La urgencia política de Bolsonaro y un pacto Brasil-Uruguay asfixian a Fernández
“Los uruguayos volvieron a vivir a la provincia Cisplatina”. La metáfora histórica la pronuncia un funcionario, y combina dramatismo y enojo. Gratica la mala hora del Mercosur que el último lunes, como pocas veces desde que germinó hace 30 años, entró en una zona ripiosa que se cristalizó en un pacto abierto entre Brasil y Uruguay para avanzar con un modelo de apertura comercial que Argentina considera, de mínimo, peligroso.
La frase obliga a un repaso histórico: antes de ser Uruguay, sobre finales del la segunda década del siglo XIX la Banda Oriental fue un dominio portugués, una comarca del imperio del Brasil, la provincia Cisplatina. La mención, 200 años después, apunta a que el gobierno de Luis Lacalle Pou se convirtió en socio menor, pero necesario, del de Jair Bolsonaro en un movimiento que astilló el Mercosur.
La ironía aporta un detalle, un preciosismo de los que detectan los leguleyos de la diplomacia: en un escrito que presentó el gobierno uruguayo para la reunión de cancilleres y ministros del último lunes figura un término brasilero -en vez de GAHAEC, dice GAHTEC- lo que agitó la sospecha de que la propuesta de Lacalle Pou fue “redactada” en Brasilia o en el despacho de Paulo Guedes, el superministro de Economía, “el Domingo Cavallo de Bolsonaro”, dicen en Cancillería argentina.
No es el único reflujo noventista que el gobierno argentino detectó en la postura de Guedes y Bolsonaro. Participantes en la reunión se confiesan sorprendidos por la propuesta del ministro, su apuesta a que un aperturismo extremo resulte beneficioso para la economía de Brasil. “Es lo que hizo Menem acá”, dice una fuente. “Es el manual que usaba Macri y acá sabemos como terminó. No se entiende”, aporta otra fuente de primera lineal del gobierno de Alberto Fernández y lo enmarca en un asunto más de fondo: entiende que, a grandes rasgos, en la estructura del poder económico de Brasil perdió espacio el industrialismo y ganó musculo el sistema financiero.
Modelo y apertura
Son las esquirlas de un asunto denso. Brasil llevó a la mesa del Mercosur una plan para reducir un 20% los aranceles externos, Uruguay apoyó la propuesta y pidió, además, que se flexibilicen las condiciones para acuerdos comerciales bilaterales. Win-Win: Brasil suma a su propuesta a Uruguay, que nada pierde con la potencial baja de aranceles. Uruguay, que hace más de una década pide permiso para negociar de manera bilateral, logra el OK brasileño a esa antigua aspiración.
Lacalle Pou, blanco móvil de las maldiciones de la Casa Rosada, expone una agenda de tratados de Libre Comercio (TLC) con EE.UU y con China , del mismo modo que Brasil intentó el año pasado un acuerdo con Corea del Sur. Fue aquel episodio de abril del 2020, cuando el secretario de Relaciones Internacionales de la Cancillería, Jorge Neme, cuestionó las negociaciones bilaterales que inició Brasil. Poco, hasta acá, avanzó ese acuerdo. “Dicen eso, no es tan fácil aunque ellos pueden decir todo que sí: no producen nada”, apunta un funcionario que se sienta en la mesa de negociaciones.
Este lunes, en la cumbre de los cancilleres y los ministros económicos de los cuatro socios del Mercosur, la idea de fractura del bloque avanzó a un punto pocas veces visto. Guedes fue al hueso con su idea de reducir 20% los aranceles y aplicar, de arranque, una baja general de 10 puntos.
- Lo podemos hablar y buscar un punto de acuerdo para comenzar en enero del 2022 -, buscó descomprimir Solá.
- No, nosotros queremos comenzar ya -, dijo Geddes.
- No se puede, hay que armonizar, ver sectores y acuerdos -, contestó Solá.
- Bueno, ustedes empiecen cuando puedan. Nosotros y Uruguay empezamos ahora
Guedes tuvo, además, un cruce con Martín Guzmán sobre el aperturismo, Adam Smith y la formación de los premios Nobel de Economía, con lo que explicitó su decisión de empujar, de manera unilateral -o en acuerdo con Uruguay- la baja de aranceles. “Es lo que prometimos en la campaña electoral, hace dos años y medio que somos gobierno y todavía no lo hicimos”, dijo el ministro en referencia a la apertura.
Asoma ahí, según coinciden tres fuentes del gobierno argentino, un componente político y otro ideológico: que Guedes cree a ciegas en la teoría de la apertura total a lo que se suman las urgencias de Bolsonaro, que además de la catástrofe sanitaria del Covid-19, parece preocupado por el posible regreso de Lula Da Silva. “Bajar aranceles sería para ellos como fue para Macri anunciar el acuerdo con la Unión Europea”, compara una fuente.
No es una referencia ociosa. En la charla del lunes, Solá mencionó aquel episodio y le recordó a Francisco Bustillo, el canciller de Uruguay, sus dichos sobre que aquel anuncio se hizo por las necesidades políticas del gobierno de Mauricio Macri. Un loop del llanto de Jorge Faurie en su llamado telefónico a Macri.
Apuesta oficial
Para la Casa Rosada la crisis política de Bolsonaro es una mala señal y aunque apuesta a que la “institucionalidad brasileña” se imponga al final, vía Itamaraty, sobran las dudas. Un factor climático: mientras las comitivas de Argentina, Uruguay y Paraguay se mostraron juntas, la de Brasil no: el canciller Carlos Alberto França estaba en un lado, y Guedes en otro. Verdad o deseo, la hipótesis es que Itamaraty disiente al menos parcialmente con la propuesta del ministro de Economía de Bolsonaro.
Desde Buenos Aires, Solá apareció con Guzmán, el ministro de Desarrollo Económico Matías Kulfas y el de Agricultura Luis Basterra. Por Uruguay, Bustillo y la ministra Azucena Arbeleche, y por Paraguay, el canciller uclides Acevedo y el ministro de Hacienda Oscar Llamosas Díaz.
En el gobierno argentino hay enfoques distintos. Solá apuesta a las negociaciones y convocó para este viernes al Grupo Mercado Común, una instancia de nivel secretarios, para seguir analizando las propuestas de aranceles y la flexibilización de las negociaciones. Solá debe, además, convocar para mayo a los cancilleres para volver a hablar del tema. Hay un deadline para la propuesta uruguaya: el 1 de junio.
Así y todo, aunque parezca alocado, no descartan que Bolsonaro y Guedes puedan tomar una decisión unilateral. “Nosotros proponemos negociar, hacer acuerdos que nos convienen, no cualquier acuerdo. No queremos cerrar todo, queremos abrir de manera inteligente”, dicen en Cancillería y plantean que está definida una contrapropuesta a la idea de Brasil de bajar 10% los aranceles este año que incluye retocar los aranceles de casi 75% de la nomenclatura pero preservar, sin modificaciones, sectores sensibles como automotrices, metalmecánica, textiles y juguetes.
Al apuro de Guedes, quizá una herramienta para negociar mejor, se le suma otro factor: hasta mitad de año, Argentina tiene la presidencia pro témpore que le permite administrar los tiempos de las negociaciones, algo que en la segunda mitad del 2021 tendrá en su poder Bolsonaro.
PI
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