Los libros destacados de la literatura argentina en 2025 y algunas entrevistas con sus autores
Como se ha señalado en este mismo espacio en años anteriores, los balances siempre implican sesgos, omisiones, arbitrariedades, decisiones que no le hacen justicia a todo lo que ocurrió en un determinado período y un recorte obligado por el tiempo o, mejor, por su falta. Sin embargo, también pueden llegar a ser un espacio de cierto amparo: el año se va y se publicaron obras estimulantes que vale la pena repasar.
Esta vez fueron seleccionados dieciséis libros muy diversos (hay novelas, ensayos, textos híbridos) escritos por autores y autoras de Argentina en los que se destacan la sensibilidad, la mirada lúcida de quienes los escribieron y, en algunos casos, la repercusión que suscitaron. Nueve de sus autores y autoras, además, hablaron de estas publicaciones en entrevistas con elDiarioAR.
En próximas entregas del balance 2025 tendrán lugar los rescates literarios con reediciones, regresos y joyas recuperadas del olvido. Hechas todas las aclaraciones del caso, va a continuación un repaso con libros destacados que fueron publicados a lo largo de 2025.
1. López López, de Tomás Downey. Dos misteriosos ejércitos –uno es el Negro y el otro el Naranja– se enfrentan en una guerra todavía más misteriosa en la que luchan dos pueblos vecinos y enemigos. López es un soldado en las filas negras que logra escapar de un fusilamiento. En su fuga –López es desertor, prófugo y, sobre todo, un soldado que huye y le hace caso al célebre dicho porque servirá para otra guerra– encuentra el uniforme de un soldado fallecido entre las filas naranjas. Cuando observa el traje de cerca, nota que en la prenda está cosido sobre un parche el apellido del combatiente muerto. Como él, ese soldado también se llama López.
Dispuesto a seguir para escapar, López se calza esas ropas. Mientras huye y recuerda a personas y circunstancias de su vida antes de la guerra, encontrará en un bosque a un grupo de soldados de la tropa naranja y se plegará a ellos bajo su nueva y al mismo tiempo conocida identidad. Será él y será su doble, López.
Una serie de peripecias, contadas con una prosa deslumbrante, convertirán a este soldado en un héroe inesperado de eso que hasta poco tiempo atrás López consideraba el enemigo. Con escenas diáfanas, con inteligencia para reparar en esa convención siempre huidiza que damos en llamar identidad, López López, del escritor Tomás Downey, es una novela magnética. Tal como señala Pablo Katchadjian en uno de los destacados que aparecen dentro del libro, “López López es una novela buenísima que se lee con intensidad, porque cuando parece que el tema es la guerra, es el amor, y cuando parece que es el amor, son los dobles, y cuando parece que son los dobles, la idea se escurre una vez más. La novela se escapa al igual que su protagonista, pero el protagonista termina chocando contra eso de lo que se escapaba mientras la novela, en cambio, esquiva todo con gracia”.
Tomás Downey nació en Buenos Aires, en 1984. Es escritor, guionista y traductor, autor de tres libros de cuentos: Acá el tiempo es otra cosa (2015), El lugar donde mueren los pájaros (2017) y Flores que se abren de noche (2021). Su obra ha recibido numerosos apoyos y reconocimientos como el del Fondo Nacional de las Artes, el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, el Premio Nacional, entre otros, y fue traducida al italiano y al inglés. López López es su primera novela publicada.
La novela López López, de Tomás Downey, salió por Fiordo.
2. Historia natural, de Marina Yuszczuk. Esta novela breve y potente tiene como protagonista y narradora a Virginia Moreno, la hija del explorador y coleccionista Francisco Moreno, más conocido por todos como Perito Moreno. La escritora Marina Yuszczuk toma a esos personajes, a la creación del Museo de Ciencias Naturales de La Plata y a las circunstancias que rodearon ese hecho histórico para meterse en una intriga familiar.
En las páginas de Historia natural, entonces, confluyen hallazgos que formarán parte del museo, taxidermistas, apasionados por el conocimiento y el afán desmedido por el coleccionismo de un padre en fuga mirado desde una hija que quiere llamar su atención aunque sea por un rato. Una vez más, Yuszczuk da muestras de ser una de las narradoras argentinas más interesantes de los últimos tiempos.
