Interpelación por el criptogate

En una sesión caótica, Francos defiende a Milei: “No hubo coordinación ni participación del Estado en $LIBRA”

29 de abril de 2025 19:50 h

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El Gobierno intentó boicotear la interpelación hasta último momento, pero no lo logró. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, asistió al Congreso y, en soledad, se encargó de defender a Javier Milei y Karina Milei del escándalo $LIBRA, cuyo derrumbe generó pérdidas millonarias y hoy es investigada como potencial estafa. Sin correrse media línea del guión redactado en Casa Rosada, Francos se dedicó a calificar el caso $LIBRA como un negocio entre “privados” que era ajeno a la administración pública. “El Estado no ha tenido injerencia ni beneficio con respecto al proyecto”, ratificó en el discurso, que leyó de corrido. 

El Ejecutivo apostó a sabotear la interpelación por todos los medios posibles. Primero, intentó vaciarla del quórum: La Libertad Avanza, el PRO, el radicalismo de Rodrigo de Loredo y las fuerzas provinciales se ausentaron al comienzo de la sesión, con la esperanza de que, si no estaba el número, Francos pudiera ahorrarse la interpelación aprobada por la Cámara de Diputados. La primera en más de 30 años. No lo logró, sin embargo: con 130 presencias, la multipartidaria opositora, liderada por el peronismo, el pichettismo, la Coalición Cívica y el radicalismo díscolo de Democracia Para Siempre, lograron sostener la sesión.

Luego, abrieron la puerta a una discusión reglamentaria sobre la dinámica interna de la sesión, que se terminó extendiendo durante casi tres horas. Eso llevó a que el propio Guillermo Francos, cuando finalmente se sentó en el estrado, estuviera de pésimo humor. “Nunca en mi vida hice esperar a alguien dos horas”, masculló, irritado.

Finalmente, el propio Francos intentó barrer con las expectativas opositoras con un discurso leído de corrido que no se movió ni un centímetro del libreto armado por los juristas de Casa Rosada. Participaron de la redacción desde María Ibarzabal hasta el propio Mariano Cúneo Libarona, que terminó pegando el faltazo a la interpelación. Fue un guión que repetía, concepto por concepto, lo que el propio Javier Milei había declarado en diálogo con TN poco después de que se desatara el escándalo. 

“Las cuestiones vinculadas al criptoactivo $LIBRA no versan sobre actos de gobierno. El Presidente no mantiene ni mantuvo un vínculo con el proyecto Viva la libertad o la moneda $LIBRA. No existió relación de ninguna índole entre el Presidente o funcionarios del Gobierno con las personas o los emprendimientos aludidos”, comenzó Francos, buscando defender, así, tanto a Milei como a su hermana Karina, apuntada por ser quien dejó ingresar a los empresarios cripto, como Hayden Davis y Mauricio Novelli, a Casa Rosada. 

“No hubo coordinación ni participación del Estado o sus organismos en el proyecto. Ni hubo ninguna relación contractual o contraprestación”, insistió. Francos admitió las reuniones que Milei había tenido tanto con Novelli como Davis en Casa Rosada, pero insistió en que había dos mecanismos dispuestos para pautar reuniones con el presidente y que, en todo caso, la secretaría de la Presidencia había autorizado 494 ingresos en el último año. “El Estado Nacional no asume compromisos automáticos con las reuniones que tiene”, advirtió.

En varias ocasiones, Francos buscó distanciar a los Milei del proyecto $LIBRA, aludiendo a que solo lo había “difundido”. En un momento, sin embargo, brindó algún detalle sobre el contenido de las reuniones. “En dichas oportunidades se conversó acerca de cómo las tecnologías descentralizadas y el block change podían ser de ayuda para promover el negocio de emprendedores digitales y PyMES argentinas. También acerca del proyecto Viva la Libertad y su objetivo de promover la economía argentina a través del financiamiento de pequeños proyectos y negocios locales”, explicó.

Curiosamente, sin embargo, Francos luego diría, cuando le preguntaron, que no tenía manera de saber de qué habían tratado esas reuniones.  

