Las dos versiones de Massa y el mapa que anticipa qué candidato pide el momento

16 de julio de 2023 00:01 h

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“La calle está fría”. No es meteorológico el comentario del jefe peronista. Se refiere a la elección, al poco clima callejero, y trafica lo que empieza a ser una queja silenciosa en el universo del peronismo: que a 25 días de las PASO la campaña no arrancó, no se terminó de ordenar y se reduce, hasta acá, a las cabriolas más o menos eficaces que ensaya Sergio Massa, el ministro-candidato, un profesional del asunto, el hombre del chat “en línea” veinte horas al día.

Hay un detalle pequeño, logístico, que dice mucho. Todavía no terminó la refacción del búnker que Unión por la Patria (UP) montó en un edificio de la calle Mitre entre 25 de Mayo y Reconquista, donde Eduardo “Wado” De Pedro armó su oficina de jefe de campaña en trámite, para coordinar un armado en construcción que presenta demasiadas incógnitas y tiene poco tiempo por delante. Ahora se observa lo obvio: arrastrar el deadline de las candidaturas hasta 36 horas antes del cierre, no por táctica sino por la furia de la interna, quitó días y horas para ajustar las piezas de la maquinaria electoral.

En el celular de Massa brotan, en el mismo lodo virtual, los mensajes de un burócrata del FMI y los de un candidato a concejal que pide línea y se queja que no le llega folletería para la campaña casa por casa: las quejas de que Los Pibes esto, el intendente aquello. Nada inusual en la familia disfuncional peronista. En la pantalla se concentra la magia pagana más reciente, el norte corto que vende el ministro-candidato: que el cierre del acuerdo con el Fondo, una negociación en loop, será el lanzamiento de campaña.

“El Sergio en campaña es el mejor Sergio”, dice un jefe territorial del conurbano. Massa, al final del día, es candidato, jefe de campaña, estratego, operador y vocero. Y es, además, ministro en una campaña que se limita, por ahora, a mostrar una gestión en una economía inestable. En la cercanía íntima de Massa, especulan que el arreglo con el FMI le dará las herramientas para atravesar las tempestades de la inestabilidad financiera, que la semana que pasó registró otro episodio. El blue, irrelevante en volumen, es un factor que pega en los precios.

Piso y boleta

Para el 20 se prepara un acto en el Estadio Único de La Plata, el Diego Armando Maradona, que mostrará la foto de familia de UP. El dilema para lo que viene es, siempre, quiénes se subirán al escenario. Una pregunta recurrente es sobre cuánta Cristina necesita la campaña. Máximo Kirchner la respondió. Pide que su madre esté más. Pero a él le reprochan que solo se involucró en las campañas vecinales donde juega La Cámpora: Hurlingham y Lanús. “Máximo está molesto y, cuando está molesto, se va al sur”, simplifica un dirigente que bien quiere al jefe del PJ bonaerense. Resulta difícil establecer la dosis de Cristina que requiere el momento porque por un lado Massa necesita reforzar su identidad y, al mismo, consolidar el voto K. El equilibrio es sutil y requiere que haya dos, o más, versiones de Massa. ¿Tajái?

La prioridad para las PASO es, según la frase de un funcionario, “juntar el piso”: es decir, que ningún voto potencialmente del FdT se fuge a otras ofertas o, lo que hoy constituye el mayor riesgo, se quede en la casa. Que Juan Grabois siga en la cancha parece, a datos de hoy, un acierto táctico de la vice. En algunos puntos del conurbano, el dirigente llegó a tocar los 10 puntos. Un sondeo que leen en el PJ sobre el Gran Buenos Aires pone a Massa en 30 puntos y a Grabois en 9. ¿Qué número tendría hoy si Cristina no hubiese desplegado, como desplegó, toda una poesía elogiosa sobre el ministro? Esa foto presenta highlights. 1- Massa, nominalmente, está 12 puntos abajo de Axel Kicillof y 15 abajo de la media de los intendentes. 2- Grabois con 9 puntos es bueno para evitar fugas pero no tan bueno para el día después. 3- Con esos datos sobre provincia de Buenos Aires, en la cuenta nacional hay que descontar varios puntos.

Esa numerología reactiva chispazos. La urgencia, que repite Kicillof, sobre trabajar la “boleta entera”, porque a diferencia de otras presidenciales donde la tracción fue de arriba hacia abajo, en este turno, parece invertirse. “La parte de arriba es un yunke”, se quejó un bonaerense. Lo discutieron, se cuenta, Kicillof y Máximo. “Si Axel dice que saca 42% en la provincia, hubiese sido candidato a presidente y listo”. Detrás de ese comentario subyace un reproche que altera esa relación difícil: Máximo afirma que él habló con el gobernador sobre su candidatura presidencial, pero Kicillof afirma, en público y en privado, que Cristina nunca se lo pidió. Traducción: Máximo entiende que Kicillof no lo asume como un interlocutor válido.

La foto grande

A nivel país, un massista proyecta, quizá desinflando su propia cuenta, que el ministro rondará el 25% el 13 de agosto y Grabois estará en 4%. La sumatoria pone a UP abajo de los 30 puntos. Y aparece la ecuación sobre potencialidades. Al +10 de Massa sobre Patricia Bullrich, se le agrega otra variable según la cual el ministro debe aparecer en el registro de votos del 13-A más cerca de JxC que de Javier Milei. Para eso, luego de “juntar el piso” del voto propio de UP, Massa debería crecer -y la artillería electoral de campaña y de elección lo puede ayudar- a partir de una migración de votos provenientes de Grabois para quedar, individualmente, más cerca de los 28% que de los 25%.