Marina Yuszczuk nació en Buenos Aires, en 1978. Es autora, entre otros, de los libros Lo que la gente hace (Blatt & Ríos), Madre soltera (Mansalva), La ola de frío polar (Gog y Magog), La inocencia (Iván Rosado, reeditada por Blatt & Ríos), Los arreglos (Rosa Iceberg) y La sed (Blatt & Ríos). Con esta última obtuvo en 2021 el Premio de Novela Sara Gallardo. Es editora y fundadora del sello independiente Rosa Iceberg.
Historia natural, de Marina Yuszczuk, salió por Blatt & Ríos.
3. Terminal 2020, de Osvaldo Baigorria. “El amor también es un acto de fe. Elegir –con bastante irracionalidad– a alguien para amar, confiar en esa persona, abrirse a ella. No tenemos conocimiento de ese alguien, al principio simplemente nos gusta, lo deseamos, cultivamos expectativas y ficciones personales de escenas, situaciones, relaciones a construir. Si seguimos adelante, en algún momento diremos ‘te amo’, entre otros fragmentos del discurso amoroso (Barthes), discurso que sigue una estricta determinación alocutoria: siempre hay alguien a quien nos dirigimos, aunque ese alguien haya pasado al estado de fantasma o de criatura venidera (...) Y confiamos en la persona amada sin conocerla realmente. Es un fantasma con la apariencia de un cuerpo que puede parecer bello o sano aunque sin certezas”, apunta el narrador de Terminal 2020, la novela de Osvaldo Baigorria. Una voz cercana a la del escritor y a la vez distorsionada, exagerada, ficcional.
Porque recorre una experiencia dolorosa que le tocó atravesar, Baigorria dice que se trata de un libro “basado en hechos reales” y al mismo tiempo –como el amor– una fábula encantadora. Después de haber transitado la vida juntos por más de 20 años –ella médica y de algún modo cuidadora de quienes la rodean, él escritor– el planeta se ve asediado por el surgimiento de un virus. Es, durante esos días de confinamiento, de meterse adentro, de “quedate en casa” (“una casa es un constructo, una ilusión, una entelequia que vive adentro de uno más de lo que uno vive adentro de ella”, dice el narrador) que a ella, que en el libro se llama Beatriz, le detectan un tumor y debe empezar un tratamiento contra el cáncer. El acto de fe amoroso, entonces, empieza a tomar distintas formas: la del cuidado, la del miedo, la del sueño, la del fantasma, la de la despedida, la del recuerdo. Estremecedor, luminoso, profundo, Terminal 2020 recorre magistralmente todos esos lugares a partir de la prosa potente y excepcional de Baigorria, quien además de abrir sus propios diarios en el texto propone lecturas muy lúcidas de otros autores que escribieron sobre la muerte, el erotismo y el duelo.
La novela Terminal 2020, de Osvaldo Baigorria, salió por Seix Barral. En este enlace, una entrevista con el autor.
4. Poesía y errancia, de Alicia Genovese. “Cada poeta arma el derrotero hacia su errancia. Rumbos que en el andar hallan una motivación. Recolecciones ingenuas: una piedra, un mineral que brilla, una hoja, un gajo, un puñado de arena en un frasquito, una imagen, una fotografía de un detalle intrascendente, una frase escuchada o desgajada, sin embargo, capaces de contener un universo, una pregunta”, apunta Alicia Genovese en Poesía y errancia, un libro de una belleza singular, cautivante. Como destaca la escritora Gloria Peirano en su contratapa, en esta publicación Genovese “hace dialogar al ensayo y al diario de escritura en tanto espejos de un mismo tránsito: la confianza en el desplazamiento y en el abandono de lo conocido”.
Compuesto por dos partes, Poesía y errancia comienza con una serie de pequeños ensayos (todos con títulos de verbos en infinitivo, como Errar, Habitar, Ejercitar y Respirar). En ellos la poeta desgrana la idea que tiene de la errancia como motor y la complementa con poesías de otros para pensar en sus procedimientos. En el segundo tramo, el libro cobra la forma de un diario de escritura (Diario de errancias), en el que Genovese observa y registra con sensibilidad su propia búsqueda poética.
