural: instalarse como candidato viable a jefe de Gobierno en 2027. Si se impone este domingo o queda cerca, podrá mostrar que existe una alternativa competitiva en la Ciudad, algo que el peronismo nunca tuvo desde 2007. Santoro no sólo disputa el liderazgo opositor: también pone a prueba el experimento de construir una identidad no binaria entre radicalismo y peronismo en un distrito refractario al kirchnerismo.
La gran derrotada de esta dinámica podría ser Silvia Lospennato. Aunque encabeza la lista con más bancas en juego (15) y que representa nada menos que al oficialismo de la Ciudad, gobernada por Jorge Macri desde diciembre de 2023 y por el PRO desde 2007, la fragmentación de Juntos por el Cambio la deja en una posición endeble.
Con la UCR, la Coalición Cívica y el larretismo por afuera, el PRO enfrenta su primera elección local sin estructura ampliada. Lospennato tiene experiencia parlamentaria y el respaldo de Mauricio Macri, pero carece de volumen electoral propio. Hizo una campaña ordenada, con eje en la transparencia y la ley de Ficha Limpia, pero arrastra el desgaste de 16 años de gobierno macrista y el ascenso de Milei y La Libertad Avanza. Si queda tercera, será el reflejo de un ciclo que está probablemente en retirada.
Larreta, por su parte, juega otra partida. Su objetivo no es ganar, sino medirse. Luego de perder la interna presidencial en 2023 y romper con el PRO, el exjefe de Gobierno busca preservar capital simbólico. Si logra una banca para él y su entorno, podrá negociar desde un lugar de poder en la próxima Legislatura. A diferencia de Adorni y Lospennato, no tanto de Leandro Santoro, su campaña tuvo un tono marcadamente localista, con críticas al estado de la Ciudad y a la gestión de Jorge Macri. Pero también con mensajes hacia el futuro: si el modelo Milei fracasa, Larreta quiere estar posicionado como alternativa republicana, de centroderecha moderada. En ese sentido, cada punto que saque será una inversión a futuro, no una apuesta coyuntural.
Para esta elección asoma un escenario de tercios o de cuartos, sin hegemonías claras. La fragmentación beneficia a los que logren captar voto consolidado en nichos: ¿el progresismo para Santoro, el antikirchnerismo duro para Adorni, el voto tradicional de clase media para Lospennato? Nadie sabe. Nada está claro como sí en otros comicios. Estos son distintos: la composición de la Legislatura no es lo que le importa a los dirigentes ni a la opinión pública sino cómo se reordenará el mapa político nacional, sobre todo con vistas a 2027.
JJD
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