Cúneo Libarona y Caputo: dos ausencias conflictivas

Además del juego con el quórum, el Gobierno apostó a otro mecanismo para vaciar la interpelación: la ausencia de todos los funcionarios citados que no fueran el jefe de Gabinete, quien era el único que podía ser castigado por el Congreso en el caso de ausentarse. Ni Mariano Cúneo Libarona, cuya presencia se esperaba el día anterior, ni Luis Caputo ni Ricardo Silva, el titular de la Comisión Nacional de Valores, asistieron, a pesar de haber sido también interpelados. 

El Ejecutivo le enviaba así, desde temprano, un mensaje al Congreso: “Que agradezcan que vaya Francos. Esto es puro circo. No hay consecuencias si no van”, sintetizó un vocero de Casa Rosada.

El anuncio cayó como un bombazo en la oposición, que ya se esperaba el faltazo de Caputo y Silva, pero no así el del ministro de Justicia. El Gobierno estaba intentando boicotearle la interpelación y no tenían grandes herramientas reglamentarias para evitarlo. Hubo varias propuestas. El radical díscolo Fernando Carbajal propuso una moción de censura contra el propio Francos. El pichettismo, por lo bajo, proponía darle facultades a la comisión investigadora para que pudieran traerlos por la fuerza pública. Es decir: citarlos a la comisión y, cuando se negaran, enviar a la policía a que los trajera por la fuerza.

La discusión sobre qué hacer con los ministros ausentes duró las primeras tres horas de la sesión por la interpelación. Fue una previa eterna y reglamentarista que casi deriva en que la sesión se caiga sin que Francos pudiera intervenir. Era una guerra interpretativa que, de fondo, escondía la necesidad de dilación del oficialismo. Y la impotencia de la oposición, que había logrado conseguir quórum, pero no lograba terminar de ordenar una sesión caótica.

Caputo y Cúneo Libarona habían enviado una nota para justificar su ausencia. La carta había llegado apenas unos minutos antes de que comenzara la sesión y argumentaba que su ausencia se debía a “cuestiones de agenda impostergables”. Ambos, sin embargo, estaban en el país.

“El abogado Cúneo Libarona es un saca-presos desde hace años y sabe que si una persona no puede ir a una audiencia se pide que ponga una nueva fecha. Que se banque una denuncia penal y que pasee comodoro Py donde están todos sus amigos. Es una burla a este Congreso. Ya es una burla que sea ministro de Justicia”, disparó el lilito Juan Manuel López que, en un evento insólito en el recinto, fue aplaudido por la bancada kirchnerista.

Son unos chantas y encubridores. No quieren venir cuando el Congreso los llama. No se hagan los distraídos”, cuestionó, a los gritos, el radical díscolo Pablo Juliano. La última frase estaba dirigida al PRO que, durante la sesión, jugó en tándem con La Libertad Avanza para evitar que la sesión se llevara a cabo. La bullrichista Silvana Giudici, secretaria parlamentaria del bloque amarillo, intentó evitar por diferentes mecanismos reglamentarios que Francos interviniese, así como para evitar que la oposición castigase a Cúneo Libarona y Caputo. En un momento, incluso, se sulfuró cuando Menem le dio la palabra a un diputado del peronismo y se levantó y se fue.

El momento más tenso, sin embargo, se vivió cuando el ex armador de Patricia Bullrich, Gerardo Milman, tomó la palabra. “Vos no podes hablar, asesino”, le decía, desde la otra punta del recinto, la cristinista Lorena Pokoik, aludiendo a la pata política de la investigación del intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner, que vincula a Milman con el atentado (dado que un testigo aseguró haber escuchado al diputado del PRO decir, en un café, “cuando la maten yo estoy de camino a la costa). Como sus gritos no se terminaban escuchar, Aldo Leiva decidió intervenir y, con toda la fuerza de sus pulmones, bramó: ”ASESINO“. 

Se hizo el silencio en el recinto, y luego arrancaron los gritos. Gritos que no tuvieron ni un solo recreo a lo largo de toda la interpelación.

MC/MG