Poesía y errancia, de Alicia Genovese, salió por la editorial Entropía.
5. Mi niñera de la KGB, de Laura Ramos. “Yo estaba muy lejos de las utopías familiares y no me resultaba estimulante, en principio, escarbar en la vida de mis padres, sus amigos, sus amantes, su revolución. Desde muy chica había intentado escapar del ideal que soñaban para mí, una muchacha moderna del estilo de esas muñecas lesbianas, de pelo cortado a la garçon y jardineros a cuadros (...). Mi secreta heroína, de trenzas anudadas alrededor de la cabeza, bordaba junto a la chimenea con faldas severas. Mientras en el living se exhibían los tomos hipersexuados de la Claudine de Colette, mi colchón escondía la saga moralizante de Mujercitas”. Con esas palabras describe la escritora Laura Ramos el tironeo que atravesó buena parte de su vida y que, sin embargo, fue el que la impulsó a escribir su libro Mi niñera de la KGB.
Es que, pese a sus reticencias –o quizá, como una forma de exorcizarlas–, Ramos se animó a indagar con fruición en una historia de engaños que rodeó a su infancia y que tiene como protagonista a África de las Heras (“para mí siempre va a ser María Luisa”, aclara), una mujer nacida en Ceuta que fue agente de los servicios secretos soviéticos a lo largo de buena parte del siglo XX, participó de operativos impactantes durante la Segunda Guerra Mundial, estuvo involucrada en el asesinato de León Trotsky en México y recaló en Montevideo en los años ‘60. Un lugar idílico, que en la memoria de la escritora, le ofreció a ella, a su hermano y a su madre una cofradía de amistad entre intelectuales trotskistas que le confiaron el cuidado de sus hijos a María Luisa, una mujer española que se mostraba afable y bien dispuesta. Una ciudad, como le dicen a Ramos varios de sus entrevistados, que para entonces era “un nido de espías”. Un rincón perdido en el mapa que a la agente de la KGB le servía entonces como un buen artilugio para llevar adelante misiones secretas que incluyeron muertes, adulteración de documentos y todo tipo de trampas que permanecieron en secreto por años.
Tirando de todos esos hilos con inteligencia y a partir de una narración llena de pliegues y de una investigación apabullante que incluye varias revelaciones, Laura Ramos va de la exploración íntima a la foto de época, de la historia familiar a esa otra más universal que se escribe con mayúsculas. Es en ese vaivén que compone un libro alucinante, arriesgado y profundamente conmovedor.
Mi niñera de la KGB, de Laura Ramos, salió por Lumen. En este enlace, una entrevista con la autora.
6. Argentinos, ¡a las cosas!, de Martín Kohan. Valiéndose del pulso de un croquis más que de la rigidez de un mapa. Merodeando las figuras insoslayables y a la vez echando luz sobre los pasos de algunas menos recorridas. Un libro en tránsito, en gerundio, en territorio para tironear de la argentinidad, para detenerse, apenas por un rato, en algunas cosas eminentemente argentinas. O, mejor, en sus rastros. El escritor Martín Kohan publicó este año Argentinos, ¡a las cosas!, un ensayo crítico compuesto por veinticinco fragmentos dedicados a observar con maestría y de manera desprejuiciada eso que se suele englobar bajo el paraguas de la argentinidad.
Ya desde el gesto de alejarse de los hitos para reparar en la idea de cosas –una palabra llave, una palabra que para cualquier hablante argentino refiere a muchas cosas–, el escritor da cuenta de los vaivenes que hacen a cualquier identidad. Identidad, en su mirada, es crisis, es movimiento, es contingencia. Identidad argentina, en sus palabras, es la lectura de una constelación difusa de huellas: el equívoco de la imagen de la pizzería Los Inmortales, el mural de Martin Ron que representa a un Diego Maradona derrotado, la tumba olvidada de Rivadavia en Plaza Miserere y su permanencia en los cuadernos escolares a través de su firma, la piedra movediza de Tandil sustituida por otra ficcional, literaria.