“Si JxC termina muy arriba del 30, van a instalar la idea de que pueden ganar en primera vuelta y ahí estamos en problemas”, advierte un campañólogo, de la rama operativa, de UP. Lo mismo dicen en La Plata cerca de Kicillof: el oficialismo debería estar, a nivel nacional, en los 30% para estirar la pelea al campo que quiere Massa: el balotaje. “Sin agosto, no hay octubre” dicen en UP bonaerense. Al margen, en la mesa de arena del oficialismo se discute otro asunto: la expectativa sobre las PASO. “Nosotros tenemos que poner el número que queremos y que podemos alcanzar porque si se infla demasiado el deseo, corremos un riesgo grave de tener un efecto negativo”, apunta un operador del PJ.

Traducción: Massa fue asimilado por el ecosistema K a partir del concepto de competitividad. Si el número del 13-A no es lo suficientemente contundente, el peligro es que se desate una crisis interna de esas a las que es fue proclive este artefacto antes conocido como Frente de Todos. “Sergio es un candidato de octubre, no de agosto: ahora hay que acumular y después crecer”, reza un funcionario optimista.

Dilemas

Aparecen, en UP, dos dilemas. Uno tiene que ver con la extensión de la campaña. Los que, como Kicillof y buena parte de los gobernadores, señalan como instancia clave el mes de agosto. Otros, entre los que está el propio Massa, proyectan una secuencia más larga, con un agosto competitivo pero moderado como parte de una saga que termine en el balotaje de noviembre. “En 30 días se puede hacer poco, Sergio necesita 90 días”, detalla un dirigente y advierte que agosto será difícil, una elección a la defensiva. Aportan, en el comando de UP, datos que a veces se escapan de los diagnósticos voluntaristas: Massa está tercero en Córdoba, detrás de JxC y de Juan Schiaretti. La performance del gobernador, en una campaña nacional que hace a desgano, es una pieza determinante en la matemática nacional. Massa especula con que un tropiezo del cordobés puede liberar al PJ territorial de la provincia y acercarlo, siquiera en parte, a su boleta.

La franja media es un karma para el peronismo. Pero, sobre todo, para el kirchnerismo. Si Massa quiere recuperar votos en ese territorio debe desplegar un perfil que lo autonomice de Cristina. ¿Sirve, entonces, la coralidad que propone el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí? Hasta acá, fue un coro solista, Massa, con una intervención de Cristina. La sinfonía peronista que propone Rubí choca con dos problemas: qué hacer con Alberto Fernández, el presidente al que no se le reserva ningún lugar en la campaña, y cómo administrar las intervenciones silvestres de Máximo Kirchner, que le habla al mundo K.

Pero la galaxia es más grande. Un informe de Pulsar, instituto de análisis de opinión pública de la UBA, presenta un mapa que delimita las dificultades sobre las que se debe mover Massa para sostenerse como una carta ganadora. Daniela Barbieri, una de las encargadas del estudio junto a Augusto Reina, señala que el estudio encontró “un conjunto de demandas sociales que abogan por una mayor retracción del Estado en el ámbito económico”. El cuadro refleja que el perfil privatista es mayoritario incluso entre universos con posiciones culturales sociales diferentes, progresistas y conversadores. Barbieri sugiere que así como los 2000 marcaron un péndulo hacia una mayor presencia del Estado luego del privatismo de los '90, ahora parece registrarse un proceso inverso. El estudio revela, incluso, matices dentro de los propios universos electorales: cada dos votantes “estatistas” de UP, hay uno privastista. “El país está para que la futura presidenta sea La Cali”, repite, hace meses, una fuente cristinista. “Cali” es el apodo de Carolina Serrano, nombre de Guerra que tuvo Bullrich en los años '70.

Un potencial balotaje, hoy por hoy la única chance real que se imagina en UP como escenario de victoria, pone en escena el planteo sobre qué debe hacer Massa para ir a interpelar votantes por fuera de la galaxia propia. El estudio de Pulsar aporta otro elemento sobre la similitud, en material conceptual e ideológica, del votante de Javier Milei con el de JxC. Hace tiempo, Daniel Scioli se animó a explorar un asunto espinoso: recordó que en 2015 llamó a Vilma Ripoll para pedirle que le sugiera ideas para “hablarle” al votante de la izquierda y dijo que ahora, en 2023, el peronismo debía pensar en cómo hablarle al votante libertario. Si Massa se guía por el cuadro que presenta Pulsar, su versión de candidato post PASO deberá mutar y convertirse en una figura que incomodará a Cristina, inquietará a Máximo Kirhcner y, posiblemente, indignará a Grabois.

Esta semana, Opina Argentina de Facundo Nejamkis, publicó su encuesta nacional que muestra a UP competitivo y ensaya, todavía lejanisimos, escenarios de balotajes. Están dentro del margen de error y reflejan que a Massa le conviene tener enfrente a Patricia Bullrich. El dato interesante es que otra encuesta, Inteligencia Analítica de Marcelo Escolar, quizá de las preferidas de Massa, presenta otro panorama: Massa pierde en las dos alternativas pero tiene más chances si enfrente lo tiene a Horacio Rodríguez Larreta.

Si bien es cierto que UP no tiene herramientas para elegir rival, la construcción de escenarios hipotéticos sirve para definir estrategias. “No importa lo que digan los números: nos conviene Patricia”, le dice Massa a los suyos. Opera por instinto, por lo que escucha de los empresarios, por la comodidad propia de donde qué puede mostrar y qué no. Reniegan, en UP, con Milei que termina convertido en un problema múltiple: si cae demasiado, fortalece a Bullrich a quien, con su sola existencia, benefició porque su presencia en el carril de la ultraderecha, terminó por instalar a la exministra como una figura de centro derecha, casi moderada al lado de las extravagancias del libertario.

PI