Argentinos, ¡a las cosas!, de Martín Kohan, salió por Seix Barral. Más sobre el libro, en esta entrevista con su autor.
7. Si estás leyendo esto, de Kike Ferrari. En una de sus tantas versiones, a mediados de la década del ‘30, se supone que Jorge Luis Borges tuvo algún tipo de decepción sentimental que lo llevó a comprarse un libro, una botella de ginebra y un arma. Con esos elementos tan improbables como contundentes, el autor de Ficciones se habría encerrado en un cuarto de hotel con la intención de quitarse la vida. De esa sucesión de escenas que aparecen en el libro Borges. Esplendor y derrota, de María Esther Vázquez, pero también de todos esos ecos que el propio Borges se encargó de hacer circular, se sirvió el escritor Kike Ferrari para armar su novela Si estás leyendo esto.
En plan novela de aventuras noir, el libro sigue la deriva de ese objeto que presumiblemente le perteneció a Borges a lo largo de las décadas y, con él, a lo largo de algunos hitos de las letras rioplatenses. La historia la intentan reconstruir Adrián y Paula, dos trabajadores de la Biblioteca Nacional que a la vez van detrás del arma de la mano de un dúo de investigadores privados.
Lo curioso es que el relato se ve plagado de notas al pie. Es que, para contar las peripecias del revólver y las búsquedas de Adrián y Paula, Ferrari toma prestada una serie de personajes secundarios que aparecen en libros de otros y otras (de Juana Manuela Gorriti a Liliana Heker o Samanta Schweblin, de José Mármol a Washington Cucurto o Ricardo Piglia). Así, cada escena, cada momento que se va contando se ve tramado a partir de ficciones bien diversas: aparecen personajes y estilos de escritores pioneros, de consagrados, de marginales, de clásicos del pasado y de promesas del futuro que se revelan a partir de más de 400 llamadas al pie que integran el libro. Entre el artefacto literario y la invitación lúdica, Si estás leyendo esto es una novela impactante que da cuenta del trabajo de un escritor pero, sobre todo, de un lector incansable y desprejuiciado.
La novela Si estás leyendo esto, de Kike Ferrari, salió por Fondo de Cultura Económica. En este enlace, una entrevista con el autor.
8. No entender. Memorias de una intelectual, de Beatriz Sarlo. “No entender fue mi experiencia primera y definitiva. Comencé no entendiendo y, casi enseguida, acepté que ese era el punto de pasaje a todo lo que valía la pena”, señala Beatriz Sarlo en las páginas de este libro, que la intelectual argentina entregó el año pasado poco antes de morir.
Dispersas, fragmentarias, íntimas, estas memorias permiten observar una versión de Sarlo familiar y al mismo tiempo en construcción. Una persona que sabe que no entender será un camino posible en su búsqueda. Por sus páginas se cruzan escenas escolares reveladoras (“desde el fin de la primaria, llamaban con alarmante frecuencia a mi madre, que jamás concurría y enviaba a alguna de sus hermanas. Les decían siempre lo mismo: la chica es inteligente, pero insoportable. Muchas maestras concluían su queja con una interrogación que hasta hoy se repite teniéndome como objeto: ¿quién se cree que es? En una de las pocas ocasiones en que mi madre fue a hablar con la autoridad escolar, escuchó algo que luego me repitió hasta que cumplí 17 años y me fui de casa: Hay que bajarle el copete poniéndola a lavar pisos”, cuenta) con experiencias iniciáticas que la llevaron a preguntarse qué era una intelectual y por qué le interesaba esa palabra aunque desconocía su significado.
“¿De dónde salió Beatriz Sarlo, la intelectual más conocida de la Argentina y tal vez de la región, la que saltó de las revistas culturales al mundo académico y después al periodismo gráfico y televisivo, la que opinó sobre literatura y actualidad incluso en los canales de streaming? ¿De dónde le venían la seguridad, la rapidez, el filo para la polémica y la claridad de los argumentos?”, plantean sobre No entender desde Siglo XXI Editores. Las páginas de este libro abren, justamente, una ventana posible para buscar algunas respuestas a esos interrogantes.
No entender, de Beatriz Sarlo, salió por Siglo XXI Editores.
9. Dolores 10 minutos, de Mauricio Kartun. Dice que los cuentos que publicó este año son “el resultado contradictorio de la tragedia de la pandemia”. El mundo se detuvo y Mauricio Kartun aprovechó esos días de incertidumbre para darle vida a un montón de personajes que no paran de moverse. Primero los dio a conocer por entregas, en su cuenta de Facebook. Los probó como una suerte de titiritero virtual, los recicló, les dio algunas vueltas y ahora integran Dolores 10 minutos.
El libro es, de hecho, un retrato hilarante de seres movedizos que andan por rutas, se escapan del mundo, se esconden por un rato, intercambian bienes o servicios insólitos (una paseadora de maridos, por ejemplo, un increíble guionista de vidas ajenas, un modelo que desfila en una vidriera a la calle), caminan por los terrenos siempre resbaladizos del amor o del sexo y rehuyen sin pausa a lo habitual.
Es en los vaivenes donde prefiere ubicarse Kartun y en las paradojas donde encuentra el motor de una escritura diáfana, aguda y profundamente vitalista. “Buena parte de los cuentos de este libro son restos de algún imaginario que pretendía ser teatral hasta que sentí que no iba a entrar en esa forma. El otro día jodiendo decía ‘tenía la heladera llena de carne para el asado del domingo, llovió, y entonces hice puchero’. Estos cuentos son puchero de asado teatral”, contó ante elDiarioAR.
Dolores 10 minutos, de Mauricio Kartun, salió por Alfaguara. Más sobre el libro, en esta entrevista con el autor.
10. Sala de máquinas, de Miguel Vitagliano. “Mark Twain fue el primer escritor que entregó a sus editores un manuscrito mecanografiado; no resulta extraño considerando su pasión por la tecnología y las invenciones (...). Tampoco sorprende que Nietzsche llegara a utilizar una máquina de escribir o que Henry James tuviera una que reservaba para el uso de su mecanógrafa: uno buscaba grabar palabras en la piel del mundo, el otro, maestro del punto de vista, pretendía retener el control de lo que podía tejerse a sus espaldas. Las relaciones con los instrumentos de escritura son ventrílocuos de la experiencia de los autores, casi tanto como los espacios donde trabajan”, apunta el escritor, crítico y docente Miguel Vitagliano en su libro de ensayos breves Sala de máquinas.
Pensando al gesto de escribir a partir de la materialidad para llegar a reflexiones alrededor de la imaginación, el lenguaje y sus infinitas posibilidades, el autor traza un recorrido exquisito por distintos dispositivos de escritores y escritoras de diferentes épocas y procedencias en el que bucea por los espacios que eligieron para escribir (o los que las circunstancias por distintos motivos les ofrecieron), sus escritorios, sus máquinas, sus cuadernos de notas. Se trenzan entonces lo maquinal del asunto –de qué modo esos cuerpos que escriben se vincularon con sus dispositivos– con datos históricos, obstáculos domésticos o políticos que demoraron o potenciaron la escritura de cada uno de ellos.
Del espacio mínimo y hogareño de Sylvia Plath a la inclinación viajera de Domingo Faustino Sarmiento; del encierro de Sor Juana a Ricardo Piglia y la redacción andante de un diario de Vanguardia Comunista que se camuflaba dentro de un camión de mudanzas en plena dictadura militar, Vitagliano hilvana con agudeza insistencias, objetos, épocas. Así consigue reconstruir escenas que se convierten, a través de su mirada lúcida, en un viaje fascinante por esa quimera que es siempre la escritura.
El libro Sala de máquinas, de Miguel Vitagliano, fue publicado por la editorial Tenemos las máquinas.
11. Diario de menopausia, de Laura Wittner. “Es este un diario sobre el fin de la era fértil en un cuerpo femenino. Sobre la revolución arrasadora de las hormonas. Pero es, al final de cuentas, un diario sobre el tiempo. Sobre la mutabilidad del cuerpo, sobre lo inexorable que –con o sin aparato reproductor femenino– nos aguarda. Es un diario sobre el dolor y la risa. Sobre el deseo transformado, herido, irreconocible, que sobrevive, que trepa una montaña y llega, exhausto, a la cima, para decir: ‘¿Ves? Estoy vivo’”, apunta Luciana De Luca en la contratapa de Diario de menopausia, el libro que publicó este año la escritora Laura Wittner.
Tramado a partir de observaciones por momentos dolorosas y por momentos graciosas de su autora, en el diario aparecen fragmentos que reconstruyen un año de la vida de una mujer que atraviesa sus días, la ciudad, las comidas, la escritura, los dolores o las charlas con sus amigas a partir de los bordes difusos de la menopausia. Con honestidad y una mirada inquieta, Wittner, que es una de las poetas más interesantes de la escena local y también una de las traductoras literarias más destacadas, se detiene a releer el tiempo –ese tiempo sin parámetros–, desde lo indescifrable del cuerpo, desde su opacidad y su insistencia, a pesar de todo.
Diario de menopausia, de Laura Wittner, salió por la editorial Bosque Energético. Más sobre el libro, en esta entrevista con la autora.
12. La muerte ajena, de Claudia Piñeiro. Una mujer joven cae al vacío desde un edificio del barrio porteño de Recoleta. Otra, que se llama Verónica Balda y conduce uno de los programas de radio más escuchados del país, se entera de la noticia. Acostumbrada a reconstruir episodios, a rastrear información, a unir piezas de los rompecabezas que le ofrece su oficio, de inmediato se da cuenta de que algo la conecta a esa joven. Sabrá, con el tiempo, que trabajaba como escort, que el departamento del que cayó (¿o la empujaron?) pertenecía a un poderoso empresario agrario con vínculos políticos, que están unidas por una historia familiar secreta y densa.
Lejos de proponer un relato unívoco o cerrado de estas circunstancias, en su novela La muerte ajena, Claudia Piñeiro prefiere dividir la narración en tres dispositivos con tres formas de contar muy distintas. Tres o más voces, tres verdades ajenas, también, a partir de un caso impactante. Entonces, más que una única historia, lo que traen estos fragmentos son versiones, recovecos por los que se filtra la mirada perspicaz de la escritora alrededor de la política, el uso de los cuerpos de las mujeres, la sexualidad, los vínculos y muchas de las precariedades que tiñen de inquietud al siglo XXI.
“¡Tengo muchos amigos periodistas!”, dijo ante elDiarioAR entre risas Piñeiro, quien una vez más, como ocurría en Betibú y en varias de sus novelas, sitúa la acción en el universo de los medios de comunicación.
La muerte ajena, de Claudia Piñeiro, salió por Alfaguara. Más sobre la novela, en esta entrevista con su autora.
13. Cuarto sucio, ubicación peligrosa, de Martín Rejtman. Ser pasajero: cuando lo invitan a dar una conferencia, a un festival, a formar parte de una residencia literaria en un país remoto o en alguna ciudad argentina. Ser pasajero: cuando elige recorrer algún paisaje deslumbrante o hacer un retiro de yoga. Ser pasajero: cuando algún recepcionista de hotel no termina de entender lo que le pregunta, cuando hay confusiones, demoras y equívocos muy graciosos. Ser pasajero: enredarse, dar vueltas, volver a lugares conocidos, perderse en los desconocidos, ver cómo se repiten, cómo se singularizan y, finalmente, de qué están hechos los días.
El cineasta y escritor Martín Rejtman publicó este año el libro Cuarto sucio, ubicación peligrosa, una suerte de diario personal donde registra a lo largo de más de quince años una gran cantidad de viajes que hizo por trabajo o por placer. El hilo que une a los textos, justamente, es el tránsito, el pasaje, el ir y venir que, con gracia, con austeridad y con elegancia, Rejtman reelabora a partir de sus observaciones. Así, los números de las habitaciones de hoteles de Curitiba, Tokio, Santiago de Chile, Washington, Londres, Cachi o Bangkok son excusas para mirar, para capturar diálogos insólitos, para pensarse a sí mismo y también a los otros.
Cuarto sucio, ubicación peligrosa, de Martín Rejtman, salió por Ediciones Universidad Diego Portales. En este enlace, una entrevista con su autor.
14. El contrabando ejemplar, de Pablo Maurette. “‘¿En qué momento se jodió la Argentina?’. Aquello que la historia no puede responder, la literatura lo indaga, enrosca, inventa, adivina. En El contrabando ejemplar esta pregunta —ambiciosa, pícara y polémica— opera como motor y punto ciego de la narración. Con inteligencia y arrojo, Maurette se apoya en la tradición literaria y la cruza. Lo íntimo se funde con lo histórico-social, y el deseo avanza en forma de narración porque, mientras haya relato, el mundo todavía puede ordenarse”, apuntó sobre este libro la escritora y librera Cecilia Fanti, quien además integró el jurado que le otorgó el Premio Herralde de Novela al autor argentino por esta obra.
El contrabando ejemplar es, en efecto, una novela astuta, llena de pliegues, con historias adentro de la Historia. En el centro está la de Pablo o Pablito, un joven escritor inescrupuloso que se obsesiona con el material sin publicar que dejó antes de morir su amigo Eduardo, un hombre mayor que él y bastante pintoresco, con quien solía debatir sobre política y los vaivenes del país. Pero hay varias historias más que con talento Maurette va entretejiendo y personajes que trafican tiempos remotos para darle impulso a un relato repleto de voces y texturas. Así, episodios históricos del siglo XVII Río de la Plata –célebres o ficticios: la literatura no hace otra cosa que contrabandear– se suceden entre desventuras sentimentales de mujeres de comienzos del siglo XX, relatos míticos querandíes y la vida de un adolescente atormentado a finales de los ‘80.
El contrabando ejemplar, de Pablo Maurette, salió por Anagrama. Por esta novela su autor recibió el Premio Herralde.
15. El buen mal, de Samanta Schweblin. En las seis historias hay una inquietud que no se menciona pero que late, una tensión por algo inminente que pareciera a punto de estallar y que se percibe en cada gesto de los protagonistas. Ocurría en la nouvelle Distancia de rescate o en los relatos de Siete casas vacías y vuelve a suceder ahora: los personajes de los cuentos que integran El buen mal, de la escritora Samanta Schweblin, se mueven por el nervio de un volcán inescrutable. Como si se tratara casi de una marca registrada en esta autora, una vez más vuelven a escena la tragedia, la fragilidad de la vida cotidiana, los vínculos familiares y el peligro al acecho de todos, pero en especial de algunos niños.
Schweblin es una de las autoras argentinas con más proyección en el exterior. Premiada internacionalmente, sus publicaciones circulan por librerías de todo el mundo. El buen mal, de hecho, fue lanzado para Latinoamérica por Penguin Random House y por Seix Barral para España. A lo largo de todo 2025, el libro fue editado en Estados Unidos a través del sello Alfred A. Knopf y en Reino Unido por Picador Books.
El libro de cuentos El buen mal, de Samanta Schweblin, salió por Random House. En este enlace, una entrevista con su autora.
16. Colección permanente, de María Negroni. “Una vida dedicada a la escritura está llena de hallazgos y también de obstáculos. Como dijo la poeta Louise Glück en una entrevista, ‘la mayoría de los escritores se pasan la vida sometidos a diversas torturas (querer escribir, no poder escribir; querer escribir de manera diferente, no poder escribir de manera diferente; esperar ser reclamados por una idea y que esa idea no surja). Y, sin embargo –agregó–, dentro de esa frustración, es posible encontrar una vida dignificada por el deseo insatisfecho, no dulcificada por la sensación de logro’. Esa sola frase me convenció”, asegura María Negroni en las primeras páginas de Colección permanente. Se trata, como la propia escritora contará párrafos después, de un libro donde se irán intercalando vivencias personales, ideas que subraya de otros, entrevistas apócrifas que le permiten acercarse “a la magnitud de las preguntas que la escritura lanza desde siempre a la realidad y el mundo”.
Como si abriera las puertas a un museo personal que es refractario a lo monolítico, Negroni recuerda, se obsesiona, cita y lee para pensar una vez más en esa materia esquiva y radiante de la que está hecha la literatura.
Colección permanente, de María Negroni, fue publicado por Random House.
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